En las sombras de los vigilantes

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Suguru 🥀

Podía escuchar el silencio en el telar, y mis  ojos vagaban por los hilos dorados que representaban las vidas de los ángeles, relami mis labios al encontrarme tan fascinante  escena, hilos conectados cada uno al tejido cósmico. Siempre había encontrado una tranquilidad, una emoción, una exitación extraña en ese lugar, aunque no por las razones que otros ángeles lo hacían. Donde ellos veían el equilibrio divino y el propósito eterno, yo veía cuán fácilmente todo podía romperse y eso me encantaba. ¿Seré yo el elegido para poder hacer caer todo esto?.

Mi mirada se detuvo en uno de los hilos más nuevos. Un ángel joven, hermoso y de una inteligencia envidiable, recién ascendido en la Casa Aetherius. Se hablaba mucho de él, de su lealtad inquebrantable, de su devoción a las doctrinas celestiales. Patético,  una sonrisa oscura se fue formando en mis labios.

"Ese tipo de devoción... es solo una máscara, un reflejo de miedo. Miedo a la libertad, miedo a la verdad."- Mi corazón se aceleraba mientras miraba con detenimiento ese increíble hilo jóven.

Sabía que todo ángel, por puro que pareciera, era tan corruptible como cualquier humano o demonio. Solo que ellos lo ocultaban mejor, detrás de sus brillantes alas y discursos sobre justicia. Malditos sean todos, acaricié el hilo del joven ángel con mis dedos, un toque sutil, apenas perceptible.

-¿Qué pasa si lo empujo un poco?- murmuré bajito.

La tentación de probar mi poder era irresistible. Tan increíble  para ser exactos sabía que no necesitaba hacer nada directo, ningún enfrentamiento físico. Yo podía desmoronar la vida de ese ángel con solo un pensamiento. Un pequeño desvío en su destino, una ligera duda sembrada en su mente.

Que satisfacción.

-No es odio. No es venganza. Simplemente... quiero ver qué tan frágil es su fe.- Hice el más leve de los movimientos, un pequeño tirón en el hilo que representaba la vida del ángel. No fue una gran alteración, ni siquiera lo suficiente como para ser notado por los vigilantes más estrictos. Pero para el joven ángel, sería devastador.

-Una pequeña duda... eso es todo lo que necesito. Lo suficiente para que cometa un error. Una fractura en su creencia.-Hablaba para mí mismo.

Me quedé quieto, sintiendo la satisfacción oscura que me daba mi control sobre el destino de otro ser....-Veremos si tu fe en este sistema tan perfecto puede salvarte.-

El caos estalló rápidamente. El ángel, al haber desobedecido una instrucción directa, causó un conflicto con otra Casa celestial. Las consecuencias fueron inmediatas. Los jueces de la Casa Aetherius no perdonaban la traición, ni siquiera la más leve. El joven ángel fue llevado ante el tribunal para enfrentar su destino. Y pude mirar su rostro que reflejaba incredulidad, confusión, como si no entendiera cómo había llegado a ese punto.

Sentí como una frialdad recorria mi cuerpo mientras escuchaba la sentencia. La aniquilación. La justicia divina no tenía piedad con aquellos que mostraban debilidad, y para la Casa Aetherius, el error del ángel era imperdonable...sentado observando como se llevaban al inocente, sonreí no era odio lo que me impulsaba, sino la simple necesidad de probarme a mi mismo. Probar que el poder estaba en mis manos. Había destruido la vida de un ángel sin levantar un dedo, y eso me hizo sentir invencible, más cerca de mi verdadero propósito: la caída de todo lo que los ángeles habían construido, suspire hondo y me levanté para poder ya terminar mis deberes y encontrarme con Nanami.

Con esa última reflexión, me fui sabiendo que el camino hacia la caída celestial estaba, poco a poco, tomando forma...
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—¿Sabes? —comentó Nanami con su usual tono seco—. He estado pensando... ¿cuánto tiempo más crees que Satoru seguirá conteniéndose antes de hacer algo contigo? Parece que estás constantemente a un suspiro de que pierda el control.

La caída del redentor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora