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Criston se encontraba agotado, esas señoras lo trataban como si él fuera de porcelana frágil, haciendo absolutamente todo por él, extasiado se metió al baño y empezó a rascar su cabeza con desesperación, se miró en el espejo con enojo, prácticamen...

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Criston se encontraba agotado, esas señoras lo trataban como si él fuera de porcelana frágil, haciendo absolutamente todo por él, extasiado se metió al baño y empezó a rascar su cabeza con desesperación, se miró en el espejo con enojo, prácticamente ahora tenía la ropa que nunca había tenido antes pero se sentía hostigado y manoseado.

Se echó agua en la cara y empezó a respirar ruidosa y controladamente sentado en la tapa del retrete, definitivamente debía de acostumbrarse a esa vida, presiono el botón haciendo que el retrete votará el agua, necesitaba que fuera creíble su urgencia por utilizar el baño.

Salió enfrentándose una vez más a las mujeres que lo vestían y alagaban así la prenda le quedará hedionda.

Alrededor de cuatro horas de sufrimiento pasó en esa casa, hasta que por fin salió, desafortunadamente su camino fue otro martirio, cuatro camionetas escoltandolo, su chofer respondiendo con monosílabos a sus preguntas y manteniendo su distancia.

Todos lo trataban con respeto, tajante y algunos con asco, asco que Criston sabía que era envidia.

Jamás había deseado tanto estar encerrado en esa habitación solitaria que tenía antes.

Llegó a esa despampanante mansión, bajando casi que corriendo, ignorando a la mujer que entraba con una bolsa de tela en la cabeza. Poco después sintió el brazo de alguien rodear su cuello y caminar junto a él.

- Hola. - saludo animado el alfa el cual se veía a simple vista que estaba en su propio viaje.

- Hola. - saludo con duda, no confiaba nunca en alguien que no tuviera sus cinco sentidos.

- Soy Viserys. - se presentó el alfa señalándose a si mismo, para luego alejarse y abrir el portón grande y dirigirlo al patio.

- Lo sé. - el omega contesto dudoso de si estaba haciendo bien en venir a este lugar con el hermano de su alfa.

- Quieres ayudarme, escuché por ahí que tienes un don increíble en las batallas cuerpo a cuerpo. -

- ¿En qué precisamente? - cuestionó con cautela, dudando si al alfa al cual servía estaba al tanto de ello.

- Tranquilo niño, Daemon mencionó que has pedido matar tiempo, ¿Que tan bueno eres con las armas? - cuestionó posicionándose frente a un pequeño estante de madera el cual tenía cantidades de armas.

- Soy bueno. - la seguridad que derrochaba fue suficiente para que aquello sorprendiera al alfa.

- Cuántas armas conoces. - el omega miro al estante, las conocía todas, pero algunas solo superficialmente, no conocía la magnitud de fuerza que debía de tener si llegaba a dispararla, pero no queriendo parecer un idiota contesto con seguridad.

- Todas. -

- Bien. - contestó el alfa para luego poner una G17 en su mano. - Dispara, omega. - la burla, más todo su agobiante día hizo que Criston tomara con fuerza la empuñadura y elevará su brazo.

Mafia Targaryen - Daeton -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora