A la mañana siguiente, Bulma se despertó en el sofá al lado de la cama de Vegeta. Se sorprendió al darse cuenta de que se había quedado dormida sin querer, algo que jamás había hecho. Al abrir los ojos, vio a Vegeta ya de pie, mirando su reflejo en el espejo del cuarto. Estaba sin camisa, observando las cicatrices de las batallas que marcaban su cuerpo.
—Estas heridas son un recordatorio de mi debilidad —dijo Vegeta, sin apartar la vista del espejo—. No debería estar aquí, perdiendo el tiempo con trivialidades.
Bulma se levantó, aún adormecida, y se acercó a él.
—Las cicatrices no son debilidad, Vegeta. Son un símbolo de lo que has superado, de lo que has vivido.
Vegeta la miró a través del espejo, sus ojos oscuros llenos de una mezcla de confusión y desafío.
—No entiendes lo que significa ser un guerrero Saiyajin, Bulma. La debilidad es inaceptable, y esta recuperación me está costando más de lo que debería.
Bulma lo tomó suavemente del brazo, obligándolo a girarse y enfrentarla.
—Escucha, Vegeta, nadie está cuestionando tu fortaleza. Pero incluso el más fuerte necesita tiempo para sanar. No hay deshonra en permitirte descansar.
Vegeta apartó su brazo de su agarre, pero esta vez, su gesto fue menos brusco.
—Eres testaruda, mujer. Tal vez más de lo que pensé.
Bulma sonrió de nuevo. Había algo en su manera de tratar a Vegeta que parecía desarmarlo, un poco más cada día.
—Supongo que lo aprendí de ti —respondió, con una chispa juguetona en los ojos.
Vegeta bufó suavemente, un sonido que, sorprendentemente, no era de desdén, sino de algo parecido a una risa contenida. Algo estaba cambiando en él, algo que no podía negar. Y aunque aún no estaba seguro de lo que significaba, por primera vez en mucho tiempo, no lo veía como una amenaza, sino como... una posibilidad.
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Nuestra Vida Juntos
FanfictionEn un mundo donde las batallas por la supervivencia del universo son parte de la vida diaria, el orgullo del príncipe Saiyan, Vegeta, se enfrenta al amor inesperado y el ingenio de la brillante científica Bulma. Esta historia narra el extraordinario...