1. La sombra de ojos verdes.

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El cielo rugió con vehemencia, un trueno resonó en la distancia mientras las gotas furiosas de lluvia golpeaban las ventanas de la habitación, iluminadas intermitentemente por los relámpagos

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El cielo rugió con vehemencia, un trueno resonó en la distancia mientras las gotas furiosas de lluvia golpeaban las ventanas de la habitación, iluminadas intermitentemente por los relámpagos. La habitación estaba sumida en una penumbra inquietante, con solo la luz de las velas parpadeando, proyectando sombras danzantes en las paredes de piedra. El sonido de la lluvia acompañaba a Viserys en su sombría habitación, cada gota parecía marcar el paso del tiempo que se le escapaba.

El anciano rey mortal yacía en su lecho, su respiración se volvía cada vez más dolorosa, cada inhalación un esfuerzo titánico. Aun con su visión debilitada, observó una figura sentada al lado de su cama, su silueta apenas visible en la penumbra.

—¿Alicent? —preguntó con voz débil, su mente confusa por el dolor y la fiebre.

—Soy Rhaenyra, padre —corrigió la figura de ojos violetas, su voz cargada de una mezcla de tristeza y determinación.

—Rhaenyra... —murmuró Viserys, reconociendo finalmente a su hija.

Rhaenyra se acercó más, su rostro reflejaba una mezcla de preocupación y desesperación.

—¿Crees que sea cierta la canción de hielo y fuego? —cuestionó la mujer, buscando desesperadamente una respuesta que le diera sentido a todo.

—El sueño de Aegon... —respondió Viserys, su voz apenas un susurro.

La mujer de cabello blanco como la nieve se inclinó hacia él, sus ojos brillaban con lágrimas contenidas.

—Tú me dijiste que era nuestro deber mantener al reino unido contra un enemigo común —le recordó, su voz temblando—. Pero al nombrarme heredera, dividiste el Reino —dijo, buscando entender las decisiones de su moribundo padre—. Yo pensé que lo quería —bajó su rostro, tratando de controlar su llanto—. Pero la carga es muy pesada. Es inmensa.

Viserys intentó hablar, pero solo pudo pronunciar unas pocas palabras.

—Mi... —apenas pronunció—. Mi única hija...

Rhaenyra tomó la mano de su padre, su tacto cálido contrastaba con la frialdad de la habitación.

—Si quieres que lo soporte, defiéndeme. —rogo ella el apoyo del combaleciente ser que le habia dado la vida—Y también a mis hijos —pero no recibió respuesta y ahogo un sollozó con su mano, entonces lo entendio.

Su padre no podria ayudarla esta vez. Estaba en manos de esas viboras.  Estaba sola en esto. Se levanto y miro a su moribundo padre, se acerco a el y dejo un calido beso en su frente y resignada salió de la habitación, con su corazón pesado con la carga de la responsabilidad y la soledad.

Cuando la puerta de las habitaciones se cerraron. Pasaron unos minutos que parecian eternos y sorprendentemente de  entre las sombras en un rincon alguien salió de su escondite, caminó por la estancia los pasos resonaron contra el suelo y la figura se sentó en el mismo banco a lado de la cama que la mujer de ojos violetas. La figura encapuchada observó el lecho del rey.

—Ella no es tan fuerte como un dragón —murmuró la figura, su voz resono con un tono de burla.

—Rhaenyra... —intentó decir Viserys con su mente aun confusa.

—No —respondió la encapuchada, un trueno resonó afuera y la lluvia cantaba contra el suelo—. No es importante quién soy, creo.

—Alicent — pronuncio con su mente perdida en un laberinto de recuerdos y delirios.

Por Odin!

La de ojos verdes rodó los ojos; la mente de aquel anciano senil era un enredo.

—No me compares con esa burda mortal.—hablo con molestia destilante la desconocida.

—El sueño... hija —su voz apenas un susurro.

La presencia encapuchada suspiró, sabiendo que no podría explicarle sus razones el viejo mortal no estaba cuerdo. Su tacto helado se posó en el brazo del rey moribundo. Viserys Targaryen se estremeció por aquello por un momento y lo saco de sus delirios. Abrió apenas sus ojos, su mirada llena de confusión y miedo. Una figura encapuchada estaba a su lado.

—¿Muerte?—preguntó con voz temblorosa.

—Shhh... —le silenció, posando su frío dedo sobre la boca del hombre—.Ya no dolera. Lo prometo.

Y... Así fue que en la noche del segundo dia de la tercera luna de 129 d.C., en la Fortaleza Roja de Desembarco del Rey, los dioses se llevaron antes de lo previsto a Viserys de la Casa Targaryen, Primero de su Nombre....




-Stoiana,escritora.

 Annika: Casa del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora