capítulo 1.

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Al centro del mundo, a el infierno otomano.

Calypso Athanasiou.

—madre me toca ir a colocar el incencio al templo de la diosa Artemisa regresare antes que el sol caiga estaré en casa—dije en el marco de la puerta de la cocina mirando a mi madre con una gran sonrisa–

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—madre me toca ir a colocar el incencio al templo de la diosa Artemisa regresare antes que el sol caiga estaré en casa—dije en el marco de la puerta de la cocina mirando a mi madre con una gran sonrisa–.

—ve con cuidado hija mia—dijo mi madre mirandome antes de volver a cortar la carne de vaca que mi hermano había traido para la cena, la miro antes de tomar mi rumbo, amaba el templo de la diosa Artemisa, bueno el que hicieron en mi cuidad, aunque es muy complicada para pronunciarla, termine de colocar mis zapatos y salir de la casa y la mire gravando cada detalle de ella, nosotras sabiamos que teniamos que mirar y despedirnos por se sabiamos que un dia no podiamos volver a casa, grave cada detalle el color tierra de la casa, las flores creciendo por las ventanas y las paredes y ese tallado que estaba asiendo mi padre para mi mamá que quedo a medias por que el tuvo a ir a una misión a la capital de Grecia, asi que solo mire derecho y camine al templo-.

El templo se encontraba en un lago en medio de aquello para pasar teniamos que saltar en un camino de piedras pero aun asi te mojas los pies es una verdadera lastima, pero no me molestaba sinceramente el camino era un poco lejos de mi casa pero no me molestaba por que podia ver otras mujeres del pueblo y no me sentia tan sola, cuando llegue hice una reverencia y salte las piedras para entrar al templo, casi me resbale pero no paso nada, al entrar mi que no tenia incencio asi que lo preparé y lo encendí, cuando veo un ciervo tomar agua del lago pero tenia sangre de una de sus patas, con cuidado salgo para ir a verlo, se asusta pero no puede escapar el dolor era intenso, mire el cielo y ya casi no habia sol asi que lo ayude con prisa, pobre animal ellos no deben ser casados en esta zona.

Cuando el animal esta completamente estable lo guío a una cueva, donde pueda pasar la noche y no corra más peligros, si un animal se lo tiene que llevar que asi sea pero no quiero que ningún hombre lo mate, ya que este es el bosque de la diosa Artemisa, mire y ya estaba bajando mucho de sol, comencé a caminar a casa pero un fuerte estruendo se escucha y el fuerte humo se deja ver a la lejanía eso venía del pueblo, mi hermano esta en el pueblo, deberia ir a verlo cambio mi curso y voy al pueblo, eran hombres tártaros que se estaban llevando a la niñas, con una flecha que estaba en el piso corro apuñalando a quien vea intentar llevarse a una niña, cuando siento. Una fuertes manos en mi cintura golpeándome en la mano, el susto bote la flecha que llevaba en mano.

—maldita niña mocosa te arrepentirás de ver matado a mis hombres, te voy a vender al peor hombre del mundo, al sultán Suleiman—dijo el con una sonrisa siniestra, yo me asusté bastante y me subieron al barco, llevaron pocas niñas y pocos hombres también subieron al barco y me ataron a un pilar del barco enojada los miraba con odio, y no quería comer su comida sucia-.

Sentada meditando mis pensamientos iban a venían con fuerza, el viaje fue tan largo me sentía que solo queria morir, ellos fueron a otro lugar pero, trajeron jovencitas más grandes dieciocho años, talvez el viaje se hizo largo hasta llegar a Turquía, imperio otomano, a Estambul, Constantinopla.

Cuando llegamos nos bajaron a un puerto, habían hombres que eran mercaderes y uno vestía telas azules con patrones de estilos de hojas, ellos conversaban y empezó a mirarnos.

—bien señoritas el es sümbül agha, eunuco encargado del palacio Topkapi la residencia del sultán—dijo ese maldito pirata y luego de decir eso me miró a mi, sus ojos pozaron en los míos y luego me puso en primera fila, para que el aunuco me mirar-.

El comenzó a elegir las más bonitas de edades de dieciocho, diecisiete, y luego me miro a mi, ojos azules y cabello rubio, mi cabello no era igual a otras rubias parecían de oro, mi amada madre tenia ese cabello, y mis dos hermanas más también lo tenían era solo herencia a las mujeres de nuestra familia.

—señor también quiero esa niña, que edad tiene—pregunto el hombre de sombrero azul-.

—tiene doce años agha—dijo el pirata mirándome con odio-.

—es demasiado jóven como para subir como concubina, pero puede ser criada de la sultana Mihrimah, bien la compró y las otras muchachas—dijo el tirándole una bolsa de monedas de oro-.

!oh no!,vuelve a comenzar mi infierno, no importa por fuerza de la diosa Artemisa espero que me ayude con esta dura travesía, y el eunuco se subió a un carruaje mientras que nosotras caminábamos, era un camino bastante largo, simplemente me dedicana a respirar con calma para no colapsar, no e comido mucho así que si me estoy muriendo lentamente, el viaje también fue largo pero por lo menos me dieron agua asi que no fue un calvario.

Y comenzaron las revisiones una mujer de cabellos rojos nos miraba y detrás de ella iba una niña de dos años menos que yo, simplemente era menos atractiva que la mujer mayor, mi mirada se quedó complemento hipnotizada en ella, ella se acercó a sümbül agha.

—sümbül agha, te lo hacía mencionado que no tragieras tan niñas, está pequeña es demasiado pequeña como para hacer cosas de criadas—dijo la de cabellos rojos mirándome, yo miraba el piso tenía miedo y simplemente si me echan y me toca un hombre asqueroso, se como son esos hombres-.

—acaso quiere sacarla del palacio sultana—dijo el bastante nervioso se notaba que las vibras de la mujer eran bastante fuertes, levanté mi mirada con curiosidad y nuestras miradas se encontraron, y ella volvió a mirar a el aunuco-.

—que se quede pero si ahí inconveniente avísame—ella me da la última mirada y camina y la sultana, seguro es su hija de miro hasta el último-.

Y comenzó mi entrenamiento como criada, odalisca y concubina, sinceramente me siento bastante cansada, nos bañaron y revisaron y cuando llego la hora de dormir caí rendida en los brazos de morfeo.

Mi criada favorita (Mihrimah y tú)(Senya).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora