V 15 de Septiembre 1643 20:34 p.m.

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Todo estaba en silencio, las aves ya no se escuchaban y el sol ya no estaba, se hallaba una profunda e inmensa oscuridad, pero un sentimiento de comodidad le impedía abrir los ojos; "¡Cain...!¡Despierta...!" lentamente comenzó a tomar conciencia, abriendo sus ojos con delicadeza, esa voz resultaba familiar... "¿Jooin?" por lo que entendía, aun no eran fechas de que estuviera por su nación, debía estar ya en corea.

– ¡Cain! Por los cielos...Menos mal que despertaste, de no ser así él... –

– ¿Él? –Rápidamente recordó a su hermano mayor, quien sería capaz de hacerle un gran escándalo por desmayarse, pero –¿Dónde estamos? –Al recorrer la habitación con su mirada, era notorio que no se trataba de su castillo.

– Bueno, veras... –Un gran portazo resonó en la habitación, cabellos largos, ojos dorados y pequeños, no tenía duda alguna, era él.

– ¿Yahwi? –El rey se acercó con rapidez al príncipe y lo abrazo, olvidando por completo modales algunos y a sus observantes sirvientes– ¿¡Qué haces aquí!?

– ¡Eso es lo que yo te pregunto a ti! –Se alejó de él con un leve empujón, mostrando un notorio enojo en su rostro– Mi sirviente te encontró en el patio trasero, ¡Agradece que solo los presentes en esta habitación te vieron! –Se levantó y salió de la habitación, haciendo sonar un nuevo portazo antes de irse.

– No se preocupe su majestad, suele enojarse muy a menudo con nosotros también... –Agrego instantáneamente una de las mucamas cuando vio el rostro del príncipe.

– ¡Es verdad! No le tome mucha importancia a su reciente actitud –Exclamo con prisa el consejero del rey

– Esta bien, no tienen por que molestarse en cubrirlo, entiendo que solo se preocupa por mi seguridad... –Se alegraba de verlo, pero le decepcionaba su reacción, aunque debía admitir que también estaba algo sorprendido por estar presente ahí, lo último que recordaba era...Nada.

– ¿Cómo llegaste aquí en primer lugar? –Dijo el comerciante con una preocupación notoria en su voz

– Ciertamente...No lo sé...Lo último que recuerdo es que estaba ayudando a una señora, llevando su canasta de comida... –

Todos se miraron entre si y un silencio incomodo lleno la habitación "Iré a buscar al rey" agrego una de las mucamas, saliendo así de ese incomodo silencio y dirigiéndose a la recamara del rey; toco la puerta acompañado de un "Con su permiso mi lord".

Desde la habitación donde se encontraban repartiendo diferentes preguntas se escuchó un gran grito, proveniente de la mucama, todos se alarmaron y corriendo en su dirección, donde la joven se encontraba espantada y cubriendo su boca con ambas manos, Canis se adelantó y paso por un costado de la mucama, aun con la oscuridad cubriendo la mayor parte de la habitación, la luna dejaba presenciar una escena horrible, la sangre cubría el escritorio junto a los papeles que había sobre él, un cuerpo ya sin vida que yacía sobre la silla del escritorio, la sangre provenía de su boca y abdomen, donde en él tenía clavada la daga que le había enviado apenas hace unos días, con lo que parecía ser una nota colgado de su empuñadura, el príncipe se acercó con una lluvia de emociones junto a él, extrayendo lentamente el arma del cuerpo para leer con mayor claridad lo que dijese aquella nota:

"Los sueños nunca llegan a ser del todo bellos"

La letra ocupaba todo el trozo de papel, "Sueños" se repitió a sí mismo, cuando a la nota le comenzaron a caer gotas de agua, las lágrimas de Canis fueron incontrolables, rompió el papel con todo el odio posible que podía sacar.

– Si esto es un sueño, entonces no quiero seguir en él... –Se acercó al cuerpo de nuevo, acortando la distancia entre ambos y, con sus continuas lagrimas brotando de sus ojos, dejar un beso, tierno y cálido contra sus amargos y fríos labios. – Si es un sueño, espero despertar contigo luego de pasar esta pesadilla...– Agrego con una débil sonrisa para luego besar la mano del contrario y, clavarse la daga en el corazón, junto a la sangre de su amado rey.

– ¡Cain! –Grito como pudo el comerciante, ya que su voz se cortaba por las lágrimas, al instante cayó al suelo y comenzó a llorar de nuevo.

– Gracias...Por todo...Jooin... –Antes de que su cuerpo dejara de responderle, se arrodillo frente al ya difunto rey y dejo caer su cabeza entre sus piernas; el fugaz verde en sus ojos dejo de brillar, antes de que él pudiera de cerrar sus ojos...


Fin...(?)

Postal a la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora