Después de que Enid se fue a mi casa, Yoko se dio cuenta de que había sido demasiado dura con Enid. Se sintió culpable por haberla tratado mal y decidió disculparse.
Me llamó y me preguntó si podía hablar con Enid. Le dije que Enid estaba en mi casa, pero que podía venir a hablar con ella si quería.
Yoko vino a mi casa y se disculpó con Enid por su comportamiento. Enid aceptó sus disculpas y las dos comenzaron a hablar sobre lo que había pasado.
Resultó que Yoko había estado celosa de la relación entre Enid y yo, y se sintió abandonada. Enid le explicó que su relación conmigo no tenía nada que ver con su amistad con Yoko, y que valoraba mucho su amistad.
Las dos chicas hablaron durante horas y finalmente se reconciliaron. Yoko se disculpó de nuevo y prometió ser más comprensiva en el futuro.
Enid y yo estábamos felices de que Yoko y Enid hubieran arreglado sus problemas. Ahora, las tres podíamos ser amigas de nuevo.
Pero justo cuando pensábamos que todo estaba bien, el padre de Enid llamó y dijo que quería hablar con Enid. Enid se puso nerviosa, pero sabía que tenía que enfrentar a su padre de nuevo.
Enid fue a casa de su padre, acompañada de mí y Yoko. Estábamos las tres nerviosas, pero Enid estaba decidida a enfrentar a su padre y hacerle entender que estaba enamorada de mí.
Cuando llegamos, el padre de Enid nos recibió con una expresión seria. "Enid, necesitamos hablar", le dijo.
Enid se sentó con su padre en la sala y nosotras nos quedamos en la cocina, esperando a que terminaran de hablar.
Después de un rato, Enid salió de la sala con lágrimas en los ojos. "¿Qué pasó?", le pregunté.
"Mi padre dice que me acepta, pero que necesita tiempo para acostumbrarse a la idea de que estoy enamorada de una chica", me dijo.
Me sentí aliviada de que el padre de Enid hubiera aceptado la relación de Enid conmigo, aunque fuera con reservas.
Yoko se acercó a nosotras y nos abrazó. "Estoy tan feliz de que todo haya salido bien", dijo.
Las tres nos abrazamos y nos sentimos felices de haber superado los problemas que habíamos tenido.
Ahora, Enid y yo podíamos estar juntas sin preocuparnos por lo que otros pensaran. Y Yoko era nuestra amiga de nuevo.
