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A las ocho de la mañana salía Fina por la puerta del ascensor hacia 'el punto de partida', donde encontró a Marta observando ya las fotos colgadas en la pizarra con un jersey beige, unos vaqueros anchos y unas botas negras con un poco de tacón. A Fina le encantaba cómo sus rizos descansaban sobre sus hombros y cómo trataba de colocarlos detrás de su oreja, a pesar de que eran un poco rebeldes y siempre conseguían escapar.

—Fina, te ha pillado la lluvia, ¿no? —preguntó Marta tras girarse y ver que la chupa de la chica estaba llena de gotas de agua.

—Sí. Ha sido mala idea venir con la moto —dijo quitándose la chaqueta y colgándola sobre su silla.

—Si cuando acabemos el turno continúa lloviendo, te puedo acercar a casa.

—Gracias —dijo sonriendo.

Fina comenzó a recoger su pelo en una coleta alta que estiraba las fracciones de su rostro, ya que gracias al casco de la moto únicamente se había mojado las puntas y no quería que mojara su espalda.

Marta se quedó hipnotizada viendo cómo peinaba todos los mechones hacia arriba, deslizando sus dedos entre ellos, mientras ella observaba la pizarra en caso de que hubiese alguna actualización. Se fijó en lo bien que le quedaban esos vaqueros negros y cómo se le marcaban algunos músculos de su espalda a través de la camiseta gris de manga larga al levantar los brazos.

—¿Marta?

—¿Qué? Perdón —dijo al darse cuenta de que le había estado hablando durante todo ese tiempo.

—Preguntaba que si había habido alguna novedad durante la noche —repitió con una media sonrisa al darse cuenta de cómo le miraba Marta.

—No, no, nada nuevo. Les envié un mensaje a Carmen y Claudia con varios números de teléfono de familiares por parte del padre de Alicia que viven aquí. Sé que su madre dijo que ya no tenía contacto con ellos, pero podría estar mintiendo.

—Sí, has hecho bien.

—Por cierto, te he preparado un café —dijo señalándoselo sobre la mesa.

—Uf, pues no sabes cómo te lo agradezco porque con la lluvia se me ha quedado el frío en los huesos —dijo rodeando la taza con ambas manos.

—No hay de qué —le sonrió.

Mientras disfrutaba del calor que dejaba en su garganta aquel delicioso café, Fina se quedó mirando la pizarra pensativa.

—¿Y si Alicia hizo un descubrimiento médico y la mataron por eso? —conjeturó Fina.

Marta le miró curiosa. —¿Un descubrimiento de qué tipo?— le preguntó para saber hacia dónde iba su teoría.

—No sé. Quizá la cura de alguna enfermedad o... ¡Oh! —gritó emocionada—. Igual descubrió una fórmula para crear un suero que a cambio de curarte te despierta un gen mutante.

Marta se quedó mirándola, sin palabras. —Em... ¿Un gen mutante?

—Uhum —asintió encantada con su idea.

—Vale, Profesor X, creo que no te vuelvo a dar café por la mañana —dijo riéndose.

—Ya veremos si tengo razón —dijo llevando sus labios de nuevo a la taza—. Hoy iremos al apartamento de Alicia, ¿verdad?

—Sí, a ver si encontramos los documentos en lo que estaba trabajando. Cuando estés lista iremos.

—Pues vámonos —dijo dando el último sorbo y dejando la taza sobre el escritorio.

Tras esperar a que las puertas del ascensor se abriesen, se escuchó el 'ding' característico que aquel aparato hacía cuando llegaba a su piso y al abrirse, salió una mujer que parecía haber estado llorando largo y tendido.

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⏰ Última actualización: Sep 08 ⏰

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Casos por resolver - Mafin AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora