8

27 3 7
                                    

Las luces multicolores pintaban el lugar de forma armoniosa. El tiempo se detuvo por unos momentos. El ruido de la música fuerte en sus oídos, las pesadillas presentes en su cabeza. El corazón le palpitaba tan fuerte que competía con la música. Cayden se quedó inmóvil. Saiko con esa fachada de chica perfecta. Había pasado un tiempo desde que la vio en este estado, actuando como Sally. Era un respiro para su corazón, después de haber sido atormentado en cada encuentro que habían tenido. Ni siquiera podía diferenciar si estaba realmente sorprendida o no.

Odiaba como su cuerpo se calmaba al ver a "Sally". Le hacía creer que tenía el mínimo control que había sentido hace un mes, antes de enterarse de la verdad. Su corazón se calentaba en contra de su voluntad. Ella era tan bonita. Hoy, en especial, se veía hermosa. Con una coleta alta que resaltaba sus ondas, unos pendientes plateados y un vestido morado que remarcaba sus ojos. Se sintió mal vestido en comparación. Era la que más sobresalía en la fiesta, al menos para él.

—No me dijiste que vendrías.

Volvió a hablar Saiko, sacando a Cayden de su trance.

—Me animé a último momento —respondió robóticamente.

Las amigas abordaron a Sally con preguntas, igual que habían hecho con Cayden hace unos momentos. Saiko manejaba mucho mejor la situación de lo que había hecho Cayden. Parecía tan normal así. Por primera vez se preguntó qué la había llevado a ser como era, a cometer crímenes. ¿No le era suficiente con esto? Siendo parte de un grupo, siendo apreciada y querida. Un sentimiento de envidia y frustración creció en él. ¿Por qué Saiko no valoraba lo que él había anhelado por años?

De pronto, las amigas de Saiko la empujaron hacia él. Con sonrisas de complicidad entre ellas, animaron a Saiko a acercarse. Ella parecía avergonzada. Era buena fingiendo, muy buena. Saiko se acercó lentamente a Cayden y le tocó el brazo con suavidad. Cayden trató de mantener la calma, pero el miedo lo abordó rápidamente. Todo lo que veía se volvió borroso; menos Saiko, quien lo miraba.

Ella no lo mataría.

No lo va a lastimar.

Si lo repetía constantemente, en algún momento se lo creería. Tenía que mantener la calma. No estaba en peligro. Aguantó el impulso de quitar el brazo de su toque y se concentró en cualquier lugar que no fueran sus ojos.

—Cayden —lo llamó con voz dulce— ¿Vamos por más bebidas?

Las amigas seguían mirándolos de reojo mientras bailaban. Mike había desaparecido. Las personas a su alrededor moviéndose al ritmo de la música. Saiko tomándolo del brazo, como solía hacer. Después de reconocer con claridad su entorno, eligió la mejor opción. Puso en orden sus deseos. Quería que lo dejaran de mirar. Estaba seguro de que las amigas de Saiko no lo miraban con malas intenciones, pero le incomodaba tanta atención. No sabía cómo actuar con tantas miradas encima.

Cayden asintió ante la pregunta de Saiko. Prefería ir con ella un rato para alejarse de las miradas. Saiko lo guió a través de la fiesta, esquivando a los que bailaban o conversaban. Llegaron a la barra y Saiko pidió dos bebidas.

—Toma —le ofreció un vaso a Cayden. — No tiene alcohol.

Cayden aceptó el vaso y observó el contenido por un rato. ¿Le habría puesto algo? No confiaba en su palabra.

Saiko tomó un sorbo de su bebida y miró a Cayden.

—Pensé que me evitarías para siempre.

Cayden se tensó. No llegaba a cambiar totalmente el tono, pero escuchó un pedazo de esa voz seria que solía incomodarlo. Evitó mirarla, concentrado en su bebida.

Sombras de obsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora