❝𝐒𝐮𝐠𝐮𝐫𝐮: "Dime que me amas, aunque sepa que no es verdad. Sólo necesito oírte decirlo por lo menos una vez. Te lo pediré de rodillas como un buen chico."
𝐒𝐚𝐭𝐨𝐫𝐮: "Quédate cerca mío, no sé quién soy cuando me dejas, no sé que hacer sin t...
TW: Capítulo largo, mención nada cuidadosa de Snuff Porn, alto contenido de violencia (asesinato, tortura, mutilación, agresion física), mención leve de prostitucion, insinuación de enfermedad mental, etc...
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Naoya era y es un artista incomprendido, si es que se le puede llamar arte a los horrores a los que se dedica.
Le gusta el cine, las películas y la grabación, desde chiquito siempre tuvo el sueño de llevar sus cintas a los cines. Jugaba con una camarita que le regalaron sus papás para que grabase tanto como quisiera del mundo.
La camarita trajo consecuencias, habria sido mejor no regalarle nada y cortarle las alas. Hacerle un favor al mundo, o almenos, a las mujeres que grabó.
Su arte no era arte, y para todo el que lo viera, resultaba vomitivo.
Lo que en su adolescencia empezó como una simple grabación de encuentros sexuales con sus parejas, terminó en una compilación de cintas que captaban horribles torturas a mujeres inocentes siendo golpeadas, abusadas y mutiladas. Eroguro, era como denominaba él la línea que seguía para sus enfermizos filmes. Vendidos como pan caliente en el mercado negro, pagados con cifras repugnantes por su alto costo.
Hizo una cantidad asquerosa de dinero con la cinta que grabó de tí.
Él, en todos sus años como director de cine, vió cómo las protagonistas de sus videos perdían el ímpetu de supervivencia, se resignaban al injusto castigo. Al final siempre imploraban por compasión o muerte.
Contigo, el axioma al que Naoya vivía aferrado, se hizo añicos y sintió chispas en las puntas de sus dedos mientras grababa.
Aquel entonces, él ya no sabía si estaba filmando un video más de una mujer siendo abusada. Porque creyó que lo que estaba presenciando ese instante... era un exorcismo.
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La ropa de stripper es incómoda, tu frente empieza a sudar por el calor acumulándose debido al material barato de la peluca en conjunto con el aire pesado del burdel que carece de ventanas. El ambiente apesta a sexo, sudor, alcohol y tabaco entre otras drogas pesadas. Combinación típica de clubs nocturnos extasiados. Y muy pronto, también empezará a oler a muerto.
