Mystic Dawn - Kira Yukimura

2. Voces

1146 D.C., Corea

Era una noche fresca, donde todos dormían plácidamente, excepto uno. Se encontraba despierto, asustado, atormentado por voces que no cesaban, rodeándolo en la penumbra de la noche. La respiración entrecortada del hombre resonaba en el silencio. La luna se alzaba en el cielo, pero su brillo no traía consuelo alguno.

Actualidad, Japón

En un bar nocturno, la luz suave de las lámparas apenas iluminaba el ambiente, dando al lugar una atmósfera tranquila. El barman, cansado después de una larga jornada, limpiaba la barra con movimientos lentos. Afuera, la lluvia caía implacablemente, llenando las calles vacías con el sonido de gotas golpeando el pavimento. El eco de los truenos resonaba en la distancia.

Justo cuando estaba por cerrar, un encapuchado entró al local. La campanilla de la puerta sonó, pero el hombre no levantó la vista de inmediato.

- Ya estamos cerrando... - Dijo con voz pesada, sin preocuparse de mirar hacia el intruso. El encapuchado permaneció inmóvil por un momento, respirando profundamente antes de hablar.

- ¿Cuándo una puerta no es una puerta? - Preguntó con voz oscura y resonante.

El barman frunció el ceño, extrañado. Giró hacia el recién llegado, sin entender del todo lo que había oído.

- ¿Cómo dice? - Repitió, buscando confirmar lo que había escuchado.

El encapuchado no movió un solo músculo, repitiendo la misma pregunta.

- ¿Cuándo una puerta no es una puerta?

El barman intentó descifrar las palabras, pero algo en la voz del desconocido lo inquietaba. Decidió no cuestionar más y, con un gesto impaciente, salió de detrás de la barra para acercarse. Pero no llegó lejos.

Sin aviso, algo frío y punzante lo atravesó por la espalda. El dolor le robó el aliento y, en un suspiro silencioso, el barman cayó al suelo, la vida escapando de su cuerpo mientras la lluvia seguía azotando el exterior.

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Kenji despertó abruptamente, perturbado por un sonido agudo que atravesó la quietud de la noche. Aún medio dormido, se levantó de la cama y caminó por el apartamento en penumbra, frotándose los ojos. El ruido continuaba, una especie de chillido. Al llegar a la cocina, encontró a su hermana Kira, que intentaba preparar el desayuno.

- ¿A qué viene todo ese ruido a estas horas, Kira? - Preguntó Kenji con voz áspera y adormilada, apoyándose contra el marco de la puerta.

Kira se giró hacia él, con una sonrisa algo culpable en el rostro.

- Lo siento... solo quería preparar algo rápido, pero parece que me equivoqué de sartén. - Dijo mientras señalaba la sartén humeante, en la que algo se estaba quemando.

Kenji suspiró y se acercó para ayudarla, su cansancio disipándose ante la situación.

- Vamos, déjame encargarme de esto, además, habían instrucciones del uso. - Decia Kenji con un tono suave mientras tomaba la sartén.

- Sabes perfectamente que no sé mucho japonés, ni coreano tampoco. - Replicó Kira, cruzando los brazos con cierta frustración. La sinceridad en su voz provocó una risa a su hermano, quien la miró con diversión.

- Entonces, será mejor que aprendas, hermana. - Respondió con una sonrisa traviesa mientras comenzaba a arreglar el desastre en la cocina. Ambos compartieron una risa ligera antes de concentrarse en terminar el desayuno.

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En un departamento modesto, Aiko, una joven de rostro sereno, entró cerrando el paraguas mojado con un ligero suspiro. La lluvia había sido implacable durante la noche, empapando todo a su paso. Mientras avanzaba hacia su puerta, se topó con un chico que reconoció vagamente como su vecino. Llevaba una camiseta de cuello de pico oscura y una chaqueta a juego, su mirada parecía perdida en algún punto indeterminado del pasillo.