Prólogo

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Los cielos estaban teñidos de un dorado apagado, como si el sol se rehusara a brillar sobre los últimos vestigios de lo que alguna vez fue una amistad o quizás un amor inmortal, todo era confuso. Los ecos de la batalla resonaban en la vasta catedral celestial, con cada impacto sacudiendo los cimientos del firmamento. A lo lejos, las alas de los ángeles palpitaban, extendiéndose en la luz etérea, mientras observaban desde sus tronos en las alturas. Silenciosos, expectantes.

En el centro de todo, Gojo Satoru permanecía de pie, su silueta recortada contra los haces de luz divina que caían sobre él como bendiciones inquebrantables. Sus alas doradas destellaban con una pureza inhumana, brillantes como el amanecer mismo. Pero en su mirada, no había gloria, solo un abismo helado de duda y pesar.

Frente a él, en el polvo y las sombras, Suguru Geto sonreía. Sus alas ennegrecidas estaban rotas, plagadas de cicatrices, y su rostro, marcado por el pecado, tenía la serenidad de quien había visto la verdad tras la falsa luz. Era un demonio, sí, pero no uno que se arrepintiera de su caída. Él había elegido este camino.

-¿Te preguntas si fue la decisión correcta, verdad, Satoru?-La voz de Geto era suave, un susurro entre las ruinas.-Ser un ángel, un protector de un mundo que no entiende el sacrificio, de seres que jamás agradecerán tu lucha. ¿No te cansas de llevar ese peso?.

Gojo no respondió de inmediato. Sus ojos, ocultos tras las sombras de su propia divinidad, no revelaban nada. Pero algo en su postura traicionaba la verdad: una fisura, apenas perceptible, en su voluntad perfecta.

-Lo que tú llamas libertad,- dijo finalmente, su voz resonando como el eco de una tormenta lejana, - es solo una cadena más, Suguru. Tú te condenaste a ti mismo.

Geto se rió, pero no había alegría en su risa, solo una amarga comprensión. -Condena... ¿Acaso no somos todos condenados, Satoru? Tú, yo... el cielo mismo está encadenado a su propia arrogancia.-

El silencio que siguió fue como un cuchillo, cortando el aire entre ellos. Gojo alzó la vista al firmamento, pero las estrellas parecían más distantes que nunca, como si hubieran decidido darles la espalda. Sabía lo que debía hacer. Su deber como ángel era claro, escrito en las leyes divinas que había jurado proteger.

Y, sin embargo, en lo más profundo de su ser, algo se resistía.-Esto no terminará bien para ninguno de nosotros, Suguru,- murmuró.

Geto dio un paso hacia adelante, sus ojos brillando con una mezcla de desafío y tristeza. -Tal vez no. Pero al menos, yo elegí mi final.-

Y en ese instante, Gojo entendió. Esta batalla no era entre el bien y el mal, el cielo o el infierno. Era algo mucho más simple, más humano. Era el conflicto eterno entre los sentimientos  más puros a lo que uno debía obedecer  si tan solo dejara de lado su enorme arrogancia y la búsqueda desesperada de un amor verdadero.

Gojo alzó la mano. En ella, un destello de luz pura se formó, arremolinándose como una tormenta celestial. Pero mientras el poder divino crecía en su palma, su mirada se encontró con la de Suguru, y durante un breve segundo, el peso del mundo pareció caerle en los hombros pues no quería lastimar aquello que para el tenía un único significado, suguru era su significado...

-Adiós, Satoru...-

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Nota: Soy una nueva en esto  chicas y desde hace mucho tiempo la temática de satosugu siendo ángel y demonio me lleno de expectativas espero les agrade este prologo y pronto subiré más capitulos 🥺♥️.

La caída del redentor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora