2. El reclamo del segundo hijo.

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Annika.

Esto no era una tarea sencilla.

Nunca lo seria.

Primero porque no era él. Suplantar a un rey Targaryen no seria para nada facil, sobre todo cuando se topara seguido con este tipos de escenas tan decepcionantes.

¿Porque?

Pues...

¡Por las barbas de odin!

Cómo es que las artes de la espada eran un chiste aquí. Parecía que dos damas inexpertas peleaban en el campo, intentando llenar su ego y ser idolatradas por tan falsos movimientos. Es que hasta blandir la espada era un chiste mortal para aquellos dos mortales. ¿Era acaso esta demostración de las artes de espada la mejor? Porque si lo era, hoy mismo me quitaría los dos ojos para no seguir viendo aquella aberración.

—¿Es acaso un ritual de payasos? —me quejé con dolor viendo cómo el arte de la espada era fundido poco a poco con tal aberración—. ¿Cómo esa señorita albina de cabellos blancos puede arruinar de esa manera estas artes?

Podía verlo todo desde mi escondite alejado. No habia soportado estar mas tiempo en las habitaciones del rey mortal. Me habia sentido inquieta.

—Mi señora.

Descarté con mi mano a quien me estuviese hablando, yo solo miraba aquella escena y entonces vi el parche y el rostro —Oh, es un joven albino mortal —musité.

Los dragones...

Bueno, no era mi culpa que se moviera con la gracia de una dama vulgar. Hasta Lady Sif era más varonil y elegante en sus movimientos. Además, el arte de la espada era una danza salvaje con toques elegantes. A su alrededor, un montón de tontos estaban en círculos como idiotas mirando tal payasada. El joven mortal que se movía con la gracia de una dama logró blandir su espada contra el soldado.

—Qué asco.

—Mi señora, por favor —rogó alguien jalándome del brazo. Me giré a mirar a la pelinegra de grandes ojos azules.

—Nadie va a descubrirnos —bufé. La paranoia de la chiquilla, hija de uno de mis soldados, me miraba con pánico. Rodé los ojos y con un susurro de palabras antiguas,  invoque una ilusión poderosa. Mi apariencia comenzó a cambiar, mi cabello se volvió plateado y mis ojos violeta acompañada de la enfermiza apariencia y decrepita de Viserys.

—Nos descubrirán si me sigues llamando "mi señora". Ahora escúchame bien, niña —le insté, acercandome—. Soy tu rey no tu señora—entoné con la voz varonil de un hombre—. Tu rey y señor Vyseris Targaryen.

—Sí, mi rey. Ahora volvamos a las habitaciones reales, se supone que usted está enfermo. —hablo Serena—Ademas en unas horas es la audiencia debe prepararse.

Mire la ventana y la payasa dama de cabellos blancos con parche hablaba con dos cabelleras castañas. No pude ver mas cuando Lady Serena ya me estaba arrastrando hacia las habitaciones mortales del rey.

Rayos esperaba que aquella desastrosa demostracion del arte de las espadas no sea la mejor que tiene midgard aqui.




























(...)













Las horas habian pasado y el momento habia llegado y mi recorrido fortuito por los pasillos de la fortaleza desde mis habitaciones reales como un viejo enfermo avanzando con mi bastón era desesperante. La lentitud con la que debía moverme para fingir ser, el rey Viserys, me estaba sacando de quicio. La audiencia era hoy, un caso para ver asuntos relacionados con la sucesión de un lugar llamado Marcaderiva. Yo estaba allí para interceder por la herencia del nieto del rey, porque aquella que vino llorando una noche antes lo habia pedido.

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⏰ Última actualización: Sep 08 ⏰

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 Annika: Casa del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora