14: Perdón

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Los minutos llegaron a ser una hora de estadía en casa de la rubia,  Lucy ya habia dicho lo que tenia que decir, no habia razón alguna para seguir estando en casa de su mejor amiga. Obviamente ahora comenzaba a sentir un terrible presentimiento sobre aquel personaje que, se supone que debería estar solo en fotos y obras de lectura, no en la vida real.

Lucy ahora temía convertirse en un peligro para sus personas queridas; un peligro para su padre y Alexa. ¿Que tal si vendría e hiriese a alguno de ellos dos?, eso le dolería más que cuando cayo de la ventana.

¿Por que tenia que ser a ella?, una chica alejada del socialismo, un cero a la izquierda, una persona sin entender aún el significado de vivir, una simple niña atrapada en una jaula llena de peligros a su alrededor.

—Gracias por la comida, mi papá esta esperándome afuera. ¡Nos vemos luego Alex!— Se despidió Lucy de la familia Albrighson.

—Cuídate cariño, que te mejores pronto—. Habían ciertas veces en las que se avergonzaba por la madre de su amiga. El echo de no tener una madre le ocasiono tener cierto rencor a la madre de Alex; Pues tenia a alguien quien se preocuparía siempre por su bienestar.

—Si tienes algún problema solo llámame y estaré ahí como si fuera el viento, ¿Entendido?— Alcanzo la ojiesmeraldas a decir mientras acompañaba a su mejor amiga a la salida de su morada.

—Si, de todos modos, yo se defenderme. No hay de que preocuparse Alex— Una de las cosas que la pelinegra odiaba era la angustia de Alex hacia ella. Como si Lucy no supiera defenderse.

Tenia que llegar el momento a que emprendiera las alas y algún día defenderse por si misma.

Y que mejor manera que enfrentarse a la pesadilla que le siguió desde niña.

—Alex, mañana vienes a mi casa ¿Si?— Y así, Lucy salio de la casa de su mejor amiga, y como lo habia dicho antes, su padre le estaba esperando fuera del auto —¿Papá podemos ir a comprar algunas cosas que necesito?— Llego con su padre, el cual asintió y ayudo a Lucy a entrar en el auto.

—Que tengan buena noche señora Albrigson— Lucy se despidió amablemente de la madre de su mejor amiga mientras se daba la vuelta y regresaba con su padre.

—¿Tu pie sigue bien?—. Preguntó su padre una vez ya estuvieron fuera de la casa de Alexa. Lucy asintió a medida que entraba difícilmente a los asientos pasajeros del auto —¿Qué quieres comprar?—, Continuó su padre ya listos para irse del lugar, solo esperando lo que su preciada hija le respondería y así saber qué dirección tomar.

—Humm, la verdad es que quiero comprar mas vendas y también medicina. . . Solo por si llegara a sentirme mal o me doliese la cabeza — Mintió lucy hacia su padre, el cual estaba a punto de aclarar que ya contaban con esas cosas en la casa —Lo nuestro se nos acabó hace un rato. Seria buena idea ¿No crees?—. Ahora solo tenía que esperar varios segundos a que su papá se tragara aquella mentira para dirigirse directamente a la farmacia que mas cerca les quedaba de su ubicación.

Una vez llegando a el lugar su padre se ofreció para ir y comprar las cosas que necesitaban -más por si las dudas-, e incluso compró algunas barras de chocolate que tanto le gustaban a su niña consentida.

—Oh, gracias papá— Agradeció la ojiverde con una ligera pizca de cariño al ver que le habia traído algunas golosinas. Las cuales por seguro devoraría al llegar la mera noche.

Le ayudarían muy bien para el plan que tenia en mente, y que seguro daría resultados, ya sean buenos o malos.

Al llegar a casa lo primero que la pelinegra hizo fue lanzarse hacia el sofá, el cual parecía estar llamándole para hacer lo cometido. Estaba tan cansada que fácilmente hubiera podido dormir hasta el anochecer del día siguiente.

Sabiendo que era tarde y que las manecillas de su reloj no dejaban de hacer el tic y tac, el papá de la ojiverde tendría que retirarse y dejar sola a su hija, nuevamente. Y a lo que mas le temía en estos momentos era que su niña se volviera a caer o simplemente que no pueda dormir por el posible dolor en su tobillo,

Angustiado se acercó hasta el sofá en donde Lucy descansaba, llamando su atención al carraspear su garganta.

—Cariño ya me tengo que ir. . . Si te duele tan solo una uña me llamas y regresare en un dos por tres, ¿Sí?—. Su inquietud hacia reír a Lucy por lo bajo, logrando que su hija le mirara sonriente mientras decía que todo estaría bien, que solo iría a dormir tan pronto él se fuera.

—Cuídate Lucy, regreso en la mañana. No le abras la puerta a nadie y anda con un bate cerca tuyo en toda la noche— Aconsejo su padre sabiendo que lo ultimo no lo necesitaría, al menos eso él esperaba.

Lucy sonrió cansada al ver como las luces del auto de su padre se alejaban a medida que este conducía directo al trabajo. Eran ya las nueve con diez minutos en la noche. Donde Lucy tenía un 80 por ciento de seguridad en que el tipo vendría otra vez. Y esta vez, le haría responder todo lo que tenía durante tanto tiempo.

Y por fin saber quien en realidad era ella y que relación tenía con aquel ser que tan mala espina le había dado la primera vez que lo vio.

Las tres de la mañana: esa era la hora que el reloj de Lucy marcaba cuando le vio por doceava vez aquella noche. Se la había estado preparando durante las primeras dos horas después de las nueve, teniéndolo todo listo para las 11:12PM. Sin embargo las primeras dos horas esperando en la oscuridad estuvieron a punto de noquear dormida por el cansancio y aburrimiento de solo estar ahí acostada sin hacer nada más que esperar a ese tipo que tan grosero era. ¿Y si ese 20% fue el suficiente para poder fallar en creer que el tipo iría aquella noche? ¿regresaría alguna otra vez? y si lo hacía ¿Cuando seria?. Formuló la de ojos verdes aun estando quieta y con ojos cerrados, sin embargo luchaba fuerte para no caer dormida. No habría problema, al cabo y estaban de vacaciones después de todo, y ese era uno de los detalles que le gustaban tanto. Pues podría dormir lo que quisiera en vacaciones mientras que al tener escuela eso sería una gran guerra para mantenerse despierta.

Lo que la chica no sabía era que aquel ser al cual llevaba esperando tenía sus largos diez minutos observándola, preguntándose aún como su encuentro fue tan inesperado y a la vez agradable.

Lucy percibió los pasos del intruso dentro de la habitación, la ojiverde trato de no asustarse y mantenerse en la misma posición hasta que el valor regresase y pudiera ver de frente a ese tipo quien tenía ya un buen tiempo en sus pesadillas. Calmó el ritmo de su respiración a la par de cerrar sus ojos y fiarse sólo de su sentido auditivo, esperando a lo que sea que pudiera pasar sabiendo que esa persona era ni más ni menos que un asesino sin piedad ante sus víctimas.

—Perdón por lastimarte— Murmuró ese muchacho en un tono demasiado bajo para no despertar a la chica, la cual estaba anonadada por lo apenas escuchado.

"¿Pidiéndome disculpas?"

—,Yo pensando que dormías. . .— Interrumpió el hombre con voz burlona, sorprendiendo a Lucy la cual solo se mantuvo en la misma posición.

Le había descubierto, pero, ¡Como si ni siquiera había tiritado!

La adrenalina subió por el cuerpo de Lucy, como aquella vez que haba saltado por la ventana. Solo que esta vez tenía una gran, gran desventaja con ese tobillo lastimado, impidiéndole correr tan rápido como lo suele hacer.

—¿Y-Y, ahora que?— Para asombro de Jeff, Lucy se levantó temerosa, dirigiendo su mirada al chico que estaba recostado en la orilla de su cama; viéndole con esos ojos los cuales podrías decir que ya habían visto el infierno y había vuelto de ahí como si de un parque de atracciones se tratase; Ojos que día a día saludaban a la muerte y el temor de muchísimas personas.

Mientras que los ojos verdes de la chica reflejaban una pizca de coraje combinada con el miedo, la cual hizo recordar a Jeff aquellos días en que solo se ocupada de cuidar a esa pequeña y dulce niña del pasado.

Él solo quería tener una larga charla con la que una vez fue la única persona que le quiso de verdad.

Y ella solo rezaba por no morir aquella noche.

Don't ScreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora