Ya en mi cuarto, moví toda la basura de papitas, soda y mi ordenador que estaban en mi cama. Solo los hice a un lado para acostarme mirando hacia arriba. Puse mi mano en la cara y fue cuando lo noté: tenía unas pequeñas cortadas y una sustancia viscosa y negra. Inmediatamente me fui al baño a lavarme la mano. ¿Qué es todo esto? No podía responderme.
Se hizo más tarde, las 11:00, y no me daba sueño; al contrario, tenía mucha energía. No dormí en toda la noche. A las 6 de la mañana del 2 de octubre, el sueño finalmente llegó y me dormí en la cama, sobre todo el desorden. No desperté hasta las 2 de la tarde. Había una nota de mi madre:
"Hijo, hablé a la escuela para avisar que no irías ya que estás enfermo".
¿Enfermo? ¿Yo? Pero si nunca me enfermo a tal grado de no ir a la escuela. Aun así, no hubiera ido; no había dormido nada. Mi madre entraba al trabajo a las 8 am y salía a las 3 pm. Trabajaba en una oficina de no sé qué. Bajé a la cocina y estaba mi almuerzo, ya más bien comida. Lo tomé y subí de nuevo a mi habitación.
Cuando encendí mi ordenador, todas las imágenes de la noche anterior llegaron de golpe. Me dio una fuerte punzada y caí al suelo. Mi vista se nublaba poco a poco mientras escuchaba unas voces que se fueron agrandando hasta que perdí la conciencia por completo.
Cuando desperté, o al menos eso pensaba, me encontraba en una habitación completamente vacía y oscura. No veía nada por más que me esforzaba, hasta que logré distinguir la silueta de una persona alta y formidable. Le dije naturalmente:
—¿Sabes dónde estamos?
No contestó. Parecía solo una sombra. ¡Cierto, una sombra! Pero si no hay luz alguna... La silueta estiró sus brazos y me tomó de los hombros para acercar su cara mal estirada e intentar morderme el cuello. Rápidamente, sujeté su cara y lo aventé. Cayó al suelo. Sin darme cuenta, mi vista ya se había adaptado a la oscuridad, logrando ver un poco más detallado a esa cosa.
Se levantó y bruscamente se acercó a mí. Por reflejo o reacción, no sé, logré golpearlo fuerte en el abdomen, pero no me sirvió. Mi mano había traspasado esa cosa. Ni yo ni esa cosa nos movíamos para nada, hasta que retiré mi mano. De nuevo, esa cosa, en cuanto saqué mi mano, me tomó de los hombros. ¿Por qué él sí me puede tocar y yo no a él? Fue cuando entendí por qué no se movió mientras lo traspasaba.
Aproveché que me tomaba fuerte de los hombros para atacar de nuevo su estómago, si es que tenía. Exitosamente lo logré. Parecía que le saqué el aire. Me soltó y, por inercia de tanto videojuego, pateé su cara. Dejó de moverse y, cuando lo iba a tocar, mi visión se fue de nuevo. Ahora todo era luz cegadora. Unos segundos después, se aclaró todo. Estaba en el hospital. Solo hasta que entró una enfermera seguida por mi madre:
—Hijo, ¿te encuentras mejor? Qué alivio.
—¿Madre? ¿Qué día es? ¿Qué hora es? ¿Qué me pasó?
Era extraño. Después de mi gran victoria, ¿estaba en el hospital?
—Es 2 de octubre. Tienes una gran enfermedad en el estómago y son las 6:30 pm —dijo la enfermera.
ESTÁS LEYENDO
31 Seres "El primer octubre"
Mystery / ThrillerLa trama de esta historia se centra en un joven que, al acercarse a su cumpleaños número 18, comienza a vivir sus pesadillas en lugar de solo soñarlas. Estas pesadillas parecen estar conectadas con entidades sobrenaturales que tienen la misión de ma...