Capitulo 8

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"Su tristeza era como un susurro constante, hasta que la voz de él la interrumpió, desafiando todo lo que creía sentir."

Kae/Kate

Había tomado la decisión de no volver a los lugares donde el jefe de mi hermana podría estar. Era lo mejor, lo más sensato. No podía permitirme alimentar lo que sabía que estaba surgiendo en mi interior, esa chispa que él había encendido sin siquiera darse cuenta. No quería que siguiera creciendo. No era justo para él, ni para mí. Aún no estaba lista para nada que se pareciera al amor, y aunque no quería admitirlo, cada vez que nuestras miradas se cruzaban, sentía cómo algo dentro de mí, algo que había estado dormido por tanto tiempo, empezaba a despertar.

Sabía lo que estaba viendo en sus ojos, lo había visto las dos veces que nos encontramos, y me había bastado solo una para entenderlo. Había una intensidad en su mirada, una pregunta no formulada, una invitación silenciosa. Pero no podía corresponder a eso, no ahora, no así. Si de algún modo dejaba que él entrara en mi vida, sería como tratar de sacar un clavo con otro clavo, un intento desesperado de llenar un vacío que aún no había terminado de enfrentar.

Sería como tratar de tapar el sol con un dedo, una solución temporal que, tarde o temprano, me dejaría expuesta al mismo dolor del que estaba intentando escapar. Y lo peor era que, de alguna manera, sabía que Liam también lo sabía. Sabía que él veía más allá de mi sonrisa cautelosa y de las palabras medidas que intercambiábamos. Era como si, en el fondo, él también entendiera que yo estaba rota, que había partes de mí que todavía no estaban listas para volver a sentir.

Primero deseaba sanar de verdad. Ser yo, al completo, sin miedos, sin esas sombras que a veces se cernían sobre mí cuando menos lo esperaba. Quería recuperar la paz, aprender a convivir con la ausencia de Jared sin que me consumiera por dentro. Pero aún no estaba allí. Había días en los que sentía que estaba avanzando, días como ayer, cuando monté mi moto y sentí el viento en mi rostro, la libertad corriendo por mis venas. Y luego había días en los que el peso de su ausencia era tan aplastante que apenas podía respirar.

No quería arrastrar a Liam, o a nadie, a ese torbellino. No era justo. Él no merecía ser una cura temporal para mis heridas, una vía de escape para un dolor que todavía no había terminado de procesar. Y yo... yo merecía algo más que intentar olvidar a Jared a través de otra persona. Si alguna vez volvía a amar, quería que fuera desde un lugar de plenitud, no de desesperación. Quería sentirme completa por mí misma, no buscar a alguien que me completara.

Miré al cielo pintado en el techo de mí habitación, sintiendo el peso de esa decisión. Sabía que evitar a Liam no sería fácil, pero también sabía que era lo correcto. Si él alguna vez me miraba como algo más que la hermana de su empleada, debía ser cuando yo estuviera lista, cuando mi corazón hubiera sanado lo suficiente para abrirse sin reservas, sin el fantasma de un amor pasado atormentando cada paso que diera.

Hasta entonces, necesitaba tiempo, espacio para encontrarme de nuevo, para reconstruir las partes de mí que se habían perdido con Jared. Y cuando finalmente lo hiciera, tal vez, solo tal vez, habría un lugar en mi vida para alguien como Liam. Pero hoy... hoy aún no estaba lista.

Cuando decidí que ya había divagado lo suficiente en mi cabeza, me levanté lentamente. Cada movimiento se sentía pesado, como si el peso de mis pensamientos hubiera impregnado mi cuerpo. Hoy me sentía de mal humor, una sensación que no podía sacudirme, aunque sabía muy bien de dónde venía. El efecto de ir dejando las pastillas que me daba la psiquiatra era como caminar por una cuerda floja, sin red, sin certeza de cuándo iba a caer. Lo peor era que no caía de golpe, no. Era más bien un descenso lento, casi imperceptible, hasta que te dabas cuenta de que ya estabas en el fondo.

El amor después de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora