5. Curiosidad.

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AYLA PAX TRES DÍAS DESPUÉS CENTRAL DE EVILD

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AYLA PAX
TRES DÍAS DESPUÉS
CENTRAL DE EVILD

Han pasado ya tres días desde que Zyran me recuperó aquella noche. Y lo que temía no sucedió, al contrario, retomé el mando de mi tropa gracias a él.

Luthor no pudo negarse a perderme, por lo que accedió a darme un nuevo comienzo, evidentemente bajo supervisión y mando de su hijo.

En los últimos tres días, logré retomar algunas de las calles más importantes de Hills, dónde dominaban los Lobos, quienes eran actualmente la anomalía más fuerte contra la que luchaba Evild.

Y yo asesiné junto a mi tropa más de una docena de lavaperros que servían a Cassian Lawrence.

Por lo que ahora mismo, aspiraba a mucho más. Aspiraba a dominar la capital, devolverle el poder a Evild y mantenerme cerca de la organización para no tener que seguir huyendo. Ese era el trato, mi honor y libertad a cambio de servicio leal y total a Evild.

Así que este día pude relajarme un poco.

Mientras recogía mi cabello en un moño algo flojo me dirigía al área de entrenamiento privado de los altos cargos para practicar un poco.

Yo antes de entrar, aprovecho que hay un espejo de cuerpo completo y me observé… Mierda, estaba amoratada, se notaba a leguas la cicatriz de mi frente. Bajo la mirada a mi vestimenta deportiva, que se compone de un short negro de tela fresca con malla debajo y un top deportivo negro que dejaba ver mi abdomen adornado por los golpes que estaban sanando.

Aún estaba fuerte, brazos definidos, piernas gruesas y con músculo, me veía proporcionada a mi tamaño y peso.

Suspiro y tomo una botella de agua que estaba disponible en el locker y entro al gimnasio como tal. Me alegré al creer que estaba sola, pero en cuanto escuché unos jadeos de fuerza, busqué con la mirada al causante.

La verdad, la verdad… No me quejaba del todo.

Vestido con un short negro de malla negra elástica debajo de este a mitad de sus cuádriceps y sin camisa… Muy importante ese detalle, ya que los músculos de su espalda se contraen al hacer las dominadas, haciéndome imaginar cosas que no debo.

Ay, Ayla Pax, mejor deja de ver y ponte a entrenar. Yo trato de ignorar semejante espécimen de musculatura esbelta y definida para estirar una alfombra de goma en el suelo y así estirar fingiendo demencia.

Escucho como se deja caer de la barra y suelta un jadeo de cansancio mientras respira rápido. Sin tener que mirarlo, sé que sus ojos son lo que siento en mi espalda.

—Lo haces mal —dijo con la voz cansada y aún respirando pesado.

—¿Acaso eres entrenador, Zyran? —pregunté con desdén.

No quiero verlo, sé que si lo hago voy a ver de más y no, mejor no ver para no sentir.

—No, para nada, soy ingeniero biomecánico y en sistemas… —responde lo que ya sé— Y aún siéndolo sé que lo estás haciendo mal.

Ayla Pax: B12. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora