De la hoguera y el carbón

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"Muérdeme la piel, hazme suspirar, y cuando grite tu nombre, arrópame en tus brazos y devuélveme la respiración con tus caricias."


Cuando la veterinaria se alejó del cachorro, él se acercó a ella temblando. Pegó el hocico húmedo a su brazo y ella rascó fuerte cómo le había dicho que hiciera para mitigar el dolor del pinchazo.

-Ya está, Kraka, te prometo que ya no te hago más daño. - se dirigió a ella. - Espera aquí mientras te hago el pasaporte.

- Ponlo a mi nombre...

-Chiara Oliver, lo sé.

- Oliver Williams. - apuntó.

-Vale. Dame un momento.

Salió de la sala dejándola sola, y ella aprovechó para cogerlo y mimarlo. Tenía los ojitos tristes, probamente por lo que le había dicho de que iba a escocer. Ella le revolvió las orejitas y él simplemente se acurrucó en su pecho.

- ¿Te ha dolido mucho? - un pequeño ruidito que interpretó como una afirmación. - Ya está, ya nos vamos a casa. Te lo prometo.

La mujer volvió a entrar en la sala y ella recogió la funda de plástico en la que estaban recogidos todos los datos del animal.

-Has sido muy bueno. Toma, bebé. - le ofreció una chuche y él se paró a olisquearla antes de cogerla con precaución de entre sus dedos. - Te cuidado cuando salgas, se ha puesto a llover y si coge frío se puede resfriar.

- Vale, eh, ¿tengo que hacer algo más? -la mujer negó y ella asintió.

Salió de la clínica para encontrarse con Juanjo esperándola en la puerta con el paraguas listo para echar a andar.

- ¿Ya está? - ella asintió aún con el cachorro pegado al cuerpo, y su amigo le extendió el paraguas para coger al cachorro y esconderlo en su chaqueta. - ¿Cómo se ha portado?

- Ha puesto una carita de pena... Pobrecito, le ha tenido que doler, pero bueno, hasta dentro de unos meses no vamos a tener que volver a traerlo.

-Ruslana me ha dicho que ya está en vuestro piso, ha invitado a Álex para hacer no sé qué movida.

-Seguro se han liado a hablar y le ha dicho de tomar algo en el piso. Hace un día horrible para estar fuera.

Ella se acercó a él para que no pasase el frío entre los cuerpos, y si no hubiese tenido que sujetar al cachorro, él probablemente le hubiese echado un brazo encima para que no pasase mucho frio.

- ¿Cuándo sale Martin del estudio? - le preguntó, preocupada porque se topase con la lluvia y sin nada para cubrirse.

- Voy a pasar a por él después de acompañaros a casa. Así evitamos que Kraka pase más frío. Ya le pesa el culo, parecía que no crecía el tío y me estoy quedando sin brazo.

-Juanjo, no pesa ni cinco kilos, ¿te vas a quejar de llevarlo cuando literalmente me coges a mí como si no pesase nada?

- Es que le tengo manía, porque yo lo llevó calentito y luego no me hace caso. No me quiere. -se quejó, y puso su típica cara de ofendido, sin hacer caso a los ruiditos que hacía el perro por estar a gusto en su chaqueta.

- Si le sigues diciendo esas cosas sí que va a pasar de ti.

-Claro, como de ti no pasa pues no te quejas. Habría que verte ahora si de repente decidiese que prefiere a Rus.

- Pero como eso no va a pasar pues... - levantó una ceja con suficiencia.

Si de algo se tenía que sentir orgullosa era de como parecía preferirla ante cualquiera. Se sentía bien al saber que si podía elegir iba a sentarse con ella, pegándole el hocico frio a su camiseta para dormirse sin esfuerzo.

Cuando te encuentre (Kivi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora