Y te daré todo el tiempo que necesites

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Prompt: Lucero y Mijares enfrentan un momento difícil a la mañana siguiente después de haber pasado la noche juntos.

Atención: Mención de bebida alcohólica y sexo.



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Lucero se despertó con un leve dolor de cabeza y una sensación de confusión que parecía envolver su mente en una neblina. Intentó levantarse de la cama, pero el hormigueo en su cuerpo y la desorientación hacían que cada movimiento fuera difícil.

Al mirar alrededor de la lujosa habitación, vio el caos. La ropa estaba esparcida por el suelo de mármol pulido, como si una tormenta hubiera pasado por allí. Botellas de vino vacías estaban tiradas descuidadamente, algunas aún con manchas de vino tinto que habían goteado, creando pequeños charcos oscuros.

Fue entonces cuando Lucero se dio cuenta de algo que la hizo congelarse. Estaba completamente desnuda. Un shock recorrió su cuerpo al constatar la realidad de la situación. La vergüenza la golpeó con fuerza, y el pánico comenzó a crecer. Se levantó lentamente, intentando ser lo más silenciosa posible. Su cuerpo aún estaba desnudo, y la idea de salir de esa situación sin ser vista era desesperante.

Mientras intentaba vestirse, Mijares comenzó a moverse y se despertó con un bostezo. Sus ojos aún somnolientos se abrieron y se fijaron en Lucero. Él la vio desnuda, y su mirada fija le hizo sentir un frío en la espalda.

Lucero se giró hacia él, y su rostro se puso completamente rojo al darse cuenta de que él la observaba fijamente. Intentando desesperadamente cubrirse con la ropa, tropezó y casi cayó, aumentando su vergüenza y bochorno. Pero entonces, al mirar a Mijares, sus ojos se abrieron como platos al contemplar la visión de él completamente desnudo a la luz del día. La escena la dejó en un estado de pánico absoluto, su mente corriendo en mil direcciones mientras intentaba procesar lo que estaba viendo.

"No, por favor. No mires. Yo solo... yo solo quiero salir de aquí," imploró Lucero, con un tono desesperado y tembloroso, casi llorando. Mijares intentó desviar la mirada, pero la vergüenza era evidente en su rostro. Su mente corría para encontrar las palabras adecuadas, algo que pudiera calmar a Lucero y, al mismo tiempo, enfrentar la seriedad del momento.

"Lucero, entiendo que estés avergonzada y que todo esto sea demasiado, pero-"

"No, no, no..." ella interrumpió, con la respiración entrecortada e irregular. El pánico era palpable en cada palabra, su voz temblorosa y al borde del desespero. "No digas nada, por favor. Solo quiero irme." Sus ojos estaban llenos de lágrimas a punto de desbordarse. Cada parpadeo era una lucha para contenerlas, para mantener alguna apariencia de control. Mordía sus labios con tanta fuerza que casi se los lastimaba, en un intento desesperado de evitar el llanto inminente.

Lucero murmuraba para sí misma, con la voz quebrada por la angustia. "¿Qué hicimos? ¿Cómo llegamos a esto? No puedo creer que esto esté pasando..." Se movía de un lado a otro, tratando de vestirse sin dejar de evitar el contacto visual con Mijares, su mirada desviada constantemente. Cada vez que sus ojos se cruzaban brevemente con los de él, sentía un estremecimiento de vergüenza que hacía que su cuerpo se contrajera involuntariamente.

Mientras se vestía, sus manos temblaban, y las palabras seguían saliendo de sus labios en susurros inaudibles. "Esto es un desastre... Nunca debió haber pasado... Solo necesito salir de aquí..." Cada vez que intentaba ajustar su ropa, el pánico la hacía cometer errores. Se pasaba una y otra vez por la misma pieza de ropa, su mente nublada no lograba concentrarse en las tareas simples. El silencio entre ellos era espeso, cargado de una tensión palpable que parecía ahogar el aire en la habitación.

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