.⊹...•.Capítulo 38 : Persecución .•...⊹.

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Capítulo 38: Persecución

(297 d. C.)

Lucerys se colgó el arco a la espalda y agarró su gastada cartera, de piel suave y flexible por los años de uso. La cartera estaba adornada con una serie de parches y bordados, cada uno de los cuales contaba una historia. Allí estaba el lobo huargo torcido, cosido por las manos inexpertas de Arya, su forma deforme resultaba encantadora en su imperfección.

Otro parche representaba al caballito de mar Velaryon, con sus hilos descoloridos pero orgullosos.

Lucerys sonrió con ironía al recordar su primer viaje con su abuelo. El balanceo del barco le había revuelto el estómago y había pasado la mayor parte del viaje encorvada sobre la barandilla, vomitando miserablemente. Laenor había intentado consolarla, frotando círculos relajantes en su espalda, pero su risa apenas contenida solo había logrado que se sintiera más patética.

—Puede que tengas la sangre del dragón —había bromeado Corlys, con el rostro arrugado por la diversión—, pero parece que el mar no está de acuerdo contigo, pequeña .

Lucerys se sacudió el recuerdo y echó un vistazo a la habitación que había sido su santuario durante los últimos dos años. El espacio se había transformado, al igual que ella, de una cámara extraña y austera a un lugar cálido y familiar. Las paredes de piedra, que antes estaban desnudas, ahora albergaban un tapiz que representaba el Bosque de Dioses, con sus vibrantes rojos y verdes en un sorprendente contraste con el fondo gris. Su cama, que al principio parecía una losa de hielo, ahora estaba repleta de pieles y suaves mantas de lana. En la mesilla de noche había una colección de baratijas y tesoros, cada uno de ellos un recuerdo hecho tangible. Allí estaba la delicada figura plateada del lobo huargo, un regalo de Sansa por su onomástico. A su lado había un pequeño libro encuadernado en cuero, con sus páginas llenas de flores prensadas, pequeñas observaciones escritas a su lado con la pulcra caligrafía de Bran.

Incluso la gastada espada de madera de Arya estaba apoyada descuidadamente contra la pared, con el mango astillado y desgastado por incontables horas de uso. La capa de repuesto de Jon, hecha de lana gruesa y áspera, colgaba sin fuerzas de una simple percha que sobresalía de la pared, y su color negro descolorido se mezclaba con las sombras circundantes.

Lucerys dejó escapar un profundo y cansado suspiro y se pasó una mano por el cabello mientras permanecía de pie en el centro de la habitación. Observó el espacio familiar a su alrededor, observando cada detalle una última vez antes de darse la vuelta para irse.

Había llegado a Invernalia como rehén, pero se marcharía siendo algo más.

Lucerys salió de las puertas del castillo, sus botas de cuero crujieron sobre la nieve recién caída del verano. Su capa de piel estaba bien ajustada alrededor de ella, mientras exhalaba nubes de aliento al aire fresco. El patio estaba lleno de actividad mientras los sirvientes y los mozos de cuadra se apresuraban a realizar sus tareas. Todos se detuvieron para inclinar la cabeza en señal de respeto mientras Lucerys se abría paso, con las mejillas enrojecidas por el frío. Su corazón dio un vuelco mientras observaba a la gran multitud reunida para despedirla. Era un vasto mar de rostros, que abarcaban desde humildes criadas de cocina hasta estimados miembros de la familia Stark.

No pudo evitar un suspiro al ver a Arrax acicalándose bajo la atención de la multitud reunida. Se mantenía erguido y orgulloso, con la cabeza en alto mientras observaba el mar de rostros que tenía frente a él. Tenía las alas ligeramente desplegadas, como si estuviera listo para emprender el vuelo en cualquier momento, y su cola se movía de un lado a otro con un ritmo perezoso y satisfecho.

Se maravilló de lo mucho que había crecido Arrax en los dos años transcurridos desde que llegaron por primera vez a Invernalia. Su figura, que alguna vez fue pequeña y delgada, se había transformado en un cuerpo enorme y musculoso que ahora rivalizaba incluso con el temible Carax en tamaño. Parecía una hazaña imposible, considerando que Arrax apenas había crecido en los últimos catorce años, pero la evidencia estaba ante ella, innegable e imponente.

🅛🅘🅜🅘🅣🅐🅓🅞 🅔🅝 🅔🅛 🅣🅘🅔🅜🅟🅞 (🅡🅔🅔🅢🅒🅡🅘🅣🅤🅡🅐)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora