Capitulo 13

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“Buenos días señor. ¿Hoy será el abrigo azul o el verde?”

Colin gimió y se tapó los ojos con el brazo. Una oleada de desesperación lo invadió cuando esas malditas palabras lo despertaron una vez más. Deseaba gritar, llorar, aullar por la injusticia de todo aquello. Las lágrimas le picaban en las comisuras de los ojos; la pequeña esperanza que se había formado al quedarse dormido hacía que la decepción de esa mañana fuera mucho más aplastante.

¿Cómo había fracasado una vez más? ¿Qué más se podía esperar de él?

Se dio la vuelta y se cubrió la cabeza con las sábanas, manteniendo los ojos firmemente cerrados. No tenía deseos de volver a enfrentarse a ese día todavía, necesitaba un poco más de tiempo para regodearse en su angustia. Penélope estaría muy decepcionada una vez que le dijera que había roto su promesa. De alguna manera, él debía haberse equivocado una vez más en lo que creía que era necesario para romper la maldición.

Poco a poco, después de varias respiraciones profundas para fortalecerse, sintió que su determinación regresaba a él. Quedarse tumbado en la cama de mal humor no iba a solucionar nada, era hora de seguir adelante. Apartó las sábanas y se dio la vuelta para mirar el dosel amarillo que había sobre su cama. Se frotó la humedad de los ojos y esperó a que se acostumbraran a la luminosidad esperada de la habitación. Siguió los patrones de la tela y siguió esperando. Se preguntó si los colores siempre habían sido tan apagados.

Le llevó demasiado tiempo darse cuenta de que ninguna clase de espera parecía disipar la penumbra que lo rodeaba. ¿Su dormitorio reflejaba su estado de ánimo? No. Eso era absurdo. Si era así, entonces realmente se había vuelto loco. ¿Estaba soñando? No. El pellizco que acababa de darse en el muslo le había dolido bastante. Entonces, ¿por qué estaba tan oscuro todavía en la habitación? Seguramente era lo suficientemente tarde como para que la luz del sol ya estuviera entrando a raudales por las ventanas.

—¿Dunwoody? —gritó en voz alta, con los ojos fijos en el confuso dosel que había sobre su cabeza.

—¿Sí, señor? —fue la respuesta apagada de su ayuda de cámara desde el interior del vestidor.

“¿Por qué no has abierto las cortinas?”

—Pero están abiertos, señor.

Su mente tardó un momento en procesar lo que acababa de decir. Cuando lo hizo, levantó la cabeza de golpe de la almohada y sus ojos buscaron la verdad en las palabras de su ayuda de cámara. Las cortinas estaban abiertas, pero en lugar de la brillante luz del sol que esperaba, solo una luz fría y pálida llenaba la habitación.

Con dedos temblorosos consultó el reloj de bolsillo que siempre tenía en la mesilla de noche. Podía ser que Dunwoody hubiera decidido despertarlo a una hora intempestiva por alguna razón incomprensible. Si el sol aún no había salido del todo, eso explicaría la penumbra de la habitación y se habría hecho ilusiones innecesarias. Sin embargo, su pulso empezó a acelerarse cuando las manecillas del reloj indicaron que eran más de las nueve.

¿Podría ser?

Colin saltó de la cama y corrió hacia la ventana. Tenía tanta prisa que su pie se enganchó en el borde de la alfombra, lo que lo impulsó hacia adelante y se estrelló contra el marco de la ventana con un ruido sordo. El corazón le latía con fuerza en la garganta mientras abría lentamente un ojo y luego el otro. Cuando finalmente reunió el coraje para mirar hacia afuera, su mirada se encontró con la vista más hermosa que había contemplado en su vida.

Un día gris y lluvioso en Londres.

Se le escapó una risita mientras sus dedos se afanaban en abrir la cerradura. Cuando logró abrir la ventana, se estaba riendo. Sacó la cabeza bajo la lluvia y se deleitó al sentir las frías gotas de agua que le caían en la cara. Si había tenido alguna duda de que tal vez no fuera más que un sueño cruel, se disipó rápidamente cuando su camisón y su pelo se fueron mojando cada vez más. Su risa rozaba la histeria cuando se dio cuenta de que a Dunwoody no le haría mucha gracia encontrarlo en ese estado. Lo que le recordó...

Y otra vez...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora