Los Hódar

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*Chiara Oliver*

Me despierto con una sensación de nerviosismo invadiéndome. Hoy voy a conocer a los padres de Violeta. La sola idea de afrontar esta estresante experiencia me produce mariposas en el estómago, pero no las agradables que se sienten antes de una primera cita. No, este es el tipo de mariposas que te recuerdan que tienes algo muy importante con lo que lidiar y que definitivamente no quieres equivocarte. Respiro profundamente y miro al techo.

Violeta. Mi novia.

La palabra me hace sonreír a pesar de todo. Sólo llevamos juntas una semana, pero se siente tan bien, tan... correcto. Pienso en el momento en el que le hice la pregunta. Había algo mágico en el aire esa noche, algo que me dijo que ésta era la mejor decisión que había tomado en mucho tiempo.

Cierro los ojos por un momento y vuelvo a sumergirme en mis recuerdos, especialmente la mañana siguiente a esa famosa noche.

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Me desperté con Violeta entre mis brazos, su respiración suave y constante contra mi cuello. Su cuerpo presionado contra el mío me dio una sensación de seguridad y ternura, como si nada más existiera fuera de este momento. Permanecí allí, inmóvil, durante mucho tiempo, saboreando cada segundo de esta nueva proximidad.

Dediqué una buena parte de mi tiempo a observar cada detalle de su rostro, desde su cabello pelirrojo, hasta sus largar pestañas que cubren sus ojos, su nariz perfilada y su labios carnosos que muero por besar. La luz que se cuela por la ventana se refleja en su piel morena, se ríe entre sueños y veo su hoyuelo hacer su primera aparición del día. Joder, Violeta Hódar es perfecta.

Cuando Violeta empezó a moverse levemente, supe que estaba despertando. Ella abrió los ojos y me miró con esa sonrisa todavía adormilada, ese tipo de sonrisa que te hace derretir en el acto.

- Buenos días para ti - susurré, pasando suavemente mi mano por su cabello.

— Buenos días, Kiki - respondió ella con la voz aún ronca por el sueño. Escondiendo su cara en mi cuello, sin querer adaptarse aún a la luz del sol.

Hablamos un poco, compartiendo trivialidades sobre nuestra noche, sobre el hecho de que habíamos dormido bien, pero nuestros cuerpos querían hablar otro idioma esta mañana. En un instante, el deseo se había disparado entre nosotras, y pronto, nuestros labios se encontraron nuevamente, nuestras manos comenzaron a explorar nuevamente y, antes de que nos diéramos cuenta, nos estábamos dejando llevar por la pasión del momento.

Intentamos ser discretas, conscientes de que Denna y Alex probablemente dormían en la habitación de al lado, y luego del incidente de ayer no queríamos volver a ser el objeto de sus burlas. Pero en un momento, Violeta dejó escapar un gemido un poco demasiado fuerte, lo que nos hizo estallar en carcajadas, amortiguando nuestros ruidos contra la almohada.

— Nos van a matar — susurré entre dos besos.

— Qué lástima — respondió mordisqueándome la oreja.

Como era de esperar, el desayuno había estado lleno de burlas. Alex y Denna nos observaron con sonrisas de satisfacción y, por supuesto, Alex no dejó de hacer un comentario tan pronto como surgió la oportunidad.

— Entonces, ¿ustedes dos durmieron bien? — preguntó, enfatizando "durmieron" con un evidente guiño.

— Sí, muy bien, gracias — respondí con un tono falsamente inocente.

Denna un poco más directa soltó — Entonces, ¿a qué se debe todo ese ruido esta mañana? ¿Tienen una nueva alarma sonora o algo así?

Violeta se sonrojó levemente y yo solo reí nerviosamente.

En la distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora