-Tu roce despierta en mi lo mismo que un torbellino. Eres capaz de despertar mi aletargado cuerpo solo con tu mirada, y un beso tuyo sería capaz de acabar conmigo.Despertarse con los nervios a flor de piel no era algo que Violeta recomendase. Llevaba en pie desde bastante más temprano que cualquier otro día. Eso era chocante para Denna, porque su amiga era una gran fan de estirar el sueño hasta no poder aguantar un minuto más en la cama; o bien porque le sonaba la alarma y tenía que correr para llegar a algún sitio, o bien, porque algo externo no la dejaba volver a cerrar los ojos y no tenía más remedio que despertase.
Se levantó y lo primero que hizo fue obligar a su amiga a separar los párpados, sin tener en cuenta que ese día lo tenía libre y le había especificado que quería aprovechar para recuperar horas de sueño.
Pero Violeta no podía evitar estar nerviosa, y los nervios a ella le sentaban fatal. Coronaban la colina con su bandera ondeante y subidos, ya no en un podio como el campeón que eran hacía unos días, si no como un monarca despiadado y cruel que se mofaba de las peticiones de sus súbditos, porque por más que ella le suplicase clemencia no le daban tregua a su cabeza para pararse un rato y relajarse.
Su cabeza no conseguía expulsarlos y ella solo podía intentar no poner también de los nervios a su amiga, que gruñía encima de su cama mientras le tiraba prendas y prendas de ropa a la cara sin probarse ninguna de verdad.
- ¿Puedes parar, Violeta? No son ni las diez de la mañana y llevas media hora sacando ropa del armario como una desquiciada.
- Es que no tengo ropa, Almudena.
- ¡Qué no tienes ropa! - cogió un puñado y le se lo tiró la cara con cansancio. - ¿Y esto que es Violeta? ¿Sacos de patatas?
- Estoy atacada, ¿vale? Entiéndeme, coño, tú te ponías igual cuando empezaste con Álex.
- No, perdona, yo no te tiré ninguna bota de tacón a traición. - se quejó, señalando la bota tirada en el suelo. -Además éramos unas crías, y tú ya tienes veinticinco añazos para ir así por la vida.
- Cállate, Almudena, te he dicho que estoy nerviosa. Ya te he pedido perdón. Deja de quejarte.- se apoyó en el armario con los dos brazos y cerró los ojos por un instante. Luego se giró hacía su amiga con una expresión que ya debió a alertarla.- ¿Sabes que podrías hacer? - una sonrisa tímida, probablemente para allanar el terreno antes de que la quisiese matar, aparecía en escena. - Dejarme mirar en tu armario.
- ¡¿Qué?! Si, hombre, ni de coña, que ya lo ordené el otro día. - la sonrisa tímida empezó a parecerse más a una traviesa y antes de que pudiese reaccionar ya estaba saliendo por la puerta. - ¡Violeta!¡Como toques una sola camisa te encierro en el piso todo el día y no la ves! ¡Violeta! La mato. - se dijo para sí misma.
Cuando llegó al cuarto todo su preciado tiempo estaba desperdigado por la cama y Violeta se probaba una camiseta mientras fruncía el ceño.
-No me gusta mucho. ¿Tú qué opinas? - decía mientras cambiaba de postura frente al espejo.
- Que te voy a matar, cabrona. La que me has liado en un momento. - gruñó. Había tirado un puñado de camisetas a la cama y uno de sus pantalones favoritos colgaba de la esquina del cajón amenazando con caer.
- Ahora te ayudo a recoger, te lo prometo.
- Más te vale, porque si no te juro que te mato. No es coña.
- Eres una quejica.
- Y tú una sinvergüenza.
- Que sí, ¿pero me puedes ayudar?
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Cuando te encuentre (Kivi)
Fanfiction-Si algún día nos volvemos a ver... -Nos vamos a ver. -Vale. Cuando nos volvamos a ver... -Hmm -Recuerda, aunque no sepas quien soy, que no he dejado ni voy a dejar de quererte. -Siempre me voy a acordar de ti. Siempre voy a saber cómo me miras...