Capitulo 1

107 9 10
                                    

"No temía a la oscuridad, sino a lo que su propia mente podría crear en ella."

Kate

Cada noche, cuando cierro los ojos, el terror me envuelve con la misma intensidad que el día en que todo se desplomó. Mis sueños se convierten en una trampa, y el dolor de aquel momento fatal regresa como una ola implacable.

Recuerdo el teléfono sonando, la desesperación en el aire, y luego esa voz al otro lado de la línea. Las palabras que me destruyeron, esas palabras que no deberían existir. En mis pesadillas, siempre vuelvo a escuchar esas mismas palabras, cada vez más intensas, como si se repitieran para garantizar que nunca me olvide del dolor.

A veces, sueño con él, con la forma en que solía sonreírme y cómo sus ojos brillaban cuando estaba cerca. Pero esos sueños son aún más crueles, porque siempre terminan con su ausencia. Lo veo desvanecerse ante mis ojos, como si nunca hubiera sido real, y yo me quedo estancada, tratando de alcanzarlo pero sin poder moverme. Mis gritos se quedan atrapados en mi garganta, y el suelo parece tragarme, dejándome sola en una oscuridad interminable.

Cuando abro los ojos, el corazón me late con fuerza y las lágrimas me queman la piel. El eco de mi propio grito todavía resuena en mis oídos, y el dolor que siento es tan real que me cuesta distinguir si estoy despierta o todavía atrapada en el sueño. Las pesadillas son una tortura constante, una recriminación que no puedo evitar. Intento mantenerme fuerte durante el día, pero por la noche, mis miedos me traicionan, arrastrándome de nuevo al abismo de mi propio sufrimiento.

-Kate, ¿estás escuchando lo que te estoy diciendo?- una voz me sacó de mís vacilaciones, era mí psicóloga.

-Claro, que debo déjarlo ir, que algún día encontraré a alguien con quien volver a sentirme igual o mejor...- como si fuese fácil olvidar al amor de tu vida, como si fuera posible olvidar un amor de tanto años, tan hermoso, tan correspondido...

-No digo que debas hacerlo rápidamente, pero si intentarlo de poco a poco, volver a tu rutina, a salir con tus amigas, a la universidad, no puedes detener tu vida por alguien que ya no pertenece a este mundo- A veces su voz me resulta irritante, insoportable, no asimilo lo que me está diciendo, ¿Cómo puedo olvidarme de mí otra mitad, de la persona que sabía todo de mí y hacia todo por verme feliz?. Es algo que no podré hacer jamás, olvidarme de él... Mí amor bonito, mí primera vez, mí primer beso... Lo extraño, extraño cada parte de él, y odio al universo por habérmelo arrebatado.

-Sofia, realmente valoro tu esfuerzo, pero si jamás te enamoraste y tuviste que enterrar a la persona con la que veías un futuro, entonces no puedes ayudarme, no sabes cómo se siente, ni con mil títulos podrías descifrar los sentimientos de una pérdida de tal magnitud...- en cierto modo, decirle aquello me dejó un gusto amargo en la boca, pues no se si alguna vez se enamoró y tuvo que enterrar a su amor, pero yo creo que nadie puede obligarte a adelantar tus tiempos, cada quien sabe cómo superar aquello que nos afecta, pero muchas veces preferimos seguir divagando en las sombras de lo que fue y jamás podrá volver a ser...

-Kate, linda, no intentes utilizar la psicología inversa conmigo. Creo que no vas a colaborar para sanar si sigues ignorando o callando como te sientes en verdad, nos veremos en otra sesión-

-Hasta luego Sofía- Al salir del edificio, experimente un mareo repentino que me nubló la vista por un momento, lo único que atiné a hacer fue agarrarme del brazo de quien pasará por allí, y tener la esperanza de que no me dejaría caer. Al tocar el brazo de esa persona, sentí una sensación como eléctrica, algo que me hizo cosquillas y quise soltarlo, pero simplemente me aferré recordando la última caída que tuve y como pase horas en el hospital...

-No se quién eres, solo quédate un momento ahí, creo que voy a desmayarme y no quiero caer y golpearme la cabeza como la última vez...- okey, creo que di información de más y seguro también le di lástima, que puta vida.

-No pasa nada, ¿Quieres que te guíe a un banco para sentarte?- vaya, que linda voz, suena como un ángel, de ese tipo de voz que te eriza la piel y te hace sentir adormecida.

-Te lo agradecería muchísimo, espero no estar robandote tiempo -

-Claro que no, tranquila, ven, te guio - al llegar al banquito, me ayudó a sentarme y se despidió, que agradable sujeto.

Estuve un largo rato esperando que mí mareo parase, es por eso que no quiero seguir medicandome con esas pastillas que me da la psiquiatra, son demasiado fuertes y he aquí las consecuencias. Cuando al fin me sentí mejor, me dispuse a empezar mí camino a casa, en el transcurso vi muchas motos de altas cilindradas, el rugido que emitían, joder, es inevitable sentir mí corazón acelerandose a tope, y anhelar volver a sentir el viento en mí rostro mientras voy manejando a mí bebé... Pero apenas recuerdo las consecuencias de aquello, solo puedo sentir pavor, se que en algún momento deberé superarlo y volver a aquello que también me hacía feliz, pero simplemente esa idea por ahora está descartada en su totalidad. Jamás imaginé que estaría en esta situación, jamás imaginé mí vida sin él a mí lado, jamás imaginé dejar de hacer lo que me gusta, jamás concebi la idea de dejar la universidad, sin embargo, aquí estoy, todo me recuerda a él, todo, y eso duele, duele y quema como fuego, lo único que no he podido evitar, es dejar de escribir mí diario, pero viendo la situación en la que me encuentro ahora, creo que no debí dejar que alguien lo viera... Por supuesto que no planeaba matarme, solo necesitaba sacar esos pensamientos y sentimientos fuertes a través de algún medio, y esa había sido por lejos, la mejor opción...

Al llegar a casa, fue inevitable evitar a las personas que veían un programa en la televisión, riendo fuerte y sin compasión por quienes estamos padeciendo en soledad... Claro que me gustaba ver a mí hermana y su novio felices, solo que justo ahora, era algo que yo ya no tenía y que anhelaba con todo mí ser.

-hola chicos, ¿Hicieron algo de almorzar?- apenas hablé, fue que se percataron de mí presencia.

-Sí linda, tu comida está en el microondas, lo preparó Kevin, si le pones aderezos queda más rico - quise soltar una carcajada al escucharla decir aquello, pero al ver a mí cuñado, sentí pena y solo pude sonreír, se que cocina bien, mejor que yo tal vez, y mí hermana solo hizo ese chiste para hacerme reír, sabe que las cosas mínimas aún causan risas en mí, pero también sabe que aún no estoy lista para reír en voz alta, apenas ha pasado un año...

-Gracias, moría de hambre desde que me levanté y tuve que irme sin probar el desayuno-

- Y, ¿Cómo te fue en la sesión de hoy?¿Notas algún avance? - su pregunta me quemó de cierta manera, ella sabe que llevo meses en el mismo círculo vicioso, de a ratos estoy bien y de a ratos estoy mal, por momentos siento que lo superare y en otros me hundo tan profundo que temen no poder sacarme o que ni yo pueda salir de allí... Si supiera que ya me encuentro ahí, hundida hasta el infierno, si ella supiera que mí vida a perdido todo sentido, que lo único que me hace vivir, es sentir el calor abrasador de las llamas del averno. Sin embargo, ella no debe saberlo, nadie, ni siquiera mis otras dos hermanas o mis padres, nadie debe saber que tan mal estoy, por eso, opté por sonreír y le respondí.

-Me fue execelente, siento un alivio en el corazón, estás sesiones realmente me ayudan a poder seguir adelante con mí vida- una mentira piadosa, no hago mal a nadie...

- Me alegro Kate, deberías considerar volver a la universidad, ya sabes, terminar tu licenciatura- como si fuera fácil retomar una vida que dejé hace un año.

- Lo intentaré Ali, ¿Cómo han estado mamá y papá?- con esa pregunta, dejé que mí hermana me contara por horas como estaban mis padres, que novedades había y como les iba a mis hermanas menores en el colegio, ellos viven en el campo por ahora, querían un ambiente tranquilo y esa fue su mejor opción. Claramente no era lo mejor que le podía pasar a mis hermanas, pero se las apañaban bien la última vez que los visité.

Kevin y Alena estuvieron viendo televisión hasta pasada la madrugada y luego se fueron a dormir, ya que tendrían un largo viaje hasta casa. Yo, por el contrario, no pude pegar ojo en toda la noche. El miedo siempre está ahí, el miedo a tener esas pesadillas, que son recuerdos disfrazados de sombras, recuerdos que se han ocultado en lo más profundo de mi mente y que, al caer la noche, despiertan para atormentarme. En esos momentos, me siento atrapada en un ciclo eterno de dolor y angustia, donde las imágenes se repiten, una y otra vez, como un eco lejano que no puedo apagar. Siento que estoy luchando contra algo intangible, algo que se niega a desaparecer, y me pregunto si algún día podré encontrar paz, o si estaré condenada a revivir estos fragmentos rotos de mi pasado, noche tras noche, hasta que ya no quede nada de mí.

El amor después de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora