Depresión

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Mike Wheeler no ha ido a la escuela desde hace tres semanas, no ha hablado con sus amigos desde hace tres semanas, y tampoco hubiera visto a su familia desde hace tres semanas si no fuera porque mantienen buscándolo para asegurarse de cómo esta y de si necesita algo.

Cuando pregunta su padre simplemente lo ignora, sin importarle las quejas y suspiros pesados del mayor.

Cuando pregunta Nancy, rodea los ojos y con una sonrisa forzada dice que no. Que está bien.

Cuando se asoma Holly para preguntar si esta vez si va a jugar con ella. Le saca la excusa de todos los días de; me siento cansado, después.

Pero, cuando pregunta su madre. La ira que sintió hace días vuelve a él, ahora mezclada con una profunda tristeza.

Si, mamá. Necesito algo. Cinco minutos más.

Necesitaba. Cinco. Minutos. Más.

¡Él necesitaba cinco minutos más!

Pero sabe que es injusto culparla por ello, así que como hace con su hermana mayor, siempre sonríe de manera forzada y sin esperar a que cierre la puerta, le da la espalda mirando hacia la pared.

Sus pensamientos son un torbellino de confusión y tristeza. ¿Por qué tuvo que irse?, ¿por qué precisamente él?

No hay respuestas.

Solo un dolor sordo que late con cada latido de su corazón.

Una vida sin Will no... No era vida.

¿A quién le contaría todos sus secretos?

¿Con quién se reiría de lo patética que se veía su hermana enamorada?

¿Quién lo aguantaría hablando horas y horas de sus comics de superhéroes favoritos?

¿Qué persona le haría dibujos a él?

¿Con quién ser si no es con Will?

Las lágrimas caen silenciosas, trazando caminos de sal en sus mejillas. No hay consuelo en el llanto, solo una profunda sensación de pérdida que lo ahoga. El mundo exterior sigue su curso, indiferente a su sufrimiento, mientras él se hunde más y más en un caos que parece no tener final.

En su mente, las imágenes de su amigo se mezclan con la realidad, creando un caleidoscopio de recuerdos y anhelos. Ve su sonrisa, escucha su risa, siente su presencia... Pero al abrir los ojos, solo encuentra la fría soledad de su habitación. La desesperanza es un manto pesado que lo envuelve, y la noche parece interminable.

Mike se pregunta si tal vez todo se trata de un horrible sueño, una pesadilla que lo atormenta diariamente. Pero en este momento, todo parece perdido, y la tristeza es un océano en el que se siente a la deriva, sin rumbo ni salvación.

Las sombras danzan en las paredes, proyectadas por la tenue luz de la luna que se filtra a través de las cortinas. Cada rincón de la habitación guarda un recuerdo, cada objeto es un testigo mudo de los momentos compartidos. Pero ahora, esos recuerdos son como espejismos, dolorosos recordatorios de lo que ya no es.

Will...

Dice su nombre en un susurró, y cuando sabe que no hay esperezas de una respuesta esperada, el llanto lo vuelve a consumir hasta quedarse dormido.

Las cinco etapas de un Duelo | bylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora