Extraños

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La luna llena era todo lo que era visible entre la niebla extraña y maloliente. El olor a sangre y cuerpos en descomposición corría libremente, dándole un ambiente funesto al panorama espectral. Calles solas, invadidas por bruma verdosa con el aroma a muerte. Las paredes de piedra de la mayoría de las casas estaban rasgadas y sucias, algunas manchadas de sangre seca estaban esparcidas por algunos puntos poco visibles del piso y las paredes, la suciedad estaba esparcida por los pisos empedrados, pero ni una señal de cadaveres a la vista.

—¿Qué es todo esto? —

Exclamó Aaron McFerod. Era un joven de no más de 21 años. Feo y bastante corpulento, con 2 metros y algo de puro músculo macizo, era una montaña llena de cicatrices horrendas sin casi nada de cerebro. Se unió a la caza como soldado hace 1 año y solo había sido aceptado por su enorme cuerpo de montaña. Aaron acaricio su cabeza calva con sus dedos gruesos en un gesto nervioso.

—¡cállate! Despertaras a los muertos — Exclamó un anciano. En su pecho brillaba un emblema dorado y llevaba una espada en unos costados. Los hombres que los seguían se tensaron ante lo dicho por el hombre mayor. Eran solo un grupo de reconocimiento que iba de visita a algunos poblados. En ese reconocimiento les había llegado la queja de un caso de docenas de niños desaparecidos en los diferentes pueblos de alrededor. Habían encontrado ese pueblo mientras buscaban a los niños, pero no parecía haber señales de ningún niño. Sin señales de vida eran las palabras más precisas.

¡A callar todos! Maestre, le pido por favor que no asuste a mis hombres — Hablo es voz gallarda un joven Matthen Armort, el más joven de la familia Armort. Un señorito salido de la Academia, en su pecho brillaba una insignia plateada con bordes dorados de decoración. Acababan de darle su primera misión de reconocimiento.

El joven señorito de había auto impuesto la misión de averiguar el paradero de los pequeños después de escuchar los rumores que circulaban sobre el secuestro de los infantes . El anciano al salir  de la academia hace muchos años, fue conocido como "el lobo negro" durante sus años dorados, pero ahora, después de tantos  años "el lobo viejo" ya solo estaba para apoyar a los más jóvenes y más tontos en reconocimientos sin importancia.

—¡Es un cadaver! — Exclamó un joven del montón. Marcel se acercó para inspeccionar el cuerpo del cadaver. La aterradora cara definiera de una lo que parecía una mujer los recibió...... No, la mujer no tenía cara. Era como si hubiera sido arrancada. Un charco de sangre marrón putrefacta se filtraba por las la grietas entre las piedras de la calle.

—¡Debemos irnos! — Grito con voz chacosa el más viejo. Todos los presentes le dirigieron una mirada extraña al alterado hombre mayor.

—Deben irse — Un niño salió de entre la niebla y se paró frente a ellos . Su cabeza estaba encogida, por lo tanto su cara no era visible — Deben irse — Todos se mantuvieron parados, mirándolo con sorpresa. El pequeño dio media vuelta y desapareció entre la niebla rojiza sin detenerse. Dejando al grupo totalmente consternado.

—¿Rojiza? ¡La niebla se volvió roja! ¡Busquemos nuestros caballos ahora! — El anciano grito a todo pulmón. Los jóvenes se miraron en un gesto estupefacto.

—¿Pero qué ocurre anciano? ¡Es solo un niño! — Grito uno de los soldados. El nerviosismo de la mayoría era evidente y el hombre no parecía querer facilitar la calma en el grupo  —¡Puede ser parte de los niños que estamos buscando! —.

—Mira la neblina jovencito ¿algunas vez has visto algo así? — El soldado negó — Yo sí, esto es señal de muerte. En este pueblo ya no existe ningún sobreviviente, esos niños ya no existen— Exclamó. Todo soltaron una exclamación de horror no muy masculina.

—Huele a sangre — Señalo el joven señor del grupo. Todo el mundo lo miro por un segundo en espera de órdenes. La mayoría, aunque muertos de miedo, jamás se atreverían a profesarlo en voz alta frente a su superior .

—Usted decide señor— Señaló el joven con apariencia de montaña. El más viejo de grupo se giró hacia el. Los ojos del anciano solo reflejaban temor. El color gris azulino se veía turbio por las diferente emociones profesadas.

—Si continuamos, moriremos todos — Exclamó en tono lúgubre. El joven señor alzó su espada, clavándola al piso de forma violenta para poder hablar con sus hombres.

  — Continuaremos anciano. No debemos temerle a un niño y un cadaver. Debemos continuar y llegar a la catedral, pasaremos la noche allí y cuando se disipe la niebla mañana buscaremos a los niños. Estamos demasiado lejos para volver ahora — Ordenó en tono autoritario. El anciano miro el piso, lúgubre. Su espada parecía brillar aún más que antes, con la empuñadura de un lobo aterrador.

Como usted prefiera, joven señor — Se puso al final de la línea y continuó su camino atrás de los demás.

Caminaron por lo que parecían ser horas atravesar de la calle empedrada más amplia. Alrededor las construcciones de piedra parecían aún más lujubres de lo normal. Aunque no hubiera pasado mucho, el tiempo corría lento para el grupo, y la sensación agobiante de ser observador tampoco ayudaba.  A medida que se acercaban al centro de la cuidad, la temperatura bajaba de forma violenta, llegando a sentirse como si el invierno se hubiera adelantado 5 meses.

—Hace frío — Susurro de repente el anciano. Los cabellos de la nuca de Matthen se erizaron al escucharlo luego de tanto silencio, sus manos sudaban y su cuerpo tenía que ser básicamente obligado a continuar la travesía por su propia terquedad.

—¿Qué es eso? — Señaló uno de sus hombres a un bulto en el piso. Todos corrieron hacia el bulto de forma rápida, sin separarse los unos de los otros. Era otro cadaver, una mujer con la cara destrozada yacía inmóvil en el centro, tal como la anterior. El aroma pestilente de la sangre y la desconocían asqueo a la mayoría. El cuerpo estaba tirado en las escaleras de la catedral, impidiéndoles el paso hacia esta misma.

—Sean bienvenidos — Una voz extraña llamó la atención de la mayoría. Todo levantaron la vista para encontrarse de frente con una mujer, ella les sonrío de forma afable, mostrando sus colmillos afilados y blancos.

—¡un vampiro ! — Exclamó uno de los hombres de grupo. Matthen permaneció inmóvil, viendo a la bella mujer con miedo, sin saber realmente el por qué de esta sensación. La mujer yacía sentada sobre las escaleras de piedra que daban a la puerta de madera .

—Ella es..... — Un gruñido gutural llamo la atención de la mayoría.

—Demasiados.... Solo necesito a uno — Los labios rojos se curvaron en una sonrisa malvada. De entre oscuridad y la bruma, cientos de criaturas salieron. Ojos rojos sin señal clara de vida, colmillos asomados en nuevas de ferocidad dignas de una bestia, caras deformadas y desfiguradas de cientos de hombres, mujeres y niños, los cuales no parecían seres humanos ahora.

—Solo necesito a uno — La mujer señaló a Matthen. Los cazadores se pusieron en guardia, siendo totalmente rodeados por las criaturas.

Un grito salió de la garganta del anciano, antes de que las criaturas se lanzarán sobre el grupo más pequeño. La risa de la mujer fue todo lo que se escuchó antes de silencio sepulcro.

sleep in the wake of the beast [Vol.1] (Yaoi/Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora