La nave del Nova Corps atravesaba el espacio oscuro, dejando atrás el resplandor de Xandar mientras Metro y el equipo de exploración se dirigían al sistema estelar desconocido. En la cabina de la nave, los nervios estaban a flor de piel. Aunque muchos de los tripulantes tenían experiencia en misiones de reconocimiento, la naturaleza de esta anomalía los mantenía alerta.
Metro, quien estaba sentado junto al comandante de la misión, observaba el mapa holográfico del espacio que se desplegaba ante ellos. El sistema estelar al que se dirigían era uno que no aparecía en muchos registros. Solo un par de sondas habían pasado cerca de él, lo suficiente para captar una señal de energía inusual. Pero esa señal era suficiente para que Nova Corps decidiera enviar un equipo de reconocimiento, liderado por Metro.
— ¿Qué sabemos de este sistema? —preguntó Metro, mirando al comandante, un hombre curtido por años de misiones peligrosas.
—No mucho, para ser sincero —respondió el comandante, cruzando los brazos mientras revisaba los datos—. Tiene un sol envejecido y cuatro planetas, pero la señal de energía que captamos proviene de un asteroide que se mueve a través del sistema. No parece estar relacionado con ninguna civilización conocida, pero esa energía es... extraña.
Metro ascendiendo. No era la primera vez que escuchaba sobre anomalías misteriosas en el vasto universo, pero algo en el tono del comandante lo hizo sentirse inquieto.
— ¿Es posible que sea una tecnología avanzada? —preguntó, interesado en las posibilidades.
—No lo descartamos —respondió el comandante—. Si es una tecnología avanzada, podría ser útil para la defensa de Xandar... o peligrosa. Por eso estás aquí.
Metro comprendió su rol. Su capacidad para volar a velocidades increíbles y manejar situaciones de combate lo hacía el miembro ideal para liderar el equipo en caso de que las cosas se complicaran.
La nave se aproximaba al asteroide en cuestión. Metro se levantó de su asiento, preparándose para el descenso. Podía sentir el peso de la misión; la incertidumbre siempre lo mantenía en alerta.
—Llegaremos al asteroide en cinco minutos —anunció el piloto desde la cabina—. Prepárense.
El equipo de Nova Corps ajustó sus armaduras y preparó su equipo. Metro, sin necesidad de ningún tipo de armamento más allá de sus propias habilidades, observe la vista a través de la ventana de la nave. El asteroide flotaba imponente, su superficie cubierta de cráteres y formaciones rocosas. Desde su centro, una tenue luz azulada parpadeaba, marcando la fuente de la anomalía.
—No sé por qué, pero tengo un mal presentimiento —dijo uno de los tripulantes a su compañero, su voz apenas audible para Metro.
Metro lo entendía. Este tipo de situaciones, donde todo parecía tranquilo en la superficie, solían esconder algo mucho más oscuro.
Cuando la nave aterrizó suavemente en la superficie del asteroide, el equipo de exploración comenzó a desplegarse. El metro salió flotando por la escotilla y aterrizó con ligereza en el suelo rocoso, observando con detenimiento su alrededor. Aunque el lugar parecía desolado, la energía que irradiaba del asteroide lo hacía sentir como si estuviera siendo observado.
— ¿Todos los sistemas están operativos? —preguntó el comandante a través del comunicador.
—Sí, comandante —respondió uno de los técnicos—. Los escáneres están detectando altos niveles de energía en la caverna central. Nos dirigimos allí ahora.
Metro lideró el grupo hacia la entrada de la caverna, donde la luz azulada era más intensa. El lugar estaba en silencio, solo roto por el suave eco de sus pasos al caminar sobre la superficie rocosa. Cada vez que avanzaban más, la sensación de inquietud crecía dentro de él.
Cuando llegaron al corazón del asteroide, la fuente de la energía se reveló: un artefacto de aspecto antiguo, flotando en el aire sobre una plataforma. Era una esfera metálica, rodeada de anillos que giraban lentamente a su alrededor, emitiendo esa misteriosa luz azul.
— ¿Qué es esto? —preguntó uno de los exploradores, acercándose para observar más de cerca.
El técnico del equipo comenzó a tomar lecturas del artefacto.
—Los niveles de energía son... asombrosos. Nunca había visto algo así. Esto no parece de origen natural.
—¿Podría ser Kree? —preguntó el comandante, sus ojos fijándose en la esfera con preocupación.
Metro avanzó hacia el artefacto. Algo en él lo atraía, una extraña sensación de reconocimiento, como si el objeto estuviera intentando conectarse con él.
—No lo toques —advirtió el comandante, aunque su voz sonaba distante, casi como si estuviera consciente de que su advertencia no tendría efecto.
Pero Metro ya estaba extendiendo la mano hacia la esfera. Apenas la rozó con la punta de los dedos cuando una descarga de energía recorrió su cuerpo, haciendo retroceder. Sus ojos brillaron por un momento con la misma luz azul, y todo a su alrededor pareció detenerse.
Cuando recobró el sentido, Metro se encontraba de pie en el mismo lugar, pero algo había cambiado. Sentía una conexión con el artefacto que antes no existía. La energía que emanaba de la esfera ahora circulaba por su cuerpo de una manera que no comprendía del todo.
—¿Estás bien? —preguntó el comandante, acercándose a él con preocupación.
—Sí... estoy bien. —respondió Metro, aunque no estaba seguro de si lo estaba realmente. Algo en él había cambiado.
El artefacto dejó de emitir su luz azul, apagándose lentamente, como si hubiera cumplido su propósito. El equipo de exploración lo rodeó, pero Metro sabía que ya no tenía el mismo poder que antes. Algo había sido transferido a él, pero no podía decir con certeza qué era.
— Deberíamos llevarnos de vuelta a Xandar para analizarlo más a fondo —sugirió el técnico.
El comandante ar.
—Metro, ¿qué pasó? Parecías... conectado con ese objeto.
Metro no estaba seguro de cómo responder.
—No lo sé —admitió—. Cuando lo toqué, sentí que algo pasaba a través de mí, pero no estoy herido. Sea lo que sea, dejó de funcionar ahora.
El comandante observó a Metro por un momento más antes de hablar.
—Será mejor que regresemos. Lo que sea que haya ocurrido aquí, debemos asegurarnos de que no represente un peligro para Xandar.
De vuelta en la nave, Metro permaneció en silencio durante el viaje de regreso. Mientras miraba las estrellas pasar por la ventana, intentaba entender lo que había sucedido. La energía del artefacto seguía dentro de él, pero no sabía qué significaba eso. Podía sentirla, como un zumbido sutil bajo su piel, pero no era capaz de identificar si se trataba de una bendición o una maldición.
Cuando la nave aterrizó en Xandar, el equipo fue recibido por Rhoman Dey, quien inmediatamente se dirigió al equipo hacia el centro de investigación para analizar el artefacto. Metro, sin embargo, fue llevado a una sala aparte, donde los médicos del Nova Corps se aseguraron de que estuviera en perfecto estado de salud.
—Tus signos vitales están bien —le informó uno de los médicos—, pero hay algo diferente en tus lecturas de energía. Es como si hubieras absorbido algo del artefacto.
— ¿Debo preocuparme? —preguntó Metro, tratando de mantener la calma.
—No lo sabemos aún —respondió el médico—. Lo seguiremos monitoreando.
Metro agradeció, agradecido por la atención, pero sabía que este nuevo desarrollo era algo que solo él podría comprender con el tiempo. Lo que había encontrado en ese asteroide podría cambiarlo de maneras que ni siquiera él podía prever. Y, aunque lo desconocido siempre traía incertidumbre, también sentía que esta nueva energía podía ser una herramienta poderosa para enfrentar los desafíos que estaban por venir.
Mientras se alejaba del centro de investigaciones, una sola pregunta rondaba su mente: ¿Qué había activado realmente en ese asteroide? Y lo más importante, ¿por qué sentí que esto era solo el comienzo de algo mucho más grande?
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MARVEL: INEVITABLE
FanfictionEl protagonista, un humano moderno, reencarna con los poderes de Metro Man en el universo Marvel, aproximadamente 260 años antes del surgimiento del Capitán América.