Capítulo 7: La Alianza

1 0 0
                                    


Una Mañana con Nuevas Esperanzas

El amanecer fue lento, pero reconfortante. Después de los horrores de la noche anterior, la luz del sol se colaba a través de las ventanas de la casa, bañando la sala en una calidez que parecía ajena a los terrores nocturnos. Laura dormía en el sofá, su rostro relajado después de una noche de lucha. Milo, su fiel gato naranja, ronroneaba a sus pies, ajeno a la tensión que nos rodeaba. Yo, por mi parte, no había podido dormir más que unas pocas horas.

Mientras me levantaba de la cama improvisada que habíamos armado en la sala, mi teléfono vibró en la mesa. Lo miré con cierto recelo, pero cuando vi el nombre en la pantalla, mi corazón dio un vuelco. Era Ban, mi mejor amigo desde la infancia. Había evitado llamarlo durante semanas, temiendo arrastrarlo a este caos, pero necesitaba su ayuda.

Ban era la única persona fuera de Laura a quien podía confiarle mi vida. Había estado fuera de la ciudad por un tiempo, lidiando con problemas familiares, pero ahora, más que nunca, su presencia era necesaria. Al descolgar el teléfono, sentí una mezcla de alivio y preocupación.

—Rony, ¿cómo estás, hermano? —su voz, firme y cálida, resonó a través del altavoz.

—Ban... necesito verte. —Mi voz era más débil de lo que había esperado, como si estuviera conteniéndome de derrumbarme por completo.

Hubo una pausa en la línea, y luego Ban respondió con una determinación que me hizo recordar por qué siempre habíamos sido inseparables.

—Dame una hora. Estoy en camino.

Mientras esperaba su llegada, preparé café para Laura y para mí. El aroma llenó la sala, un pequeño consuelo en medio de tanta incertidumbre. Laura se despertó, frotándose los ojos con una mueca de cansancio, pero en cuanto vio mi expresión, su rostro cambió.

—¿Estás bien? —preguntó suavemente, tomando la taza de café que le ofrecí.

Asentí, aunque mis pensamientos estaban lejos. Sabía que Ban traería una nueva energía al grupo, pero también que esto significaría profundizar aún más en los misterios que nos rodeaban. Laura, siempre perceptiva, me observó por un momento antes de romper el silencio.

—¿Es tu amigo? ¿El que mencionaste antes?

—Sí. Ban ha sido mi amigo desde que éramos niños. Confío en él más que en nadie. —Respiré hondo, tratando de sacudirme el nerviosismo. —Necesitamos toda la ayuda posible.

Laura asintió, pero en su mirada había una sombra de preocupación. No me culpaba por buscar ayuda, pero sabía que cada vez más personas involucradas significaban más riesgos, más peligro.

La Llegada de Ban

Poco antes del mediodía, escuchamos el rugido familiar de una moto en la distancia. Ban siempre había sido un espíritu libre, y su moto, una Harley negra que había modificado él mismo, era su símbolo de independencia. Laura miró por la ventana mientras yo salía a recibirlo.

Ban, alto y con una expresión decidida, bajó de la moto y me saludó con una sonrisa amplia, aunque sus ojos rápidamente analizaron mi rostro con preocupación. Su cabello oscuro y desordenado y su chaqueta de cuero desgastada lo hacían parecer despreocupado, pero sabía que detrás de esa fachada, había un guerrero tan obstinado como cualquier otro.

—Hermano, parece que te han dado una buena paliza. —bromeó, dándome un abrazo fuerte.

Sonreí débilmente. Su humor era uno de sus mejores atributos, siempre lograba romper la tensión, aunque fuera por un segundo.

31 Seres "El primer octubre"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora