.⊹...•.Capítulo 41 : Débil .•...⊹.

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Capítulo 41: Débil

(131 d. C.)

Aegon se llevó la copa a los labios; la cerveza diluida en agua era una pálida imitación del rico vino de miel que ansiaba. El gran salón de la Fortaleza Roja estaba animado por los susurros apagados de los cortesanos y el tintineo de las copas, pero la atención de Aegon estaba fijada únicamente en su madre, la reina Alicent. Ella estaba de pie en una alcoba en sombras, su vestido esmeralda brillaba mientras se inclinaba hacia Larys Strong. Sus cabezas estaban inclinadas juntas, el cabello castaño rojizo de Alicent se mezclaba con sus mechones grasientos, sus rostros estaban marcados con una intensidad que hizo que la piel de Aegon se erizara de inquietud.

Su mirada permaneció fija en ellos, su mente se agitaba con miles de preguntas. La forma en que se apiñaban, sus voces urgentes, le provocó un escalofrío en la espalda. Larys Strong era un hombre de susurros y secretos, su reputación bien ganada. ¿Qué podría estar discutiendo con la Reina que requiriera tanta intimidad?

El príncipe apretó más la copa y el peltre se le clavó en la palma. Normalmente no prestaba demasiada atención a las conversaciones de su madre, pues se conformaba con dejarla recorrer la corte mientras él disfrutaba de los placeres del vino y las mujeres, pero en ese intercambio había algo diferente: una tensión palpable en el aire que lo ponía de los nervios.

Mientras observaba, Alicent extendió la mano y agarró el brazo de Larys, sus finos dedos se hundieron en la rica tela de su jubón. Larys se inclinó más cerca, sus finos labios se movían rápidamente mientras pronunciaba palabras que Aegon se esforzaba por escuchar por encima del estruendo del salón. La boca de su estómago se retorció con una emoción que no podía nombrar, una mezcla repugnante de inquietud y sospecha.

Aegon dejó la copa con un ruido sordo, la cerveza se derramó por el borde y manchó el mantel de seda. Se puso de pie, su silla rozó el suelo de piedra, lo que atrajo miradas curiosas de los cortesanos cercanos. Cuando se disponía a seguir a su madre, una mano lo agarró del brazo y lo tiró hacia atrás.

Los dedos de Jacaerys se clavaron en el brazo de Aegon, su agarre era tan firme como el hierro. —No hagas nada estúpido —siseó, sus ojos oscuros brillando con advertencia—. Cualquiera sea la disputa que tengas, este no es el lugar.

Aegon se soltó el brazo de un tirón y sus labios se curvaron en una mueca de desprecio. —Cállate de una vez —espetó en voz baja—. No se trata de una pequeña pelea. —Señaló con la cabeza el hueco donde su madre y Larys habían estado paradas momentos antes, ahora visiblemente vacío—. Algo está pasando y tengo la intención de averiguar qué.

Sin esperar una respuesta, Aegon se dirigió a la alcoba, haciendo resonar sus botas contra el suelo pulido. Jacaerys corrió tras él, con el ceño fruncido por la preocupación. Llegaron al hueco en sombras justo a tiempo de ver el dobladillo del vestido de Alicent desaparecer por una esquina, seguido de cerca por la figura encorvada de Larys.

Aegon aceleró el paso, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho mientras seguía a la pareja por un estrecho pasillo. A su lado, la respiración de Jacaerys se entrecortaba y mantenía la mano apoyada en la empuñadura de su espada.

Doblaron otra esquina justo a tiempo de ver una pesada puerta cerrarse y el sonido de un cerrojo al cerrarse resonó en el silencio. Aegon maldijo en voz baja, con los puños apretados a los costados. Dio un paso adelante, dispuesto a golpear la puerta y exigir la entrada, pero la mano de Jacaerys en su hombro lo detuvo.

—Espera —susurró su sobrino—. Hay otra manera. —Inclinó la cabeza hacia un tapiz que colgaba de la pared; sus colores, que alguna vez fueron vibrantes, se habían desvanecido con el tiempo. Con un rápido tirón, Jacaerys apartó el tapiz a un lado, revelando una abertura en la piedra que había detrás.

🅛🅘🅜🅘🅣🅐🅓🅞 🅔🅝 🅔🅛 🅣🅘🅔🅜🅟🅞 (🅡🅔🅔🅢🅒🅡🅘🅣🅤🅡🅐)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora