I: Un currículum un poco exagerado

345 53 38
                                    

DÍA 01: Ficción Histórica Oscura / Segunda Guerra Mundial (1943-1945).



____________________________________________

Eric Cartman era un reconocido científico alemán, más precisamente, un antropólogo lingüista con amplios estudios enfocados en la biología, química, sociología, psicología y no acabaríamos de narrar su muy amplio currículum. Y precisamente esa formación académica tan holística fue lo que lo llevó a posicionarse como uno de los mejores y más reconocidos científicos alemanes bajo el régimen Nazi.

Eso sin mencionar la poca ética que tenía al trabajar.

Caía como un anillo al dedo para los parámetros y estándares políticos de su época y patria.

Escaló bajó sus propios méritos, y trampas, pero las trampas no son trampas si no son descubiertas ni contadas. Esa era su filosofía. Por lo que sí, todo bajo sus propios méritos. Un currículum impecable ¿De qué podría arrepentirse?

Fue seleccionado por los altos mandos más importantes del régimen. Su valor intelectual y su indiscutible fidelidad a los ideales del partido lo hicieron brillar entre miles para serle confesado y encomendado uno de los proyectos más secretos de los Nazis.

Proyecto que en un futuro lejano sería murmurado como una simple teoría conspiranoica.

Pero fue real. Él era uno de los pocos testigos que sobrevivieron de este.

Abandonó sus frías y natales tierras para llegar a otras que eran todavía más frías. Eran finales de 1943, atravesó el océano atlántico a bordo de un rompehielos, aunque por suerte la capa de hielo no era tan gruesa, pues en el hemisferio sur del planeta era verano. Pero vaya verano, uno muy diferente al que se vivía en Alemania.

Cubierto por gruesos abrigos que formaban parte del equipo que se le fue entregado al destinarle esta importante misión, Eric Theodore Cartman, desembarcó en la Antártida Oriental.

El brillante manto blanco que cubría este helado continente vislumbró su vista, y su asistente, el Dr. Leopold Stotch, le entregó unas gafas especializadas. Fue escoltado hasta los laboratorios. Iban a bordo de una camioneta. El frío calaba sus huesos, la poca piel expuesta al ambiente se quemaba, y cuando Leopold le comentó que estaban a 0° supo que este sería el verano más frío de toda su vida.

Llegaron a las instalaciones, un laboratorio bien camuflado con el ambiente, escondido. Unos soldados se hicieron cargo de su equipaje y lo llevaron al que sería su dormitorio, los dormitorios se encontraban en ala este del mismo edificio. Leopold le ofreció chocolate caliente, mientras hacían el recorrido, enseñándole las instalaciones y todas las investigaciones secretas que el régimen alemán llevaba a cabo ahí. Su ancho pecho se inflaba de orgullo al darse cuenta lo que significaba estar ahí, el haber sido seleccionado entre miles. Maldición, por fin sería reconocido como uno de los mayores genios de la historia, y solo tuvo que exagerar un poco en su currículum.

Aunque también le pesaba que todo esto fuese secreto, es decir, no podría presumirlo jamás con alguien y lo tanto que a él le gustaba alardear. Que desperdicio.

—Bien, esta es tu credencial —Leopold le entregó un plástico rectangular con su fotografía e información de su persona —. Tiene un cordoncito para que la cuelgues de tu cuello, el color lo usamos para saber cuáles son nuestros rangos, ya sabes, por el clima no podemos ver nuestros uniformes porque la mayor parte del tiempo llevamos abriguitos.

—De tetas... —expresó con emoción contenida, admirando su credencial, sus ojos bicolor destellaban.

Esa era la credencial de un hombre importante.

Proyecto: Nueva SuabiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora