☆DIEZ☆

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El mágico fin de semana había acabado, con eso las dos parejas ya habían armado las maletas para volver a sus respectivas rutinas con pocas ganas.
Sesshomaru aprovechó a colarse en la habitación antes de salir para tomar una vez más a Kagome, ya que él mismo juraría no podría soportar hacerlo hasta llegar a la casa,  la morena no lo rechazó, pero se vió un poco esquiva en cuanto a las muestras de afecto de su amante que gadeaba en su oído.

  - Estás distraída- afirmó el peliplata

  - No, no.. es que ..nada, olvidalo-

Sesshomaru hizo caso omiso y siguió en  lo suyo tratando de concentrarse para complacerla pero todo terminó con ambos bastante tensos.
El camino a la cuidad no fue distinto,  y de casualidad intercambiaron alguna que otra palabra.
Y al llegar a destino fue aún peor...

  - Dejaré mis maletas en tu habitación ¿está bien?- Sesshomaru preguntó de manera capciosa, esperando la respuesta que esperaba.

En cambio Kagome lo miró con algo de sorpresa e indignación...

  - ¿Piensas mudarte a mi habitación?-

  - ¿Y tu piensas que dormiré solo, después de todo lo que hemos pasado estos días?- respondió él con otra pregunta.

  - No!. No podemos Sesshomaru, esa habitación era mía y de tu padre..eso sería.. eso...no, definitivamente no- acotó seria.

  - No me puedes decir que haremos como si no hubiera pasado nada entre nosotros Kagome-

  - No te diría eso, pero éste dormitorio era de tu padre, del que fue mi esposo durante años. Sería una falta de respeto a su memoria que tú..- Sesshomaru no le permitió continuar.

  -¡ Él está muerto ahora Kagome!- grito molesto por la negativa de su amante.

Kagome se encontraba entre la rabia y la tristeza por aquellas rudas palabras del peliplata y sin darle más opciones, lo echó del lugar cerrando de un buen golpe la puerta de roble.

Para su suerte bendita, el estrés de haberse encontrado con Naraku más la reciente discusión con Sesshomaru la hicieron llorar por horas; se sentía frustrada y agobiada.
Desde que su esposo había muerto su vida pareció convertirse en una novela trágica.
Llamó a la única que podría entenderla  y pidió sus consejos, quien a través del parlante del móvil no disimulaba asombro en versión de la morena.

  - Él también debe haberse molestado, llamó a Miroku y lo citó en el bar que frecuentan- explicó Sango, deduciendo que el peliplata habría recurrido a su esposo para también desahogarse.

Y tras la insistencia de su amiga, Kagome se arregló para encontrar "casualmente" a este par en el mismo lugar.

~~~~~~~~Mientras tanto...

  - ¡Es una absurda e infantil caprichosa!- Sesshomaru se quejaba una y otra vez.

  - Vamos, Sesshomaru, debes entenderla. Le estabas exigiendo algo muy íntimo y recuerda que ella perdió a su esposo hace muy poco tiempo.- razonaba el abogado.

  - No creo que sea algo tan imposible de conceder. Solo pido que me deje estar a su lado. Pienso que no significa nada para ella lo que está sucediendo entre nosotros...- su expresión se endureció al admitir en voz alta lo que tanto temía.

Esa mujer lo estaba volviendo loco y parecía un pobre mendigo detrás de un poco de afecto.

La conversación fue interrumpida por una voz femenina bastante chillona.

  - ¿Que..que haces aquí?- el asombro de Taisho no pudo ocultarse.

  - Su madre me envió con un protecto urgente. Me alegra tanto encontrarlo tan pronto!- exclamó la jovencita de cabello caoba.

Confundido, Miroku miraba la escena y pronto su amigo se percató que estaba acompañado y presentó a la dama.

  - Ella es Rin. Mi secretaria en América.-

Pero al parecer había algo a trasfondo para el abogado que con sospecha miraba la actitud de la chica quien tocaba con mucha confianza a Sesshomaru.
La situación se volvió un poco más escabrosa al notar como su esposa, llegaba junto a Kagome quien traía una mirada aterradora.

En pocos segundos estaban todos juntos.

  - Que linda casualidad...- decía con ironía Sango.

  - ¿Que hacen aquí, cariño?- Miroku conocía demasiado bien a Sango y sabía perfectamente que ese encuentro no era una simple casualidad.

Entre todo el intercambio de palabras, Sesshomaru y Kagome se miraban fijamente sin hablar.
Rin había sido su amante en varias oportunidades y era demasiado evidente la excesiva confianza de la chica hacia él.
La azabache se sentía incómoda y con un sabor amargo en la boca.  Después de un buen rato la chica le preguntó a Sesshomaru donde se estaba hospedando para acompañarlo.

  - Me estoy alojando en su casa- respondió al tiempo que hizo incapie con un movimiento al otro lado de la mesa.

  - Puedes quedarte si quieres- ofreció Kagome ante la sorpresa de todos.

Era sabido que no le ofrecía alojo a cualquiera pero en la mente de la reciente viuda, si se negaba le demostraría a Sesshomaru sus celos que intentaba disimular a toda costa.
El viaje fue extraño.
Kagome terminó por volver en el coche de su hijastro junto a la muchacha que parecía no callarse nunca. Le dolía la cabeza y estaba de mal humor, más cuando recordaba la razón de la discusión con el peliplata horas antes.
Al llegar, Kagome le dió un breve recorrido a Rin y puso a su disposición lo que necesitara.

  - ¿Dónde dormiré?- esa simple pregunta fue algo que no había pensado con claridad.

Solo tenia un dormitorio de invitados.

  - Yo ocupo el cuarto de huéspedes, te haré lugar - Sesshomaru lo comentó con total tranquilidad.

La mirada de Rin se iluminó de forma inmediata.
A Kagome le dió un coraje enorme e hizo añicos la ilusión de la muchacha, interrumpiendo de manera casi grosera..

  - En realidad ese dormitorio está desocupado, Sesshomaru tiene unas cosas allí pero ya mismo las sacará para hacerte lugar-

El peliplata sonrió triunfante.
Rin se mostró confundida y molesta.
Y Kagome... ella no dejaba de pensar que era lo que estaba haciendo.

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Retomo fics viejitos.
Trataré de actualizar en esta semana, más seguido.

L@s leo!

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