Resolución y Crecimiento

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El clima de primavera en la Academia Shuchiin siempre había sido un refugio para los estudiantes, un recordatorio del crecimiento que experimentaban en cada etapa de su vida. Los cerezos en flor, con sus pétalos cayendo como una lluvia ligera, eran una imagen perfecta del ciclo constante de cambios que, al igual que las estaciones, también se reflejaban en las vidas de los jóvenes que transitaban sus pasillos.

Ishigami había experimentado muchos cambios últimamente. Lo que comenzó como una interacción casual con Hayasaka se había transformado en algo mucho más profundo. Las revelaciones que ella le había confiado no solo habían ampliado su entendimiento sobre la vida de la joven, sino que también lo habían hecho cuestionar su propio papel en todo lo que estaba sucediendo.

¿Estaba realmente preparado para involucrarse en algo tan complicado como el mundo de los Shinomiya? A veces, sentía que estaba sobrepasado por la magnitud de los problemas de Hayasaka, pero al mismo tiempo, no podía negar la conexión que había desarrollado con ella. Estaba decidido a estar a su lado, sin importar lo difícil que fuera el camino.

Ese día, mientras caminaba por los jardines del campus, vio a Hayasaka de pie cerca de uno de los árboles de cerezo. Estaba sola, con su cabello dorado moviéndose ligeramente al ritmo del viento, y parecía estar sumida en sus pensamientos, como si el peso del mundo descansara sobre sus hombros. Aun así, su porte era firme y seguro, una característica que Ishigami había aprendido a admirar.

Se acercó lentamente, sin querer interrumpirla de inmediato. Aunque habían compartido varios momentos difíciles juntos en las últimas semanas, sentía que aún había una barrera entre ellos, una barrera que estaba allí, no por desconfianza, sino por el miedo de Hayasaka a revelar más de sí misma.

—¿En qué piensas? —preguntó suavemente Ishigami cuando estuvo lo suficientemente cerca.

Hayasaka lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de sorpresa y tranquilidad al verlo.

—Solo... pensando en lo que me espera —respondió, volviendo a mirar los cerezos—. A veces, me pregunto si estoy tomando las decisiones correctas. Todo lo que he hecho hasta ahora ha sido para proteger a Kaguya-sama, pero... últimamente, no estoy segura de si eso es suficiente.

Ishigami asintió, entendiendo la duda que la acosaba. Había visto cómo su relación con Kaguya, aunque profesional, también estaba cargada de emociones complejas. Era evidente que Hayasaka se sentía atrapada entre su lealtad y su deseo de vivir una vida más libre, una vida que no estuviera constantemente bajo el control de la familia Shinomiya.

—Es difícil cuando sientes que tienes que elegir entre lo que deseas y lo que crees que es correcto —dijo Ishigami, tratando de conectar con sus emociones—. Pero no tienes que hacerlo sola. A veces, tener a alguien con quien compartir esas decisiones hace la carga un poco más ligera.

Hayasaka sonrió débilmente, aunque su mirada seguía siendo melancólica.

—Gracias, Ishigami. Has sido un gran apoyo para mí últimamente, más de lo que te das cuenta. Pero hay cosas... que simplemente no puedo cambiar. No puedo huir de lo que soy ni de lo que me exige la vida que llevo.

Ishigami guardó silencio por un momento, comprendiendo sus palabras. Aunque él quería ayudarla a liberarse de las cadenas de su vida, también sabía que algunas batallas eran más internas que externas, y que Hayasaka tendría que encontrar su propio camino para reconciliarse con su realidad.

—No creo que debas huir de lo que eres —dijo finalmente, con voz firme—. Pero tampoco creo que debas conformarte con una vida que te hace infeliz. Hay una diferencia entre cumplir con tus responsabilidades y sacrificar tu propia felicidad. Tú tienes el poder de decidir cuál será esa línea.

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