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Mientras que el ascensor privado lo llevaba hacia el penthouse, Gemini sombríamente se preguntaba si estaría perdiendo la cabeza. ¿Realmente estaba permitiendo que unas cuantas palabras dichas con suavidad lo afectaran? ¿Realmente había cancelado su vuelo a Italia por una oportunidad para... hacer qué exactamente? No podía creer que estuviera dejando que un muchacho de veintitrés años lo influenciara tan fácilmente sólo con decir que lo necesitaba.

Jodidamente increíble.

El ascensor se detuvo y las puertas se abrieron para revelar un amplio living.

Una figura solitaria estaba parada frente al ascensor, apoyada contra el respaldo del sillón. Fourth tenía los brazos cruzados en el pecho, los hombros rígidos, sus ojos cafés abiertos de par en par, lindos mechones suaves enmarcando su cara en forma de corazón.

El cuarto estaba extrañamente silencioso cuando Gemini caminó hacia él. Fourth lo observaba como una presa miraría a un depredador acercándose. Era bastante irónico. Gemini se sentía como si hubiera sido atrapado y arrojado hacia una presa engañosamente inofensiva.

Se detuvo a algunas pulgadas del muchacho, encerrándolo contra el respaldo del sofá.

Fourth tragó audiblemente, sus labios se separaron. Gemini alejó la vista de ellos, hacia los ojos oscuros, y acunó la mejilla de Fourth, su pulgar descansando contra su garganta. Percibió un estremecimiento recorriendo al muchacho y sintió a su propio cuerpo ponerse rígido en varios sentidos, la fuerza de atracción jalándolo hacia Fourth y apretándolo en su agarre.

—Dijiste que me necesitabas ¿Para qué? —Su voz era tranquila, pero sonaba áspera y afilada en el silencio total del cuarto.

—Yo... —Fourth se balanceó hacia él.

Se miraron uno al otro, sus irregulares respiraciones volviéndose más sonoras, luego mezclándose, desapareciendo la distancia entre ellos. Con un gemidito, Fourth enterró el rostro en el cuello de Gemini, sus afilados dientes hundiéndose en su piel. Lo siguiente que
supo Gemini, fue que tenía sus brazos alrededor del chico mientras que Fourth le chupaba el cuello como un bebé hambriento. La polla de Gemini palpitaba. Bebé. Eso le recordó la última
vez que tuvieron sexo, lo que Fourth lo había llamado y cuánto lo había necesitado. Había sido embriagador. Joder, Gemini ni siquiera estaba interesado en ese tipo de cosas hasta que Fourth había susurrado la palabra "papi".

—Shhh —dijo, enterrando los dedos en los sedosos mechones y jalando fuerte. Fourth gimió, moliéndose contra el muslo de Gemini, sus manos deslizándose bajo la camisa de Gemini, acariciando su pecho mientras que seguía chupando su cuello. —Mírame —dijo Gemini.

Fourth suspiró y alzó la cabeza.

Cristo. Cómo se veía... Ojos vidriosos, mejillas sonrojadas, labios rosados y temblorosos... Gemini quería lamerlo por todas partes y comérselo todo.

Inhaló profundamente, intentando recuperar algo de su control, tratando de aparentar algo de autocontrol. Resultaba imposible cuando todo lo que quería era quitarle la ropa a Fourth, enterrarse en él y respirar.

El sonido de una cremallera abriéndose rompió el silencio y, después de eso, unos suaves dedos envolvieron la engrosada polla de Gemini, sacándola de sus boxers.

Silbando entre dientes, Gemini se resistió a bajar la mirada, manteniendo constante su vista en los vidriosos ojos cafés de Fourth.

Fourth se humedeció los labios con la lengua, su mano apretando la erección de Gemini.

—Te necesito —dijo, con voz rota—. Por favor.

Gimiendo, Gemini besó sus temblorosos labios, y todo lo demás se volvió irrelevante, todo excepto este chico con su boca dulce y obscena.

Cuando la niebla del deseo se dispersó de su mente, ya estaban en la cama y estaba embistiendo en Fourth. La estrechez a su alrededor era casi insoportable. Eso fue lo que le
proporcionó una, muy necesaria, claridad.

—¿Te preparé? —se las arregló para decir, trabando los músculos. No podía jodidamente recordarlo.

Fourth rió sin aliento, sonrojándose.

—Algo. Estoy bien. No usamos condón, sin embargo.

—Mat tvoiu—Gemini juró y se forzó a retirarse.

—Espera —dijo Fourth. Levantó la vista hacia Gemini con los párpados pesados—. ¿Puedo confiar en ti?

La pregunta se sentía cargada de peso, la respuesta era más complicada de lo que le gustaría.

Respirando con dificultad, Gemini analizó su respuesta, reuniendo toda su voluntad para no jalar las piernas del muchacho sobre los hombros y enterrarse en él como un salvaje. Lo
quería... quería follarlo sin protección, quería correrse adentro y llenarlo hasta que el chico estuviera desbordando y algo más. Pero Fourth ya no estaba pidiendo solamente sexo.

—Puedes —dijo, sosteniendo la mirada de Fourth.

Fourth se estremeció. Sus piernas, abiertas con Gemini entre ellas, se extendieron aún más, y trabó sus tobillos en torno a las caderas de Gemini, acercándolo más.

—Entonces, bien. Nunca antes hice esto sin condón, pero quiero hacerlo. No pares... Oh Dios.

Just a Bit RuthlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora