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Cayden llevaba días encerrado en su habitación, incapaz de encontrar paz, ni siquiera en su propio refugio. La luz del día apenas penetraba a través de las cortinas cerradas, y el sonido del movimiento de la ciudad parecía lejano, como si estuviera en otro mundo. A veces, juraba escuchar pasos fuera de su puerta, o un ligero golpeteo en las ventanas. Pero cada vez que se acercaba para comprobar, no había nada. Solo el silencio, y la creciente sensación de que Saiko estaba acechándolo incluso cuando no podía verla.

No sabía que día era.

No sabía que pasaría con él.

No sabía nada.

Su mente era como una prisión; no lograba escapar de los recuerdos, del miedo que sintió ese día. Su cabeza dolía y no había dejado de recordar. Estaba cansado de tanto pensar. ¿Por qué le sucedía esto a él? ¿Por qué siempre el pasado lo tenía que atormentar? Cayden apenas podía salir de su cama, ¿qué podía hacer para superar esta situación?

Tenía que superarlo.

No continuaría de esta forma.

Ya lo ha hecho antes. Ha logrado superar tanto solo y no ha necesitado ayuda de nadie. Podía hacerlo, solo tenía que intentarlo. Nadie vendría a salvarlo. Tenía que hacerlo solo. Solo debía ser fuerte.

+++

Se levantó de la cama después de lo que parecieron días. Su cuerpo se sentía pesado. El poco movimiento que tuvo en estos días le pasó factura. Con toda la voluntad del mundo se dirigió al baño. Entró en la ducha sin pensarlo mucho y empezó a asearse. Si lo pensaba de manera calmada, no estaba en peligro real. Saiko no lo había amenazado de muerte cuando pudo haberlo hecho en numerables ocasiones. Ella no había hecho nada malo contra él. Sí, lo había asustado y tal vez era su intención, pero parecía solo estar jugando con él. No le había hecho daño físico, no tenía por qué estar tan asustado. Era consciente de lo peligrosa que era, y tendría que vivir con el miedo constante. De todas maneras, sobreviviría mientras ella no cambiara de opinión. Eso no lo tranquilizaba completamente, pero, ¿qué otra opción tenía? Solo le quedaba acostumbrarse a su presencia. Saiko no era una persona que Cayden pudiera entender. No se gastaría en intentarlo. Algún día se cansaría, estaba seguro de eso. No importaba si le tomaba meses o años, en algún momento se aburriría de Cayden y él sería libre. Por el momento tendrá que conformarse con mantenerse con vida.

Salió de la ducha más relajado. La paciencia será importante en este nuevo paso. Tomará tiempo no asustarse demasiado. Cayden estaba decidido; lo superaría.

Se cambió de ropa y ordenó su habitación. Revisó el reloj. Aún estaba a tiempo. Se lavó la cara intentando no vomitar. El miedo a salir era abrumador; el sudor se le acumulaba en la frente. Se paró frente a la puerta y respiró tres veces, lento. Abrió la puerta y salió.

El sol se estaba ocultando, tiñendo el cielo de naranja. La brisa le acarició la cara. Cayden había olvidado lo mucho que le gustaba la brisa en esta época del año. Volvió a respirar tres veces antes de empezar a caminar. Su paso fue pausado, indeciso. Aún le costaba. Trató de no mirar tanto al suelo y levantar la cabeza. No logró evitar mirar cada esquina, cada rincón en busca de Saiko. Respiró lentamente para calmarse.

Caminó hacia la universidad o específicamente al frente de la universidad. Había una reunión, no tan grande para ser una fiesta, pero tampoco era una actividad pequeña. Mike lo había invitado hace meses. Cayden había aceptado en su momento con el objetivo de estar más cerca de Sally. La situación era diferente ahora; sin embargo, quería ir a la reunión. Ella probablemente estará ahí. Aun cuando el miedo se lo comía vivo, asistiría.

Cuando estaba en la esquina, casi llegando al lugar, se detuvo. Sus manos temblaban. Le escribió un mensaje de texto a Mike para preguntarle si ya estaba en la reunión. Al instante, su celular sonó.

Sombras de obsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora