San Francisco. Invierno de 2019.
La ciudad estaba cubierta por una ligera neblina, esa bruma que envolvía las calles como un manto de misterio, como si la misma ciudad susurrara secretos entre las sombras de los rascacielos y las luces parpadeantes de la bahía.
Emilia de la Torre, una joven de 20 años, caminaba por el campus de la Universidad de California, donde todo parecía al borde de un gran cambio. La recta final de su carrera de Psicología y Ciencias Computacionales estaba cerca, pero su mente vagaba por otros pensamientos, por otro rostro.
Era temprano, las 7:30 a.m, y el aire frío de la mañana le calaba los huesos. Llevaba puesta su chaqueta de cuero negro, esa que Thiago Oliveira le había regalado en su segundo aniversario. Sus manos, metidas en los bolsillos, se cerraban en puños, no por el frío, sino por la angustia que empezaba a apretar su pecho cada vez que pensaba en él.
Thiago estaba en su último semestre de Ingeniería de Sistemas Computacionales, pero últimamente parecía que estaba en otra parte, mucho más lejos de ella de lo que podían medir los pasillos del campus.
El edificio de la Facultad de Ciencias Sociales estaba a un par de cuadras de donde ella se encontraba, pero Emilia decidió hacer un desvío y caminar hacia la Facultad de Ingeniería. Había algo que necesitaba entender, algo que no cuadraba en la distancia creciente entre ellos.
Thiago siempre había sido un enigma. Tenía ese atractivo innato, una mezcla de rebeldía y brillantez, con esa sonrisa medio torcida que podía encantar a cualquiera. Su cabello negro, siempre desordenado, y sus ojos verdes, que parecían contener todas las respuestas del mundo, lo hacían el centro de atención sin siquiera intentarlo.
A los 20 años, Thiago ya había hackeado sistemas que la mayoría de los profesionales no se atreverían ni a mirar. Pero con esa habilidad, venían tentaciones que Emilia sabía que él estaba empezando a abrazar. O eso intuía.
Cuando llegaron a la universidad, ambos sabían que eran inseparables. Se conocieron en una clase de introducción a los algoritmos, y desde entonces no hubo un solo momento en que no se sintieran atraídos por la mente del otro.
Su relación no era una de esas de cuentos de hadas; ambos eran demasiado complejos para eso. Ella, con su lógica implacable y su análisis psicológico, y él, con su visión del mundo como una red infinita de oportunidades y peligros. Pero ahora, en su último año juntos, el abismo entre ellos empezaba a hacerse más evidente, y la distancia era más que física.
Emilia lo encontró en el aula de sistemas complejos, una sala repleta de pantallas y cables que se enredaban como los pensamientos de Thiago. Estaba solo, como siempre, programando algo en su laptop. Las manos de Thiago se movían rápidamente sobre el teclado, como si el código fluyera de él de manera instintiva. Pero cuando Emilia se acercó, él no levantó la vista. El silencio entre ellos se hizo evidente.
—¿Vas a seguir evitándome? —La voz de Emilia rompió el aire. No era un reproche, más bien una súplica envuelta en una pregunta. Ella lo conocía mejor que nadie, sabía que había algo que él no le estaba diciendo, pero lo que no sabía era si estaba lista para escuchar la verdad.
Thiago se detuvo un segundo, el sonido del teclado cesó. Sus ojos la miraron, pero no como antes. Ahora había algo más profundo, una tristeza y un cansancio que no había estado allí antes.
—No es tan simple, Emilia —murmuró, bajando la vista otra vez al brillo de la pantalla—. No lo entenderías.
—Entonces explícame. —Emilia dio un paso adelante, acercándose a él, sintiendo el frío metálico de las máquinas a su alrededor, pero también el vacío emocional que crecía entre ellos—. Te he visto más distante, y quiero saber por qué. ¿Es esto por tu trabajo? ¿O es algo más?
Thiago suspiró, cerrando su laptop de golpe. Se levantó, alzando la vista hacia la ventana donde el campus parecía tan ajeno a lo que ellos vivían. La luz gris del día filtraba sus rayos, y ambos quedaron envueltos en una atmósfera de incertidumbre.
—Estoy metido en algo grande, Em —dijo al fin, con la voz quebrada—. Algo que puede cambiarlo todo. Es peligroso, y no puedo dejarlo, no ahora.
El corazón de Emilia dio un vuelco. Sabía que Thiago tenía sus demonios, sabía que había hecho cosas cuestionables, pero esto sonaba diferente. Sonaba definitivo.
—¿Qué tan grande? —preguntó ella, tragando el miedo que empezaba a subir por su garganta.
—Lo suficientemente grande como para que no pueda quedarme aquí —dijo, sus palabras más pesadas que nunca—. Después de este semestre, me iré, Emilia. No hay vuelta atrás.
El tiempo pareció detenerse en esa confesión. Ella lo miró, incrédula. Durante tres años, habían compartido todo, desde sus teorías más descabelladas hasta sus sueños más íntimos. ¿Y ahora él simplemente se iría, dejándola atrás?
—No puedes irte, Thiago. No así. —El tono de Emilia se volvió más urgente, una mezcla de enojo y dolor que no podía contener.
—Es lo único que puedo hacer. —Thiago se giró hacia ella, y por primera vez en mucho tiempo, permitió que su vulnerabilidad asomara—. Si me quedo, te arrastraré conmigo. No puedo hacerte eso.
—¿Y crees que alejarme es la solución? —Emilia dio un paso más, hasta quedar frente a él, sintiendo su respiración acelerada—. Lo que sea que estés haciendo, lo enfrentaremos juntos, como siempre lo hemos hecho.
Thiago bajó la mirada, como si sus ojos ya no pudieran sostener el peso de las decisiones que había tomado.
—No esta vez, Em. Esta vez, estoy solo.
Y así, en ese frío salón lleno de cables y pantallas, Emilia sintió el primer quiebre real en su relación. No fueron los gritos, ni las discusiones lo que los separó. Fue el silencio, esa verdad no dicha que se interpuso entre ellos. Thiago se fue antes de que ella pudiera detenerlo, y el vacío que dejó fue imposible de llenar.
Cinco años más tarde, cuando San Francisco había cambiado tanto como ellos, ambos se reencontrarían. Pero lo que no sabían es que en el tiempo que habían estado separados, las decisiones que tomaron les habían marcado para siempre.
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String: Una Promesa Inquebrantable
RomanceEmilia de la Torre y Thiago Oliveira son dos almas destinadas a reencontrarse en un mundo dominado por códigos y secretos. Emilia, una psicóloga e informática forense de renombre en San Francisco, ha construido su vida sobre la base de la justicia...