Divina Comedia de Dos Almas

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Granada, mantén la firmeza de cierta Torre,
Cuya cúspide no tiembla ni por tormentas ni por vientos,
Susurros de pérdida o aquello que le ocurre
Cuando le falta el más necesario de los alientos.

Dos Almas, ¿quién es aquel que sin muerte
Viaja por el infame mundo de los muertos?
Más que la pena, la flecha lenta
De un destino que ya ha sido puesto
En juicio por alguna entidad suprema.
Segunda alma, matarás lo que amas
Como si lo odiaras más que a tu enemigo
Traerás más pena amarga
Que la que el propio dolor trajo consigo,
Una y otra vez jugando con el alma de su amada,
Llorarás la pérdida siendo su principal motivo
Como el asesino en el puñal de la espada,
Como en la boda de sangre los propios anillos.

Sembraste poesía en su corazón con vino,
Vino tinto, vino sangre de uvas cruelmente pisadas
Fruto de tu depravación, fruto de tu vicio,
Viste a quién debías querer al borde del precipicio
Donde sin saberlo, por primera vez cruzasteis miradas.
Son las cosas más perfectas las más atrayentes
Al reconfortante aprecio o al dañino maltrato
Bien sabía el alma enamorada de los antecedentes
Del hombre del que ciegamente se había enamorado.
Entristecida tras el regreso del abandono ella dijo:
“Puedes quedarte espíritu maldito,
Pues aunque estes sucio, te conozco”

El maltrato de la pobre alma fue la chispa
Que precedió al inevitable fuego
Al que llegaría tanta falacia,
Mezcla de dolor y miedo
De caminar siempre entre ese lodo
Sin recobrar aquella originaria magia...

Cállate maldito lobo,
Consúmete tú mismo con tu rabia.
Su alma vino del sitio del que volver deseaba,
Por el amor movida, por el amor obligada,
Pero todo amante abandona el infierno
Para volver a ver las estrellas,
Todo enamorado vuelve al intento
Por más que le duela.

AlbayzínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora