II 10 de Octubre de 1643

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Un pequeño rayo de sol pasa por entre las oscuras cortinas, unos bellos ojos verdes se abren ante el choque, se libera de las sabanas un cuerpo bien formado semidesnudo; se acercó a las cortinas y las abrió de par en par. Un deslumbrante sol ilumino el rostro sonriente del futuro heredero, Canis Lupus.

- ¡Hoy será un buen día! –

El joven alegre busco entre sus prendas algo simple para salir al pueblo; pasos se escucharon detrás de la puerta y antes de que la puerta emitiera algún sonido por el golpe, el príncipe salió a atender al sirviente que le traía su desayuno.

- Joven amo, lo veo ya preparado antes de que pudiera ayudarle. -

- Vamos señor Casimir, le dije ya varias veces que solo me diga Cain. –

Con una sonrisa cerró la puerta detrás de él y luego volteo para tomar la manzana que venía en la bandeja del desayuno, puso una mano en el hombro del mayor y nuevamente con una sonrisa agrego:

- Iré al pueblo para encontrarme con alguien ¡Volveré antes del anochecer! –

Asintió para luego agachar la cabeza y suspirar; bajando por las escaleras rápidamente hasta que su hermano Aron se interpuso en su camino accidentalmente.

- ¿Vas de camino al pueblo de nuevo? –

Canis los miro algo intrigado, puso su mano detrás de la nuca y algo confundido le pregunto "¿Cómo lo supiste?" a lo que su hermano mayor siguió su camino lentamente, volteo a verlo y respondió: "Siempre estas así de alegre cuando vas al pueblo". Con un pequeño sonrojo siguió caminando, esta vez más tranquilo y tímido, paso por la cocina para verificar que no faltaran ingredientes para la cocina, pregunto si necesitaban algo del mercado, las criadas solo agradecieron, pero negaron algún ingrediente faltante. Así fue como Canis se dirigió al mercado, alegre, saludando a todos los pueblerinos y jugando con los más pequeños; mientras se encontraba concentrado en esos asuntos vio a un joven con una mochila más grande que él observando entre el público, rápidamente se despidió con una reverencia de todos para acercarse al joven de cabello castaño.

- ¡Jooin! -

Abrazo al más bajo desde la cintura y lo levanto alto, al tener sus pies en la tierra le sonrió para luego hacerle una petición "Vayamos a un lugar más privado Canis", asintió y siguió al joven vendedor.

Su caminata los mando fuera del pueblo, al bosque, donde una pequeña cabaña con poca iluminación los recibió en su interior; Jooin dejo su mochila en el suelo y comenzó a buscar en lo más profundo de ella el paquete que hace un mes Yahwi le había entregado. En cuanto lo tuvo en sus manos, sacudió la tierra que lo cubría para entregárselo al príncipe.

- Dime algo Jooin... -Dijo Canis antes de tomar el paquete- ¿Le agrado el regalo que le envié? -El remitente de estas cartas se quedó en silencio un momento, no sabía cómo responderle y su cuerpo solo se tensó ante la pregunta, a diferencia de Yahwi, Canis era fácil de ilusionar y no quería usar las palabras equivocadas. Durante su pensamiento sintió como el peso del paquete se alivianaba, al levantar su vista Canis se mantenía con una sonrisa forzosa, aferrándose al paquete con unos ojos tristes- No hace falta que mientas Jooin, de seguro pensó que caí en algún tipo de estafa por esa historia tan ridícula...-

- ¡Claro que no! Solo que no me diste tiempo a responderte Canis... -Desvió su mirada y unas rápidas palabras pasaron por su mente para formar una oración- No es que no le allá gustado... -Suspiro- Solo se preocupó de que te hubieran estafado, eso es todo... -

El príncipe sonrió desanimadamente, inhalo fuertemente el aire y luego poso las manos en su propia cintura, sacando pecho.

- ¿Cuántas veces te eh dicho que me digas Cain? -Soltó un pequeño suspiro para luego cruzarse de brazos y agregar más alegría en su sonrisa. - Además, está bien si no le agrado el regalo, no hace falta que mientas para hacerme sentir bien...De todos modos...Gracias... -

El joven comerciante solo bajo su cabeza para ocultar su tristeza, conocía bien la historia de ambos, quería que al menos fueran felices al recibir sus cartas, pero se sentía inútil por no poder hacerlos felices con sus entregas.

- Perdón, lamento no serle de mucha utilidad y solo ser un simple comerciante que entrega sus cartas, pero... -Apretó gentilmente sus puños para armarse de valor- Perdón, pero... -Canis inclino su cabeza para un costado con duda, por su cabeza pasaba na pregunta: "¿Por qué?". Cuando estaba a punto de decir algo Jooin lo interrumpió- ¡Ambos son unos tontos! –De un momento a otro su rostro tomo color carmesí, si bien ya llevaban mucho tiempo compartido con ambas noblezas, no quitaba el hecho de que aún les tuviera miedo.

A diferencia de lo que pensaba, Canis soltó una baja risa, este momento era inigualable. Apoyo su mano en el hombro del contrario y con una voz tranquila se dirigió a él.

- Querido Jooin, en primer lugar, no eres inservible, eres una persona muy útil y de mucha confianza de ambos, haces bastante al correré le riego de llevar nuestras cartas y regales de un lugar a otro, eres muy valiente. Y en segundo lugar... -Tomó una pequeña pausa, donde desvió su mirada a un costado para seguir hablando- No es que seamos tontos...Es solo que decir lo que siento es más complicado de lo que parece...O al menos para mí, no sé cómo se debe sentir Yahwi en estos momentos...

Jooin aflojo su cuerpo, sintiendo algo de alivio al saber que no se había enojado, bien sabía que Canis no era del tipo que perdiera la compostura por solo por elevarle la voz, pero aun así se sintió como un peso menos de encima. Al sentir como su rostro tomaba altura gracias a que unas suaves manos blancas se apoyaban en su mentón, chocando con los atrapantes ojos verdes del príncipe.

- Ya no piensas más de ese modo Jooin, eres muy importante como nuestro mensajero personal –Levanto su otra mano para acariciar los cabellos rizados del más bajo y desordenarlos un poco- Creo que es hora de que vuelva al palacio, tengo algunos deberes los cuales debo terminar -Soltó por completo al comerciante para desperezarse un poco- ¿Me acompañaras de camino al castillo? –Hablo aun manteniendo su sonrisa.

- Me gustaría, pero también debo terminar algunos quehaceres... -Canis se desanimo un poco y simplemente se dirigió a unos cajones de madera en mal estado, pero sin sacar de lado su utilidad- A–aunque si usted lo desea...Puedo acompañarle...-Al escuchar esas palabras sintió algo de temor, como si el contrario se sintiera obligado pero alguna extraña razón.

- No hace falta Jooin -Agrego casi al momento de que terminara de hablar- Tu también tienes deberes, ocúpate primero de eso. -Saco del cajón un envoltorio de tamaño medio, ancho tanto en su principio como fin, pero con curva por la mitad- Esto es lo que debes entregar ahora, te deseo el mejor de los viajes Jooin...-Suspiro un poco y luego le entrego lo encomendado.

- ¿No enviaras una carta junto al regalo? –Lo miro de forma ingenua, soltó un pequeño "Pff" para ocultar su risa, rodeo al más bajo para ir en dirección a la mochila y guardar con cuidado el regalo con una leve sonrisa, volteo su cabeza para verlo nuevamente.

- Dentro del regalo esta mi carta...O al menos espero que se vea como una...-

Con una mirada confundida se acercó al gran bolso para colocarlo en su espalda y salir de la pequeña cabaña, seguido por el príncipe; poco tiempo después de llegar al pueblo nuevamente, se despidieron con la mano y luego de fueron por distintos senderos.

El joven comerciante, ya en el puerto, busco a el conocido que le garantizaría un viaje seguro por mar. Si bien no era demasiado aficionado por los viajes en bote, con el tiempo logro adaptarse a ellos, dejando los pies de tierra firme y pasarlos a las maderas del navío miro hacia atrás, como si estuviera escaneando el lugar por última vez antes de marchar; cerro sus ojos y siguió adelante con su encomendado.

Postal a la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora