Fragmentos en el silencio

16 2 0
                                    


Recomendación de canción: Brooklyn baby- Lana del Rey.

Suguru 🥀

—Aquí nadie nos molestará —dije, soltando suavemente la muñeca de Satoru y girándome para mirarlo.

-¿Por qué me trajiste aquí?- hablo por fin,  contemplando el lugar mientras tocaba su muñeca dándole suaves masajes.

El hecho de que yo estuviera a solas con el  me hacía temblar aunque mi plan era seguir alimentando nuestros deseos para que cuando la oportunidad se presentara el unico suspiro que saliera de su boca fuera "Suguru... más" aún me faltaba recorrer un camino más largo con él, pero si lo mantenía ocupado haciéndole creer que sentía algo más profundo tal vez dejaría de ser un ancla para mis planes, pero quiero ser  honesto  con mi corazón una sola vez, en lo más profundo de éste sentia que algo me detenia, satoru y yo siempre habíamos sido buenos acompañantes desde que fuimos creados y la intensidad de nuestros roses fueron en aumento, lo sabía desde que supimos que nos atraiamos, mierda no puedo negar que no me gusta este idiota o sienta algo por el.                

- aquí no hay nadie que nos mire- sonreí y me acerque a él hasta el punto de rozar nuestras alas con mayor contacto.- Satoru... Te mencioné que deseaba tanto esto y puedo ver qué tú también - toque su pecho delicadamente, un toque delicioso que mis manos recorrieron sus pectorales hasta su cuello en ese momento él estaba dividido. Sabía que había venido aquí siguiendome por pura inercia, pero ahora que estábamos solos, sin la distracción del festival, sentía como vibraban sus alas con las mías en un toque mas íntimo. Mi deseo por él no era un secreto, lo había notado desde hacía tiempo. ahora, en este espacio íntimo, sentía algo más allá del simple deseo físico. Será acaso...¿Que me estoy ablandado?, aunque no me atrevia admitirlo por completo.

—Suguru, esto… esto es una locura —dijo Satoru, aunque su voz carecía de la firmeza habitual.

Mis alas ahora completamente desplegadas y rozando las de Satoru con una suavidad que le hizo estremecer.

—No, Satoru, lo que es una locura es pretender que no sientes nada. ¿Por cuánto tiempo más vas a resistirte? —Susurre, mi voz salió  como una caricia en el aire.

Mire como desvío su rostro pues me acerque para mezclar nuestros alientos casi en un beso peligroso, sabía que estaba  luchando contra el torbellino de emociones que lo sacudían. Estaba tan cerca, que mi sola  presencia lo envolvía como una tormenta, arrastrándolo hacia un lugar donde el deber y las reglas no importaban. Giro de nuevo su rostro y se encontró con mi mirada intensa y en ese momento, supe completamente que él no podía seguir negándolo.

Las manos de satoru bajaron por mis hombros hasta encontrarse con mis manos  y comenzó acariciarlas de manera delicada, todo esto si no lo controlaba  yo iba terminar sucumbiendo pero deje que hiciera de las suyas en mi cuerpo, suspire un poco dejando notar mi rubor. Nuestras respiraciones se mezclaban en el aire, y por un instante, ambos permanecimos  inmóviles, como si el mundo entero nos estuviera observando. Incline levemente la cabeza, esperando la decisión de Satoru.

—Esto está mal… —susurró Satoru, pero no retrocedió.

—¿Quién decide lo que está bien o mal? —replique, mi tono suave pero cargado de intención—. No nosotros. No somos libres. Pero aquí, ahora, podemos decidir algo por nosotros mismos, aunque solo sea por un momento.-lleve una de mis manos hacia su vendaje jalandolo poco a poco mientras tenia mi mirada clavada en sus ojos, queria verlos, la curiosidad me mataba.

-No lo hagas suguru... - jadeo detendiendo mi acción con una de sus manos y llevo la otra a mi cintura.

—Déjame verlos—, respondí de inmediato, con una mezcla de curiosidad y desafío. Nadie en todas las casas celestiales había sido capaz de hacerlo, pero yo estaba decidido a ser el primero. Sin embargo, en lugar de palabras, me envolvió en un abrazo inesperado, apretándome contra él. El roce de nuestras alas fue tan íntimo que sentí una descarga recorrerme, algo prohibido en ese tipo de cercanía. La fricción suave y continua entre nuestras plumas era suficiente para que mi cuerpo reaccionara de una forma que no esperaba. Si no me hubiera sostenido de sus hombros, correspondiendo al abrazo con una firmeza involuntaria, mis piernas habrían cedido ante la intensidad del momento. Estaba completamente desarmado por la inesperada provocación, atrapado entre la sorpresa y el deseo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 10 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La caída del redentor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora