❝𝐒𝐮𝐠𝐮𝐫𝐮: "Dime que me amas, aunque sepa que no es verdad. Sólo necesito oírte decirlo por lo menos una vez. Te lo pediré de rodillas como un buen chico."
𝐒𝐚𝐭𝐨𝐫𝐮: "Quédate cerca mío, no sé quién soy cuando me dejas, no sé que hacer sin t...
TW: Trauma bonding, Choking kink, conductas violentas, relaciones de poder, trastornos psicológicos, intento de asesinato, suicidio.
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Satoru's Memories.
No eres un niño índigo, hasta que te dicen que eres un niño índigo. Y cuando te dicen lo que eres —de acuerdo con la confusa definición de las pseudociencias—, creces como un bastardito pretencioso, porque la teoría de un estudio poco viable dice que, en efecto, naciste siendo mejor que los demás en todo.
A mi me adoctrinaron para creerme mejor que los demás, mucho antes de recibir la noticia que validaría por completo esa creencia. Entonces ya no estaba siendo pretencioso. Estaba reafirmando una verdad de idolatría hacia mi mismo.
Que sin una micra de vergüenza, alimentaron toda mi vida.
Fue una muy mala idea seguir creciendo con una megalomanía tan duramente introducida en todos los surcos de mi cerebro... O quizá fue una muy buena idea, era lo que pensaban mis neuróticos, pero pudientes padres. Me malcriaron bien.
El dinero altera tu percepción de la realidad, lo supe cuando yo mismo lo empecé a experimentar, tener más que el resto implica desvalorizarlo todo, incluso la vida propia y la agena.
Y, cuando cumplía catorce, una sirvienta se suicidó por culpa mía.
Mis papás eran quienes decidieron pasar pánico por mí, recitaban un sin fin de chácharas diciendo que no me sienta culpable, que la sirvienta ya estaba algo loca desde que llegó, que nadie se enteraría porque eso mancharía la reputación de la familia.
Nos mudamos a las semanas a otra ciudad con la excusa de que la familia debe expandir sus negocios. Hablar de trabajo a veces te libra de ser investigado.
En fin, fue un momento realmente satírico impulsado desde los miedos de mis cobardes padres. Aunque no me dio mucha gracia, porque bueno... asesiné alguien de forma indirecta haciendo que se ahorcara con una cuerda.
Pero por dentro pensé que, tratándose de mi, pude haberlo hecho mejor. El cuello es una de las partes más delicadas del cuerpo humano, yo no habría usado una cuerda sabiendo que podía usar mis propias manos.
Creo que los niños índigos pueden despertar comportamientos sadistas en algún momento de su desarrollo. O quizá solo me estoy proyectando para justificar el degenerado gusto que le adquirí al ahorcamiento tras soñar repetidas veces con aquella sirvienta.
Cuando perdí la virginidad a los quince con una profesora del colegio, pude darle un fin de goce compartido a mis gustos. Asfixiar y humillar durante el acto sexual es un double win para ambas partes, sin agregar muertes problemáticas de por medio.
Creo que jamás me había sentido tan realizado después de razonar sobre algo en particular.
Y luego de pasar por aquella profesora, fui por compañeras en común dentro del colegio.
