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Yuna había intentado todo para convencer a su corazón de que los sentimientos por Yoongi eran solo un malentendido, una trampa de su mente. Se decía que era imposible enamorarse de su mejor amigo; que esos latidos acelerados cuando él reía no significaban nada. ¿Cómo podía, después de todo, arruinar lo que ambos compartían desde niños?
Sin embargo, ahí estaba, sintiéndose cada día más atrapada entre la necesidad de mantener su amistad intacta y el deseo imposible de acercarse un poco más. Se había convencido de que lo odiaba, de que si enlistaba todas sus "fallas", lograría enterrar sus sentimientos. Odiaba su risa, tan contagiosa. Odiaba cómo la entendía sin palabras y cómo siempre lograba hacerla sonreír. Pero, sobre todo, odiaba lo mucho que le costaba decirle "no" cuando él la miraba con esos ojos brillantes y sinceros.
Yuna quería, realmente quería, dejar de pensar en Yoongi de esa manera. Odiaba que cada día sin él pareciera incompleto, y odiaba, más que nada, lo mucho que dolía quererlo.
