24. Te Amo

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Pasaron dos días desde la discusión entre Chiara y Violeta, ninguna se había atrevido a mandar el mensaje. Chiara hoy tenía un concierto en Menorca, todos sus amigos asistirían, Violeta no quería perdérselo por nada del mundo. Fue junto con Salma y se posicionó en primera fila. Chiara hizo el mejor show del mundo. Hasta la última canción.

El corazón de Violeta se detuvo por un instante cuando las primeras notas del piano llenaron el aire. Reconoció la melodía al instante; era aquella suave canción que Chiara tocaba para ella, su refugio en medio de las noches compartidas. Su mente se llenó de recuerdos: la intimidad de sus momentos juntas, la risa y las lágrimas, la conexión que sentía cuando escuchaba esa melodía. Ahora, esa misma canción sonaba desde el escenario, frente a miles de personas, pero Violeta sabía que esa interpretación era solo para ella.

Chiara, iluminada por un único haz de luz, estaba sentada en el piano, concentrada, tocando cada nota con una profundidad que parecía desgarrar el alma. Violeta no podía apartar la mirada, su corazón latiendo tan fuerte que sentía que iba a explotar. A su lado, Salma permanecía en silencio, su presencia pesada e incómoda. Todo lo que había pasado en los últimos días parecía desaparecer en ese momento, y lo único que quedaba era la música y los sentimientos que compartían.

Violeta sintió cómo sus ojos se llenaban de lágrimas. ¿Cómo había llegado todo a esto? Había dejado que sus miedos y la presión de Salma la apartaran de lo que realmente quería, de quien realmente amaba. Y ahora, mientras la melodía envolvía el lugar, sabía que lo único que deseaba era estar con Chiara. La música era su mensaje, una forma de decir todo lo que las palabras no podían.

Las últimas notas de la canción flotaban en el aire mientras el cielo, como si reflejara el estado emocional de ambas, comenzaba a oscurecerse. La primera gota de lluvia cayó justo cuando Chiara terminó de tocar, mirándose las manos antes de levantar la vista. Sus ojos encontraron los de Violeta, y en ese cruce de miradas, no había nada más que tristeza, una tristeza profunda que gritaba sin necesidad de palabras: "No puedo estar sin ti".

La lluvia se intensificó, cayendo en finas cortinas sobre el recinto, creando un manto gris que parecía arrastrar consigo el dolor acumulado de los últimos días. Chiara se levantó del piano, con la respiración entrecortada y el corazón latiéndole a mil por hora. Sabía que no podía seguir así, fingiendo que el dolor no la estaba consumiendo. Miró una vez más hacia donde estaba Violeta, y bajó del escenario en silencio, desapareciendo entre las sombras tras bastidores.

Violeta la vio marcharse, y en ese instante, el mundo a su alrededor pareció detenerse. Salma estaba a su lado, pero sus palabras eran un eco distante en su mente. No importaba lo que dijera; en ese momento, Violeta entendió con una claridad devastadora lo que debía hacer. No podía seguir viviendo con miedo, ni permitiendo que la manipularan. No podía seguir lastimando a Chiara, ni a ella misma.

Se giró hacia Salma, su rostro empapado por la lluvia y las lágrimas mezcladas. La mirada de Violeta era firme, pero llena de una tristeza infinita.

—No quiero estar contigo—, dijo Violeta, con la voz temblorosa pero decidida. —No puedes obligarme a amarte cuando sabes que no podrá ser nunca así.—

Salma, sorprendida, intentó protestar, pero Violeta no le dio tiempo. La liberación en sus palabras fue como un grito ahogado que finalmente encontró salida. Sin mirar atrás, sin vacilar más, Violeta comenzó a correr.

La lluvia la golpeaba, mojando su ropa y su piel, pero ella no se detuvo. El sonido de su corazón superaba al de las gotas chocando contra el suelo. La multitud aún estaba allí, pero todo eso se convirtió en un paisaje borroso. Lo único que importaba era encontrar a Chiara, y arreglar lo que había roto.

Un Amor de Verano. KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora