Ding dong.
Nadie se movió. Nadie respiraba, ni siquiera quien técnicamente debía hacerlo. La anticipación y los nervios mantenían cautivos los pulmones de Bella en un vicio de hierro. De no ser por el órgano que golpeaba un tatuaje contra sus costillas, Bella podría haber pasado por un vampiro. En cualquier otra situación, se habría reído de lo ridículo que resultaba que los vampiros utilizaran timbres. Así las cosas, su mente estaba un poco preocupada.
Había imaginado ese momento innumerables veces y había ensayado varios discursos que pronunciaría en cuanto volviera a ver a los Cullen. Sin embargo, encontrarse con los Cullen (y regañarlos) era fácil cuando se hacía en la intimidad de su mente, y se había engañado a sí misma pensando que sería un paseo por el parque. Ahora que había llegado el momento, toda su preparación se esfumó y el pánico empezó a apoderarse de ella. Le empezaron a sudar las palmas de las manos y tembló contra el cuerpo rígido que la sujetaba.
En el último segundo, Bella se volvió hacia Rose, con los ojos muy abiertos y suplicantes. Afortunadamente, su compañera entendió su petición. Al momento siguiente la levantó en brazos y la llevó escaleras arriba hasta la habitación de Rose.
Tanya debió de notar la repentina vacilación de Bella, porque esperó a que la nueva pareja desapareciera de su vista antes de levantarse para abrir la puerta cuando el timbre sonó por segunda vez.
Bella se zafó de los brazos de Rose en cuanto se cerró la puerta del dormitorio. Se paseaba, con los dedos enredados en el pelo, agarrándose el cráneo.
"No pasa nada, elskan mín". Rosalie intentó tranquilizarla, lo que sólo atrajo la ira de Bella.
"¡No está bien, Rose!" gruñó Bella, arremetiendo contra la rubia. "¡Es una estupidez! Soy una estúpida. Pensé que estaba preparada y ¡mírame! Me estoy escondiendo, joder. ¡Soy una maldita cobarde! Debería haber sabido que esto pasaría!"
Por su parte, Rose no respondió a la ira fuera de lugar. Se sentó en la cama y esperó pacientemente a que la morena siguiera caminando por un agujero en el suelo, mientras su perorata se convertía en un galimatías incoherente. Una vez que su compañera se hubo calmado, o al menos había pasado el peligro de que se reventara una vena, volvió a hablar.
"No eres tonta, amor. Por favor, siéntate conmigo".
Bella se burló, pero obedeció, se tumbó en la cama y miró al techo.
"¿Qué necesitas?" La rubia la persuadió suavemente. A pesar del tono suave y neutro, las palabras de Rosalie hicieron que una nueva oleada de fuego recorriera las venas de la morena.
"¡Necesito que esto termine! Sólo quiero que se acabe. Era feliz aquí contigo y con los demás, ¡y entonces aparecieron antes y lo estropearon todo! Sé que un día no es gran cosa para alguien que tiene tiempo infinito, pero para mí sí. ¡Odio hacer planes sólo para que sean ignorados! ¿Por qué nos molestamos? Es igual que antes, me pedía mi opinión pero no me escuchaba ni hacía caso de nada de lo que decía. Estoy harta". Su rabia y frustración iniciales fueron cediendo a medida que terminaba de despotricar, dejando que afloraran otras emociones. Se quedó tumbada, abrumada y jadeando. De las comisuras de sus ojos empezaron a brotar lágrimas gordas mientras jadeaba entre sollozos.
Bella se cubrió la cara, apartando las gotas saladas con los talones de las manos. Podía oír que Rosalie seguía hablándole, pero era como si la rubia estuviera bajo el agua y a cientos de kilómetros de distancia. Su mente estaba tan llena de emociones encontradas que era incapaz de procesar completamente lo que le decían, inmovilizada e indecisa.
"¿Puedo tocarte? ¿Ayudaría?"
Finalmente, el ruido mental se calmó lo suficiente como para que volviera a oír a Rosalie y asintió con la cabeza. Un momento después, el aroma de manzana con canela y lluvia llenó su nariz congestionada y empezó a relajarse, acurrucada en el abrazo de su novia.
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Falling Slowly | Rosella
FanficTres semanas. Veintiún días desde que los Cullen se fueron. Quinientas horas desde que él la dejó sola en el bosque con nada más que el corazón roto y la promesa de que sería como si nunca hubieran existido. Sin palabras, fue todo un shock cuando Be...