Capítulo 7

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Toda la noche lloro y yo no pude hacer nada, quería entrar, quería abrazarla y decirle que todo estaría bien, pero no pude hacer otra cosa que quedarme de pie frente a la puerta

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Toda la noche lloro y yo no pude hacer nada, quería entrar, quería abrazarla y decirle que todo estaría bien, pero no pude hacer otra cosa que quedarme de pie frente a la puerta. No sé qué hacer y me estoy volviendo loco, todo de ella me este volviendo loco y por más que intente moverme a cualquier parte del castillo este pare tener su olor o tal vez solo sea yo.

Anoche logre controlarme cuando la escuche llorar, al amanecer me moví rápidamente hacia mi despacho para poder ordenar y buscar por mi cuenta que sucedió, pero era obvio que no encontraría mucho desde aquí, así que llame a quien necesitaba.

Después de la llamada mi madre toco a la puerta para avisarme lo que haría y por un momento pensé que era buena idea un desayuno tranquilo que la hiciera olvidar por un pequeño momento lo que estaba sufriendo, pero... No pude. No soporte estar cerca de ella sin tener la necesidad de beber su sangre, por esa misma razón me retire rápidamente del comedor y al igual que ayer me encuentro bebiendo las ultimas gotas de las botellas de vino que hay en el castillo, pero seria mentirme a mi mismo al decir que esto sacia mi sed.

Quiero regresar al comedor, sacarla de ahí y beber su sangre, esa sangre que desprendía un olor tan dulce que me hacia imaginarme el sabor que tendría, pero no podía hacerlo, sería lastimarla y no quiero hacerlo, sin contar que puedo hacerle mucho daño si ella no esta de acuerdo.

Después de un rato mi madre llego ha avisarme que iría a la ciudad a buscar la ropa de Alaya y esta iría con ella así que mande a llamar rápidamente a uno de los hombres encargados del cuidado de mi madre y unos segundos después alguien se encontraba tocando la puerta.

-Adelante- dije alto para que la persona del otro lado pudiera escucharme y cuando lo hizo entro lentamente cerrando la puerta detrás de él.

- ¿Se le ofrece algo majestad? -preguntó bajo mientras me miraba fijamente al igual que yo a él.

-Mi mujer ira con mi madre a buscar ropa a la ciudad, necesito tu completa atención sobre ella Vlad y por la ropa que trae necesito que le des este saco- dije parándome de mi escritorio y acercándome al perchero que estaba cerca del escritorio para tomar uno de mis sacos y extenderlo en su dirección.

Él me miro y por sus facciones paso un rastro de duda pero rápidamente asintió tomando el saco en sus manos.

- ¿Algo más que se le ofrezca majestad? -preguntó con voz fuerte, pero con respeto.

-Si le pasa algo a mi madre o a mi mujer yo mismo me encargare de arrancarte la cabeza- dije simple y este se tenso en su lugar.

-Si majestad- dijo él con un deje de miedo en su tono.

-Puedes retirarte- dije sentándome nuevamente y este salió del mismo modo del que entro mientras yo servía nuevamente el vino en el vaso frente a mí. 

Debo mantenerme cuerdo y bajo control para no cometer una locura, no quiero lastimarla y el solo pensarlo me molesta, también me molesta saber que la estoy dejando bajo supervisión de otro hombre y eso puede causarme perder el control. Debo concentrarme en encontrar quienes la lastimaron, quieres le arrebataron toda para poder verla feliz, aunque eso no le devuelva su aldea o a las personas que amaba.

Ecos de Plumas y ColmillosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora