[-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_]El día había comenzado como cualquier otro en el hospital Blackwood. Ophelia, todavía en medio de sus preocupaciones sobre el estado de los tratamientos, caminaba hacia la sala de terapia asignada para una sesión con Golden, un paciente cuyo expediente había captado su atención desde su llegada. La palabra "piromanía" resaltaba en el informe clínico como una advertencia, pero lo que más inquietaba a Ophelia eran las anotaciones vagamente descriptivas de los incidentes que Golden había protagonizado en el pasado. Se mencionaban incendios, episodios de violencia... y algo más.
Mientras recorría los pasillos, Ophelia no podía dejar de pensar en lo que Bombón le había dicho el día anterior: "Es mejor no hacer preguntas". Pero, ¿cómo podía simplemente ignorar lo que estaba ocurriendo? Cada vez se hacía más evidente que algo oscuro y peligroso se ocultaba tras los tratamientos que los pacientes recibían.
Cuando Ophelia llegó a la sala de terapia, se encontró con Golden sentado en una esquina de la habitación. Sus ojos brillaban de manera inusual, casi como si reflejaran el fuego que tanto le obsesionaba. La psicóloga lo observó en silencio por un momento antes de acercarse y tomar asiento frente a él.
—Golden, ¿cómo te sientes hoy? —preguntó con suavidad, buscando un punto de conexión.
El hombre permaneció en silencio durante unos segundos, jugando nerviosamente con las mangas de su camisa. Luego, levantó la vista y clavó su mirada en ella. Había algo perturbador en su expresión, una intensidad que hizo que Ophelia se tensara.
—El fuego... siempre está ahí —susurró finalmente, su voz cargada de una emoción indescifrable—. Lo veo en todas partes. Siento que me llama.
Ophelia tomó una respiración profunda. Sabía que la piromanía de Golden era una manifestación de su deseo de control, de poder. Pero este era un tema delicado, y el hospital no parecía estar ayudando a canalizar esa necesidad destructiva de una manera saludable.
—Golden, quiero que me hables de lo que sientes cuando piensas en el fuego —dijo, intentando guiarlo hacia una reflexión más profunda—. ¿Por qué crees que te atrae tanto?
Los ojos de Golden brillaron aún más, y su sonrisa se torció en algo que a Ophelia le pareció casi peligroso.
—Porque el fuego purifica. Todo lo malo desaparece. Y aquí... —sus palabras se hicieron más lentas, más espesas—, aquí todo está corrupto. Este lugar está lleno de oscuridad, ¿no lo ves?
Ophelia sintió un escalofrío recorrer su espalda. Había algo en las palabras de Golden que resonaba con sus propias preocupaciones sobre Blackwood. Pero antes de que pudiera responder, Golden se levantó de su asiento de manera abrupta, sus manos temblando. Sus ojos, que antes mostraban una chispa de lucidez, ahora parecían completamente perdidos en un abismo de violencia latente.
—¡Debo hacer algo! ¡Debo quemarlo todo! —gritó de repente, lanzando la silla al otro lado de la sala.
Ophelia retrocedió, alarmada por el repentino estallido de furia. Había oído hablar de los episodios violentos de Golden, pero jamás los había presenciado de cerca. Trató de mantener la calma, recordando su formación, pero su corazón latía con fuerza.
—Golden, necesito que te calmes —dijo con voz firme, aunque notó que sus propias manos temblaban ligeramente—. Vamos a sentarnos y hablar de esto, ¿de acuerdo?
Pero Golden no la escuchaba. Sus manos comenzaron a moverse frenéticamente, como si estuviera encendiendo un fuego invisible frente a él. Su respiración se aceleró, y sus ojos se llenaron de una mezcla de desesperación y furia.
Antes de que Ophelia pudiera reaccionar, Golden se abalanzó sobre una estantería de libros al fondo de la sala y comenzó a arrojarlos al suelo, gritando incoherencias sobre el fuego, la oscuridad y la necesidad de purificación. Ophelia intentó acercarse para calmarlo, pero en el momento en que dio un paso hacia él, Golden giró violentamente hacia ella, los ojos encendidos de rabia.
—¡NO TE ACERQUES! —bramó, empujando una mesa hacia ella.
Ophelia retrocedió, el miedo apoderándose de su cuerpo. Estaba atrapada. Las paredes de la sala parecían cerrarse a su alrededor, y Golden estaba fuera de control. Justo cuando pensó que las cosas podrían empeorar, la puerta se abrió de golpe, y dos enfermeros entraron corriendo, seguidos por Bombón.
—¡Sujétenlo! —ordenó Bombón, mientras los enfermeros se abalanzaban sobre Golden para contenerlo.
Ophelia, todavía en estado de shock, observó cómo luchaban para inmovilizar al hombre, quien seguía gritando y forcejeando. Su mirada encontró la de Bombón, que le lanzó una advertencia con los ojos. "Esto es lo que pasa cuando preguntas demasiado", parecían decir.
Finalmente, después de varios minutos de caos, los enfermeros lograron someter a Golden, quien fue llevado a una sala de aislamiento bajo sedantes. Ophelia, por su parte, se quedó parada en el centro de la habitación, con la respiración entrecortada y el corazón latiendo a toda velocidad. No podía creer lo que acababa de suceder.
Bombón se acercó a ella, su rostro más serio de lo habitual.
—Ophelia, esto no es algo que debas manejar sola —dijo con voz grave—. Golden es uno de nuestros pacientes más peligrosos. Si alguna vez sientes que una situación se sale de control, debes pedir ayuda de inmediato.
Ophelia asintió, aunque las palabras de Bombón apenas resonaban en su mente. Todavía estaba atrapada en el recuerdo de los gritos de Golden, en sus palabras sobre el fuego y la oscuridad que veía en Blackwood. Algo no estaba bien, y ahora más que nunca, Ophelia sabía que debía encontrar respuestas.
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Esa noche, Ophelia llegó a casa completamente agotada, tanto física como mentalmente. Cerró la puerta detrás de ella y se apoyó contra la madera, tomando una larga respiración para intentar calmarse. Pero la imagen de Golden, en medio de su violento episodio, seguía persiguiéndola. El caos que había presenciado la dejaba con una sensación de impotencia, y una pregunta inquietante rondaba su mente: ¿Qué clase de lugar era realmente Blackwood?
Se dirigió al baño y abrió el grifo del agua caliente, esperando que una ducha pudiera aliviar un poco el peso que sentía sobre sus hombros. Mientras el vapor llenaba el pequeño espacio, Ophelia se miró en el espejo. Su reflejo le devolvía una imagen que no reconocía del todo. Parecía más agotada, más preocupada... y en algún rincón de su mente, una pequeña chispa de miedo comenzaba a encenderse.
Cuando finalmente se metió bajo el agua, dejó que el calor envolviera su cuerpo, pero su mente seguía girando en torno a lo que había sucedido. No podía sacudirse la sensación de que Blackwood escondía algo mucho más oscuro de lo que ella había imaginado. Las palabras de Golden seguían resonando en sus oídos: "Aquí todo está corrupto".
Ophelia cerró los ojos, intentando ahogar sus pensamientos en el sonido del agua, pero sabía que, en el fondo, algo estaba terriblemente mal.
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°♡•𝙒𝙝𝙞𝙨𝙥𝙚𝙧𝙨 𝙞𝙣 𝘽𝙡𝙖𝙘𝙠𝙬𝙤𝙤𝙙♡° •|Fnafhs sick x reader|•
FanfictionU𝙣𝙖 𝙟𝙤𝙫𝙚𝙣 𝙥𝙨𝙞𝙘ó𝙡𝙤𝙜𝙖 𝙧𝙚𝙘𝙞é𝙣 𝙜𝙧𝙖𝙙𝙪𝙖𝙙𝙖, 𝙡𝙡𝙚𝙜𝙖 𝙖𝙡 𝙨𝙞𝙣𝙞𝙚𝙨𝙩𝙧𝙤 𝙝𝙤𝙨𝙥𝙞𝙩𝙖𝙡 𝙥𝙨𝙞𝙦𝙪𝙞á𝙩𝙧𝙞𝙘𝙤 𝘽𝙡𝙖𝙘𝙠𝙬𝙤𝙤𝙙 𝙘𝙤𝙣 𝙡𝙖 𝙚𝙨𝙥𝙚𝙧𝙖𝙣𝙯𝙖 𝙙𝙚 𝙖𝙮𝙪𝙙𝙖𝙧 𝙖 𝙡𝙤𝙨 𝙥𝙖𝙘𝙞𝙚𝙣𝙩𝙚𝙨. 𝙋𝙚𝙧𝙤 �...