IV. Convicción

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Arvid Crawford nació como el tercer hijo de una familia aristócrata en el imperio de Elsinor, más específicamente; en La Tierra de las Criaturas Aladas. 

Creció rodeado de amor y calidez. Mirsella Crawford, al ser una criatura nacida del amor y cuya naturaleza transmitía el mismo sentimiento, nunca dudó en dedicarle a sus hijos el mismo amor incondicional que sentía por su padre. Extrañaba la calidez de los brazos de su madre, porque en ellos se sentía protegido de todo lo malo y cruel del mundo.

Benedict Crawford era una de las personas más valientes que jamás había conocido, le enseñó a pelear desde una edad temprana, aunque él tuviese más interés en tener la cabeza metida en los libros y se saltara las lecciones. Sus excelentes consejos lo habían acompañado toda su vida, y tras conocer a su vínculo; le habría gustado poder preguntar por todas aquellas cosas que lo atormentaron durante décadas.

Astrid era la mayor de los tres hermanos, pero tenía una personalidad infantil y fresca. Siempre estaría allí para abrazarlo cuando estuviera deprimido y para soltar comentarios ridículamente positivos para mejorar su estado de ánimo. Sacaría su faceta de hermana mayor para sermonearlo cuando hiciera cosas imprudentes o peligrosas, y volvería a ser la misma chica ardiente unos minutos después. Cuánta falta le habían hecho esos comentarios positivos.

Esther era la más centrada de los tres, salió totalmente a su padre. Una estupenda guerrera, una excelente comerciante. Jamás se le vería siendo imprudente o temeraria, analizaba sus opciones, construía múltiples escenarios y planes, apostando siempre para ganar. En esta cruel situación, habría añorado tener su templanza para enfrentarse a los problemas.

Conocer a Ecrim Earl marcó un antes y un después en la vida de Arvid Crawford. Recordó todo aquello que había mantenido llevando polvo en un armario durante décadas: el amor incondicional de su madre, la sabiduría de su padre, la positividad de Astrid y la templanza de Esther. Recordó a las personas que más amaba después de Amira, y todo lo que había hecho para intentar protegerlos de su desalmada amante.

La historia de Mason Earl cambió la perspectiva de Arvid sobre el amor. Tras enviudar de su vínculo, el hombre se negó a regresar a su elemento para permanecer al lado de sus hijos. Decidió protegerlos y cuidarlos como su esposa hubiese deseado que lo hiciera. No parecía tener una vida desdichada por la ausencia de su amante.

Cuando aún era un niño escuchó una historia similar del duque Einar Phantom, encontró su destino en una mujer humana que vivió mucho menos que la mayoría de los de su raza debido a su frágil cuerpo. Empero, el duque permaneció entre los terrestres para proteger a su hijo Erza, hasta que volvió a su elemento en la guerra de los cien años entre Elsinor y Dalha.

¿Existía una única forma de amar y recibir amor? Ciertamente los mizhar eran criaturas cuya existencia estaba ligada al amor, pero poniéndolo en perspectiva, no había una sola forma de dar y recibir afecto. ¿Era estrictamente necesario que permaneciera junto a la cazadora por el resto de su vida? Probablemente no, aunque alejarse de su lado sería doloroso, hacerlo le aseguraba un mejor futuro.

Mason y Einar habían decidido permanecer en este mundo por el bien de sus hijos, pero ni él ni Ecrim tenían hijos que cuidar. Ella decidió vivir por su padre y hermano, se sentía llena con el afecto fraternal que sentía en casa y las pocas semanas que pasó con Arvid la ayudaron a centrarse en eso; en el amor que recibía a diario y no en el que podría haber recibido de un criminal que no dudó en hacerle daño.

Si tenía que elegir, Arvid prefería vivir rodeado de un amor cálido y sano como el que recibió de su familia en sus primeros siglos de vida, que seguir sufriendo bajo el yugo de la cazadora.

Alas Rotas [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora