Han pasado dos meses desde la muerte de William Byers, y aunque el dolor sigue presente, Mike ha comenzado a encontrar una forma de seguir adelante. Las primeras semanas fueron las más difíciles, con la tristeza y la desesperación envolviéndolo como una pesada manta. Pero poco a poco, con el apoyo de su familia y su psicólogo, ha empezado a ver una luz al final del túnel.
Mike ha seguido asistiendo a sus sesiones de terapia, donde ha encontrado un espacio seguro para expresar sus sentimientos y procesar su pérdida. Su psicólogo- no. Ahora James, porque se convirtió en un nuevo amigo y merece ser nombrado por su nombre, lo ha guiado a través de cada etapa del duelo, ayudándolo a entender que es normal sentir una mezcla de emociones.
En esas sesiones, Mike ha llorado, ha hablado de sus recuerdos con Will y ha aprendido a aceptar que está bien seguir adelante sin olvidar.
Con el tiempo, Mike ha comenzado a cuidar mejor de sí mismo. Ha retomado hábitos saludables, como comer de manera equilibrada y prestar atención a su aspecto personal. Antes, solía descuidar su alimentación, pero ahora se asegura de comer tres veces al día, incluyendo frutas y verduras en su dieta.
También ha vuelto a ducharse regularmente y a vestirse con ropa limpia, pequeños pasos que han hecho una gran diferencia en cómo se siente consigo mismo.
Un día, mientras entraba en su habitación, Mike encontró encima de su cama su juego de D&D.
Un escalofrió le recorrió la espalda.
Se acercó de manera cuidadosa a él, con pequeños pasos.
Al abrir la caja, encima de todo el revoltijo que había allí, destaca la figura de un mago.
La pieza de Will.
Era una figura pequeña, pero llena de detalles, que representaba al valiente hechicero que Will había creado. Al sostenerla en sus manos, Mike sintió una mezcla de tristeza y cariño. Decidió que era hora de hacer algo significativo para honrar la memoria de su amigo.
Con el personaje de Will en el bolsillo, Mike se dirigió al garaje por su bicicleta, ignorando cuando y con quien fue la última vez que estuvo ahí e ignorando también los gritos de su mamá preguntan hacía donde va.
El viento choca en su cara, frio, pero... El aire no se siente pesado.
El camino le es familiar, juro nunca volver allá, negándose a aceptar la realidad, pero esta vez, en lugar de sentir una opresión en el pecho, siente una calma extraña.
Al llegar a la tumba de Will, se arrodilla y saca la figura. La coloca con cuidado sobre la lápida, como si estuviera entregando una parte de su corazón.
—Hola, Will. —dice en voz baja, sintiendo el viento acariciar su rostro—He estado pensando mucho en ti. —sus ojos le empiezan a picar, la sensación ya muy conocida de las lagrimas se aproxima, pero esta vez, no lo permitirá. No se dejará consumir.
«Te extraño todos los días, pero sé que no querrías verme triste todo el tiempo. Así que he estado trabajando en mejorar, en ser la persona que tú siempre creíste que podía ser.»
Mike se quedó en silencio por un momento, dejando que las lágrimas cayeran libremente. No eran lágrimas de desesperación, sino de una tristeza que comenzaba a transformarse en aceptación.
—Te traje tu personaje de D&D. —continuó—Sé cuánto te gustaba jugar, y pensé que sería bonito que lo tuvieras aquí contigo. Cada vez que lo vea, recordaré todas las aventuras que vivimos juntos, y eso me hará sonreír.
Se levanta lentamente, sintiendo una ligereza en su corazón que no había sentido en mucho tiempo.
No se deja de amar a alguien porque ya no está.
Te amo. Susurra en sus pensamientos.
Coloca una mano sobre la lápida, ya debería irse, para no preocupar a su mamá.
Siente una leve brisa que acaricia sus dedos que yacen en la lápida. Sonríe de lado levemente y la retira para coger su bicicleta y subirse a ella.
Camino a casa, con solo el sonido del pedaleo, se da cuenta que por primera vez en mucho tiempo su mente no es un torbellino de pensamientos negativos.
Y que tal vez... Por fin está bien.
En la negación, el corazón se protege del dolor, construyendo muros de incredulidad. Pero con el tiempo, esos muros se desmoronan, revelando la verdad. Y en esa verdad, encontramos la fuerza para seguir adelante, sabiendo que la realidad, aunque dura, es el primer paso hacia la sanación.
La ira arde como un fuego feroz, consumiendo todo a su paso. Pero de las cenizas de esa furia, surge una nueva claridad. En la tormenta de la ira, encontramos la chispa de la transformación, y aprendemos que es posible canalizar esa energía en algo constructivo, algo que nos impulse hacia un futuro mejor.
En la negociación, buscamos respuestas y tratamos de hacer tratos con el destino. Aunque no siempre obtenemos lo que deseamos, este proceso nos enseña a valorar lo que tenemos y a encontrar paz en la aceptación. A través de la negociación, descubrimos que la vida es un equilibrio entre lo que perdemos y lo que ganamos.
La depresión es un océano profundo y oscuro, donde la esperanza parece lejana. Pero incluso en las profundidades más sombrías, hay corrientes de luz. Al permitirnos sentir y expresar nuestro dolor, encontramos la capacidad de emerger a la superficie, renovados y listos para abrazar la vida con una nueva perspectiva.
La aceptación es un amanecer después de una larga noche. Es el momento en que comprendemos que, aunque la pérdida siempre será parte de nosotros, también lo será el amor y los recuerdos. En la aceptación, encontramos la serenidad y la fuerza para seguir adelante, sabiendo que, aunque el camino ha sido difícil, hemos llegado a un lugar de paz y esperanza.
El amor es infinito, por lo tanto, las personas a las que amamos también.
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Las cinco etapas de un Duelo | byler
FanfictionWill Byers desapareció, pero el otro lado nunca existió. Ship: Mike Wheeler / Will Byers - Stranger Things