Capítulo 9: Visita domiciliaria

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Una infección en la garganta. 

Mi padre, quien es un médico y dueño de su propia clínica, me hizo un examen y notó que tenía una infección al ver ciertos puntos en mi garganta. 

—Parece que tragaste alguna bacteria linda.

—¿Y qué sucederá ahora?— Pregunté con desaliento.

—Tomar antibiótico querida. No te preocupes. Yo te daré lo que necesitas. Flynn. —Llamó a mi hermano quien se encontraba platicando con la enfermera Lynn. Era una vieja amiga de la familia, de la edad de mi hermano. 

—¿Qué sucede?

—Tu hermana tiene un infección. Le darás esta medicina. Verás que la tome cada ocho horas y por el momento, creo que tendrás que faltar un par de días.

—No puede ser. —Miré a papá sintiéndome ansiosa.

—Sé que no te gusta perder clases Gaby, pero esa molestia en la garganta te dará tos y congestión, créeme no querrás estar en la escuela sintiéndose de ese modo.

—Bien. —Acepté mi condena y mi hermano también. Al regresar a casa lo único que hice fue dormir. Recuerdo que me desperté solo para comer algo y tomar mi medicina, pero volví a quedarme dormida hasta la mañana siguiente. 

Era extraño levantarse tarde sin hacer nada. Debido a la infección me dolía mi cabeza y la tos no dejaba de molestarme. Por suerte mi hermano me cuidó hasta que mamá volvió de su trabajo. Estuve en cama leyendo un poco y durmiendo debido a la fiebre. Pero por la tarde me sentía levemente mejor. Fue, creo, a eso de las cuatro de la tarde cuando me encontraba mirando una película que escuché el sonido del timbre. Mi hermano Flynn fue quien abrió la puerta. Escuché unas voces y luego pasos. Al girarme me encontré con Jesse, Andrea y Jack. Mi hermano los invitó a tomar asiento. 

—Tienes visita, hermana. —Sonreí al ver a los chicos. 

—Te traje la tarea. —Andrea se sentó a mi lado y se aferró a mi brazo. Mi hermano les dijo a los chicos que tomaran asiento donde quisieran y les preguntó si no querían alguna bebida. Ambos pidieron un vaso de agua. Cuando nos dejó solos, Jack habló.

—El profesor Kim te envía esto. —Sacó de su mochila tres libros. Sonreí al darme cuenta que eran los libros que le había prestado. 

—Muchas gracias. —Los tomé y los dejé en la mesita de al lado. 

—¿Cómo te sientes?— Miré a Jesse sintiéndome un poco confundida por su presencia. 

—Me duele la garganta. —La verdad es que me escuchaba un poco afónica. 

—¿Es una infección? —Asentí ante la pregunta de Jack. 

—¿Qué has tomado?— Les conté lo que mi padre me había indicado. Jesse me miró con sorpresa.

—¿Tu padre es médico?

—Neurólogo, si. —Miró a Jack con los ojos bien abiertos. —¡Amigo! ¡Es neurólogo! —Jack sonrió divertido ante la emoción de Jesse. Incluso Andrea sonreía aunque luego murmuró que era un bobo.

—¿Cuándo volverás a la escuela?

—Espero que pasado mañana. Aun no me siento del todo bien. Además, no confío en la fiebre. 

—Ponte una toalla congelada sobre tu frente. —Aconsejó Jack.

—Gracias. —Los chicos comenzaron a relatarme qué habían hecho durante el día de escuela. Mi hermano nos llevó agua y un té para mí y se retiró. Con eso los muchachos tuvieron confianza de hablar sin filtro. Andrea me comentó que Theo y Lucas estuvieron jugando un partido de básquet y desgraciadamente ambos se cayeron al intentar tomar la pelota. Terminaron con algunas raspaduras, pero nada grave. Sin embargo, esa tarde le tocaba dar tutoría de química a Lucas y que por eso vendría más tarde a verme. 

Isaac y Jean, por otro lado estaban en dichas tutorías.

—Esos dos se la pasan jugando con los compuestos y no entiende la teoría. —Aclaró Jack. 

—Son demasiado bobos. —Agregó Jesse. 

—¿Cómo te atreves a decirles bobos? Tu has suspendido casi todas tus materias. —Se burló mi amiga. Jesse la miró. 

—Pero no química. 

—¿Y estás orgulloso?

—Demasiado pequeño hurón. —Andrea le lanzó un golpe en el brazo.

—¿Pequeño hurón? —Pregunté divertida. Andrea me miró luego de lanzarle otro golpe a Jesse. 

—Dice que parezco un hurón debido a mis ojeras. —Jesse rio y yo tuve que cubrirme la boca. Diablos no había pensado en esa comparación. Jesse en verdad era una cosa bárbara. Con razón Andrea no lo soportaba. Aunque me caía bien. 

—Pero te ves linda así.

—Ay cállate. —Andrea se levantó y caminó hacia la cocina, Jesse fue tras de ella. Ambos discutían, pero honestamente, sus discusiones causaban gracia.

—Parecen un viejo matrimonio.— Comentó Jack. Lo miré.

—Creo que tienes razón. Están locos.

—Ni que lo digas. —Sonreímos. —Por cierto, te traje esto. —Sacó de su mochila una bolsa negra. La tomé y noté que había algunos tés de jengibre y naranja en la caja. —Mamá me dijo que te ayudaría con la tos. —Me sentí conmovida. 

—¿Le contaste a tu madre de mí?

—Sí, bueno... estaba preocupado. —¿Jack Smith preocupado por mí? ¿Acaso hoy llovería? —No los vayas a desperdiciar. 

—Claro que no, gracias. — Devolví los tés a la bolsa. —Será mejor que vaya por agua caliente. 

—Dame tu taza. Iré yo.

—No sabes donde queda la cocina. 

—Ah. —Solté una carcajada burlona. 

—Bobo, ven conmigo. 

¡Muy bien, profesora! [Círculo 5 #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora