String: Una Promesa Inquebrantable

Capítulo 5: Recuerdos Imborrables

El viento frío del Embarcadero rozaba la piel de Emilia mientras veía a Thiago a unos metros de distancia. A pesar de los años que habían pasado, la sensación que la envolvía en ese momento era como si el tiempo no hubiera transcurrido. ¿Qué haces aquí, justo ahora?, pensó, pero el silencio era más fuerte que cualquier palabra. La realidad era que había tantas cosas que no estaban dichas, tantos recuerdos que permanecían en la sombra.

Y mientras sus ojos se encontraban con los de él, los recuerdos comenzaron a inundarla. Dolorosos, intensos, como una tormenta que la arrastraba sin compasión.

---

Cinco años atrás, cuando todo parecía más fácil y a la vez tan confuso. Emilia y Thiago parecían ser la pareja perfecta desde fuera. Los dos se complementaban, al menos en apariencia. Ambos tenían metas claras, compartían risas, y las primeras etapas de su relación fueron todo lo que Emilia había soñado. Era esa clase de amor donde sientes que el mundo desaparece cuando están juntos. O al menos, eso creía ella.

Pero con el tiempo, las grietas empezaron a aparecer. No fue un cambio repentino, no fue una gran pelea o una traición desgarradora. Fue algo más sutil, algo que sucedió lentamente, sin que Emilia lo notara del todo hasta que fue demasiado tarde. Thiago comenzó a alejarse.

El primer signo fue su desinterés. Emilia lo notó cuando él empezó a cancelar planes con mayor frecuencia. A veces con excusas de trabajo, otras simplemente porque estaba cansado. Recordaba una tarde en particular, una de esas tardes que te dejan una espina clavada en el corazón.

-"Hoy salimos temprano, ¿qué tal si cenamos en tu lugar favorito?"-, le había propuesto ella con emoción.

-"No puedo, Ems. Estoy agotado. Quizá otro día, ¿vale?"-, respondió él, sin levantar la mirada de la pantalla de su teléfono.

Quizá otro día... Esas palabras se volvieron tan comunes que dolían más cada vez que las escuchaba. Emilia lo dejó pasar las primeras veces. Todos tienen malos días, pensaba. Esto es solo una fase, el estrés del trabajo, la universidad, las responsabilidades... todo mejorará cuando Thiago se relaje un poco. Pero el problema no era el estrés, ni el trabajo, ni los estudios. El problema era más profundo.

Thiago se había convertido en alguien distante, casi indiferente. Las conversaciones entre ambos se volvieron monótonas, carentes de esa chispa que los había unido al principio. Emilia, quien alguna vez sintió que podía compartir todo con él, se encontraba cada vez más en silencio cuando estaban juntos. Las pocas veces que intentaba hablar sobre lo que le preocupaba, él desviaba la atención o le restaba importancia.

-"No lo pienses tanto, Emilia. Todo está bien"-, solía decirle, sin darse cuenta de que esas palabras hacían más daño que bien. Porque no, no estaba todo bien. Y ella lo sabía. Pero él, aparentemente, no.

Uno de los recuerdos que más la marcaba sucedió una noche, justo antes de que las cosas se derrumbaran por completo. Estaban en una fiesta de fin de año en el distrito financiero de San Francisco, rodeados de amigos y colegas. La música estaba a todo volumen, la gente reía, y Emilia intentaba disfrutar la velada, aunque sabía que algo no estaba bien. Había intentado acercarse a Thiago varias veces esa noche, buscando un momento de intimidad entre la multitud, pero él siempre encontraba una excusa para alejarse.

-"Regreso en un segundo"-, le había dicho mientras se dirigía al bar a buscar una bebida. Pero los segundos se convirtieron en minutos, y luego en horas.

Emilia lo vio desde lejos, conversando con un grupo de amigos, sonriendo, riendo como si no tuviera una preocupación en el mundo. Se preguntaba si alguna vez había sentido lo mismo por ella, esa conexión que para Emilia parecía haberse esfumado sin explicación. ¿Alguna vez fui importante para él?, pensaba mientras lo observaba a distancia. La respuesta se hacía cada vez más clara con el pasar de los minutos: Quizá nunca lo fui lo suficiente.

Poco después de esa noche, llegó el golpe final. Fue Thiago quien decidió terminar la relación, en un acto que para Emilia fue como arrancarse un pedazo de su alma. No fue una conversación larga, ni tampoco hubo lágrimas de su parte. Fue una despedida tan fría y calculada como todo lo que había sido la relación en sus últimos meses.

-"No puedo seguir con esto, Emi No siento lo mismo. Creo que es mejor que cada uno siga su camino"-, le había dicho, con la misma frialdad que usaba para hablar de cualquier tema cotidiano.

Esas palabras retumbaron en la cabeza de Emilia durante semanas, meses... ¿No siente lo mismo?. Había algo cruel en la simplicidad de esa frase. ¿Acaso alguna vez sintió algo profundo?. Thiago parecía tan distante, tan ajeno al dolor que estaba causándole, que Emilia se preguntaba si él siquiera era consciente de lo que sus palabras significaban para ella. Pero para él, todo parecía claro, simple. Terminaba la relación y seguía adelante. Y lo hizo.

Thiago desapareció de su vida con la misma facilidad con la que había dejado de estar presente en su relación. Lo que más dolía no era el hecho de que la relación hubiera terminado, sino la indiferencia con la que Thiago lo hizo. Como si ella nunca hubiera sido más que un capítulo pasajero en su vida.

---

De vuelta al presente, Emilia no podía evitar preguntarse si Thiago había cambiado, si aquel hombre que estaba a unos metros de ella era diferente al que había conocido. Porque la persona que había amado, o mejor dicho, la persona que creía haber amado, la había dejado con un vacío que tardó años en llenar. Y aunque el tiempo había pasado, algunas heridas nunca cicatrizan del todo.

¿Qué haces aquí, Thiago?, se preguntó una vez más, sin decirlo en voz alta. Pero no importaba. Porque a pesar de todo lo que había pasado, a pesar de los años, de las cicatrices, allí estaban, mirándose en medio de la brisa fría de San Francisco. Y por un instante, todo lo que había sido quedó suspendido en el aire.