21. La Pisicna

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A la mañana siguiente, el sol apenas comenzaba a asomarse por el horizonte cuando Chiara se levantó temprano. Sabía que tenía que llevar a Joey al campamento, pero también tenía un plan en mente. Preparó un par de cafés y cogió un donut del estante de la cocina antes de salir de casa. Mientras conducía hacia la casa de Denna y Álex, donde Violeta se había quedado, no podía evitar sonreír al imaginar la sorpresa que le daría.

Al llegar, Chiara tocó suavemente el claxon del coche. Violeta salió al instante, todavía con el pelo despeinado y una sonrisa perezosa en el rostro.

—Buenos días, dormilona —dijo Chiara, extendiéndole un café.

—Justo lo que necesitaba —respondió Violeta con una sonrisa, tomando el café y dándole un sorbo agradecido—. ¿Y este donut? No tenías que haberte molestado.

—Claro que sí, es una pequeña recompensa por ser la mejor monitora de campamento —bromeó Chiara, guiñándole un ojo.

Violeta soltó una pequeña risa mientras subía al coche, y se dirigieron juntas al campamento. El trayecto estuvo lleno de conversación ligera, música de fondo y miradas cómplices. Joey, sentado en la parte trasera del coche, estaba tan emocionado como siempre, contando historias de lo que esperaba hacer ese día en el campamento.

—¡Hoy vamos a construir una balsa! —exclamó Joey con entusiasmo, interrumpiendo la charla de las chicas.

—Eso suena increíble, Joey. Asegúrate de contarme todo cuando te recoja más tarde —respondió Chiara con una sonrisa, girándose hacia él.

—Sí, será genial. ¡Estoy listo para ser un pirata! —gritó Joey, agitando los brazos.

Cuando llegaron al campamento, Chiara detuvo el coche y dejó que Violeta y Joey bajaran. Violeta se acercó a la ventanilla de Chiara con una sonrisa en los labios.

—Gracias por el café, y el donut —dijo Violeta suavemente—. Te veo más tarde, ¿vale?

—Siempre. Nos vemos más tarde —respondió Chiara, devolviéndole una mirada que hablaba más de lo que las palabras podían expresar.

Violeta se quedó mirando mientras Chiara se alejaba en el coche, sintiendo una calidez en su pecho.

A las 14:00 en punto, Chiara volvió al campamento para recoger a Joey y Violeta. Cuando llegó, Joey salió corriendo con su mochila colgando de un lado, todavía lleno de energía tras un día lleno de actividades. Violeta apareció justo detrás de él, con una sonrisa en los labios, disfrutando del buen clima y el ambiente relajado.

—¡Kiki! —gritó Joey, corriendo hacia el coche—. ¡Fue increíble! ¡Construimos la balsa más grande y flotó un montón!

—Eso suena alucinante, Joey. Te has ganado unas cuantas saltadas al muelle esta tarde —respondió Chiara, abriendo la puerta del coche para que Joey subiera.

Violeta se acercó más tranquila, secándose una gota de sudor de la frente con el dorso de la mano.

—Vaya día intenso, ¿eh? —dijo, soltando una pequeña risa mientras se acomodaba en el asiento del copiloto.

—¿Lo fue? —respondió Chiara, sonriendo mientras la miraba de reojo—. A ver si todavía tienes energía para saltar al agua en el muelle.

—Para ti siempre tengo energía —bromeó Violeta, sonriéndole antes de abrocharse el cinturón.

Chiara puso en marcha el coche y se dirigieron a casa. Joey no paraba de hablar sobre su día en el campamento, y tanto Violeta como Chiara lo escuchaban con cariño mientras las risas llenaban el coche.

Un Amor de Verano. KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora