31 Seres "El primer octubre"

Capítulo 1: La Noche de Octubre

Siempre me he preguntado por qué en este mes las noches empiezan a hacerse más largas. Sé que tiene que ver con los movimientos del sol y la tierra, pero ¿solo eso? Tengo 17 años y me lo he preguntado desde que tenía 10, cuando salía a pedir dulces en Halloween. Sin embargo, a los 12 dejé de hacerlo porque me pareció infantil. Desde entonces, en octubre tengo horribles pesadillas sobre monstruos, fantasmas, demonios y ghouls. Ya son cinco años así. He ido a psicólogos, pero nada ha cambiado. Mi madre dejó de preocuparse cuando tenía 14. Yo me acostumbré a ello y, en octubre de 2017, ya no me molestaba. Hoy inicia octubre y, extrañamente, me siento ansioso por la noche, aunque apenas es mediodía.

Comí, jugué un rato un videojuego de zombis y dormí por un par de horas. La noche cayó a las seis de la tarde. Mi madre me pidió que fuera por comida para la cena. No me dio mucho dinero, pues solo somos ella y yo. Mi padre murió en un accidente aéreo; su avión se estrelló en una isla en 2015. Ya lo superamos.

Tomé las llaves del auto, un pequeño pero veloz coche rojo, y me dirigí al centro de la ciudad. Vivimos bastante retirados y no me agrada comprar en "tienditas". Al llegar al centro, me estacioné frente a un centro comercial un poco desgastado y viejo, pero fue el primero que vi. Entré y las luces fallaban sin cesar. Los pasillos eran largos y sucios; la mayoría de los productos eran demasiado viejos, lo que explicaba la poca gente en el lugar.

Me adentré más para comprar cereal, leche, huevos, salchichas y chocolate en polvo. Encontré todo sin problema, excepto la leche. Decidí preguntarle a un señor con uniforme en la entrada, que parecía el guardia. Tenía un aspecto serio y frío; su piel estaba pálida. Cuando le pregunté, solo volteó a verme con la mirada perdida y señaló hacia el fondo del lugar. Miré y, a lo lejos, vi unos refrigeradores. Extrañado por la reacción del guardia, le dije dudosamente gracias y me giré por completo.

Comencé a caminar hacia los refrigeradores, sintiendo la horrible sensación de que alguien me observaba. Débilmente escuchaba pequeños pasos detrás de mí, pero por más que volteaba, no había nada. Al fin llegué al refrigerador donde estaba la leche. Abrí la puerta de vidrio y un terrible olor salió. Lo ignoré y tomé la botella de leche. Al cerrar la puerta, vi a una niña con la cara pálida y ropa muy ligera: una blusa rosa descolorida y un short negro lleno de tierra. Me dio un pequeño susto, pero le pregunté si necesitaba algo. Solo sonrió desquiciadamente y corrió hacia mí. Creí que me iba a empujar, pero para mi sorpresa, solo me traspasó y ahora estaba detrás de mí.

Mi corazón latía desesperadamente y moría de miedo. Nuevamente me di la media vuelta al escuchar ruidos extraños y la vi. Abrió grandemente su boca, que parecía un agujero negro y profundo. Aterrado, decidí correr hacia la salida, pero ella hizo lo mismo. Corrí más fuerte hasta llegar al final de un estante que agarré y tiré sobre la niña, aplastándola. Solo la vi convulsionar por unos segundos y salí inmediatamente. Llegué al auto y me fui rápidamente a casa. En el camino, solo pensaba si era un sueño de los que tenía, porque se sentía tan real. Al llegar a casa, debía despertar, pero no fue así. Cuando llegué, mi madre me dijo preocupada:

—¿Qué te pasó?

Supe que todo fue real. Respiré hondo y solo le dije:

—Nada, me siguió un perro al bajar del auto.

Ella sonrió, tomó la bolsa con la comida y se fue a la cocina. Yo me fui a mi cuarto para descansar...